Gritos hechos de silencio

Día 1.

Querido diario: 

Da igual la fecha de hoy, da igual mi nombre, pero hoy es mi primer día teniéndote en mis manos. Somos muy distintos tú y yo; tú eres un libro abierto en blanco y yo soy cerrada y llena de secretos... ¿No te parece interesante? A pesar de nuestras diferencias, tengo la certeza de que nos llevaremos bien. Podrás contar mucho de mí a otras personas a decir verdad. Me leerás y tal vez me juzgues, mas no podré enterarme de nada. Y eso es lo que más me gusta. Podrás hacerme daño, pero no lo harás pues posiblemente me parezca mucho a ti y simplemente mandarás leer esto para que traten de entenderte o a otras personas como lo soy yo, como lo eres tú...


***

 

Monstruo. Es cómo me siento, es como me ves. Es lo que soy. Puede que sea un poco dramática, pero ¿qué más puedo decir? Nadie nota mi presencia, a penas tengo amigos -menos aún pareja- más allá de mi imaginación. No dejo de preguntarme si tiene sentido todo esto, la vida resulta extraña: necesitas dormir y tampoco sabes por qué, pero tampoco puedes negar que se siente muy bien, tienes la paz que tanto anhelas en las noches oscuras mientras luchas contra tu cabeza en su intento por llevarte lo más profundo a la oscuridad con preguntas sin respuesta. Lastimosamente que sea por la noche, cuando sólo estas tú y no puedes llamar ni a tu psicólogo, ni a ninguna persona, aunque claro, yo no tengo amigos, pero no es un buen plan llamarlo a las tres y media de la mañana y molestar con tu angustia. O eso creo, al menos.
Estoy llena de complejos, asco propio porque sí, me auto-repudio, soy mi peor enemiga y soy la que más se daña así misma, las palabras de los demás no me hacen daño, lo que dice mi voz interior es peor. Sé qué es lo que más me daña y soy yo la que más veces lo repite en parte, porque soy yo la única que lo sabe. Lo único que ven los demás es que estoy un poco triste y lo único dicen es que me alegre, como si no lo hubiera pensado ya... Idiotas...
Sé que estas palabras son extrañas para alguien que debería de estar rodeada de amigos, ya que está hay de gente por todos los lados en su instituto... Gente hipócrita, por supuesto, no tienen otro nombre. Zafios que prefieren salir un viernes por la noche de botellón y emborracharse, luego dicen que fue una pasada y se pavonean de ello a pesar de que no se acuerden de nada. Estúpidos... como si fuera a arreglarse algo, yo personalmente, no los entiendo tampoco lo respeto puesto que esos actos demuestran que no se respetan a ellos mismos, ¿acaso no se dañan con eso? Lo mismo opino con fumar.
Yo sigo esperando a una persona que tenga ansiedad y que venga a mi instituto para poder entendernos. Sería de gran ayuda si merece la pena, claro, pero esa aclaración me parece rebundante. Sinceramente, los demás pueden irse lo que viene siendo el garete.
Sí, obviamente tengo familia, pero a decir muy bien, no confío mucho en ella. La persona con la que mejor me lo pasaba ya está muerta, era mi abuela. Estaba muy enferma, pero no podía evitar reírme de las cosas que decía o hacía. A decir verdad, la hecho mucho de menos, como que se me hacían más fáciles las situaciones adversas y además aprendía más cosas de las que aprendo o aprenderé jamás en la escuela... Y eso que no sabía ni leer ni escribir, pero no tenía un pelo de tonta, al contrario, era más lista que cualquier otra persona que conozco y tenía un don para animarme u consolarme.
Sí, no le tengo mucho amor a la escuela, aunque algunos profesores sí se curran su trabajo, algunos lo hacen incluso por los que no lo hacen, es curioso: se nota mucho la diferencia cuando alguien trabaja por vocación y gusto a cuando lo hace porque no había otra cosa. Por mucho que digan que les gusta dar clase, no creo que necesites que dé muchos ejemplos, pero en concreto tengo al profesor de historia, que él llega, suelta todo de una da las actividades y se queda más ancho que largo. Me estresa mucho porque le da igual todo.
Me acuerdo un día en el que una compañera estaba llorando, y le dijo que se callara. La conversación fue extraña.
-No interrumpas,- dijo él toscamente- saldrás al pasillo si te veo hablar- continuó con una voz cortante. Debía ser estúpido para ver que estaba "hablando" pero no llorando.
-Hasta los de la primera fila ven que está llorando- murmuró un compañero casi sin confianza y con algo de miedo. Se podría decir que la voz le temblaba.
-Pues que salga fuera y no interrumpa- contestó sin darle importancia al tema, eso sí, la revolución industrial del siglo XIX en Inglaterra era mucho más relevante que el presente de esa adolescente.
Obviamente la pobre muchacha se fue al pasillo a llorar, al no ser su amiga y tampoco conocerla, no quise ir a consolarla ni nada, tampoco sabía cómo iba a reaccionar ni lo que le había pasado ni nada de eso. Vamos que no quería interrumpir su intimidad. Eso pasó al principio del curso, ahora se la ve muy bien, y el profesor ese no ha cambiado. Estoy un poco harta de ese profesor, y la verdad es que sus clases parecen de dos horas ¡o incluso tres!
Bueno Diario, he de irme, mi ansiedad le ha dicho a mi estómago que pida comida y mi cerebro quiere que ambos callen así que iré cual esclava a por comida. Ya dudo si el cuerpo es quien me maneja o si soy yo, pero ¿quién soy yo para decir nada? Si ni siquiera me conozco, ni sé quién soy yo. Atentamente:

la chica defectuosa.
 


 



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En el texto hay: diario, adolescente, sentimientosydudas

Editado: 23.04.2019

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