Siempre he buscado que me tomen en serio
Se sabe que como humanos pasamos la vida buscando tantas cosas: amor, dinero, abundancia, salud, intelecto, sueños…
Pero si entre todos esos deseos que perseguimos te dijera cuál ha sido el mío más profundo, confesaría que siempre he buscado —más que nada— que me tomen en serio.
Siempre he buscado que tomen en serio mis sentimientos, esos de los que casi siempre se ríen en mi cara.
Siempre he buscado que respeten mis límites, esos que tantos han cruzado y después me hicieron sentir culpable por defenderlos.
Siempre he buscado que escuchen mis dolencias, esas que nadie ve hasta que termino por quebrarme en silencio.
Siempre he buscado que valoren mis ideas y pensamientos, casi siempre ignorados o convertidos en burla.
Siempre he buscado que reconozcan mi esfuerzo, algo que nunca ha pasado.
Siempre he buscado que vean lo bueno en mí, pero casi siempre prefieren ver lo peor.
Podría seguir contándote todo esto, podría desdoblar cada herida sin terminar jamás, porque me tomaron tan poco en serio que llegué a reducirme a eso: acepté el lugar que me dieron y olvidé tomarme en serio a mí misma. Perdí de vista mi dignidad, mi valor, mi persona entera.
Pero hoy lo repito en voz alta, aunque tiemble: me tomo en serio.
Mi voz vale, mi límite importa, mis ideas florecen, mis dolores se escuchan, mi esfuerzo pesa.
Que no me crean, que no me miren, que no me aplaudan: yo sí.
Y aunque tiemble, cada día me tomo más en serio.
Y en ese gesto, empiezo a salvarme.