No se si quiero tener una hija

No sé si quiero tener una hija.

Tal vez sí. Una niña pequeña, con ilusiones gigantes y los ojos llenos de estrellas.

Quiero tener una hija que sonría sin miedo.

Una hija feliz, con una vida que le parezca suya y plena.

Quiero amarla tanto que se sienta invencible.

Quiero enseñarle tanta amabilidad que crea que es lo más normal del mundo.

Quiero tener una hija valiente, para que nunca se calle lo que la quema por dentro.

Una hija fuerte, para que jamás piense que debe depender de nadie más para sostenerse.

Una hija libre, sin los prejuicios que la sociedad insiste en imponer.

Una hija que disfrute de ser ella misma, sin pedir permiso.

Una hija tranquila, que pueda salir sola sin sentir miedo.

Una hija que no se conforme con migajas ni con silencios.

Una hija que sueñe en grande, sin techo, sin límite.

Una hija con alas tan fuertes que pueda resistir los vientos más rudos y aún así alzar el vuelo hacia lo que ama.

Una hija que no tenga que exigir sus derechos, porque ya le fueron garantizados.

Una hija que no se ahogue en la desesperanza ni en el miedo de ser quien es.

Una hija que sepa que no está sola, que tiene hermanas, madres, amigas, cómplices que la sostienen.

Quiero que sepa que puede elegir su camino y que cualquiera que tome, si es suyo, será el correcto.

Pero, ¿sabes qué? No sé si quiero tener una hija. En eso sí estoy segura: quiero poder decidirlo yo.

Porque este texto no se trata solo de la hija que quizás algún día quiera tener.

Se trata de las hijas que ya existen, de las que vendrán, de las que hoy crecen en medio del ruido del mundo y buscan espacio para ser.

Se trata de todas las niñas que heredarán este planeta.

De ellas, de sus risas y sus pasos, depende el porvenir.

No se trata de si yo quiero tener una hija.

Se trata de que quiero un mundo donde todas las niñas sean libres, sin condiciones, sin miedo, sin tener que exigir sus derechos o justificar su existencia.

Quiero eso para ellas. Quiero eso para todas.