No fuiste tú, fui yo;
yo que pensé que podías ser tú.
Fui yo,
que no me sentí protegida en tus fuertes brazos.
Fui yo,
que no me sentí escuchada a pesar de tener tus ojos sobre mí, llenos de adoración.
Fui yo,
que te percibí débil y dependiente de mí.
Fui yo,
que autosaboteé todo lo que por ti sentía.
O tal vez sí fuiste tú,
solo que pensé que podías ser tú.
Tal vez sí fuiste tú,
cuando me encerrabas en tus brazos para no dejarme escapar,
para que fuera menos yo y más lo que tú eras tú.
Tal vez sí fuiste tú,
que me mirabas con adoración como a un trofeo,
robándote todo de mí para proclamarlo tuyo.
Tal vez sí fuiste tú,
débil y dependiente cuando no estabas conmigo,
cuando yo era yo sin ti.
Al final fuimos los dos.
Pero sé que yo siempre fui muy mía
y que tú trataste de arrebatarme eso.
Fuimos los dos…
aunque si tuviera que decir la verdad,
fuimos los dos:
tú que quisiste consumirlo todo,
y yo que lo permití
para no pensarme egoísta,
para no llamarme mala amante.