Guardianes

Capítulo VIII - Comenzar a creer

Todavía estaba oscuro cuando salí de la casa. Era sábado e iba a hacerle una visita sorpresa a la abuela, y por sorpresa me refiero a que ella ni siquiera se iba a enterar. Llevaba ropa deportiva, dije que iba a la casa de Karen a practicar una coreografía de gimnasia rítmica. Necesitaba saber cómo me lastimé, y creo que la casa de la abuela era mi punto de referencia ya que antes de ir a visitarla la vez anterior no tenía ninguna cicatriz. Quiero recordar qué sucedió ese fin de semana.

Cuando llegué estaba amaneciendo, utilicé mi llave para entrar y traté de hacer el menor ruido posible, entré por la puerta del patio trasero para no encontrarme con nadie de golpe y subí por las escaleras de servicio. No sabía qué estaba buscando así que esto sería complicado, pero creo que solo necesitaba ver algo para recordar.

Primero entré a la habitación de Katte, no había nada fuera de lo normal, la cama, los muebles, el armario, la puerta que daba al baño... Todo estaba en su lugar. Sin dar más vueltas terminé de cruzar el pasillo y entré a mi habitación, todo estaba completamente normal, exceptuando que un niño de al menos unos 12 años estaba sentado en mi cama.

-Hola – Me saludó. Su voz atravesaba una etapa difícil, se debatía entre la niñez y la adolescencia – Te estaba esperando.

-¿A mí? – Comencé a entrar en pánico, este niño me iba a delatar. ¿Quién era? ¿El hijo de algún criado? ¿El hijo de algún amigo de la abuela? Quizás me vio desde la ventana cuando entré.

-Sí, estás asustada – Era una afirmación. Que niño más raro, tiene el aspecto de un niño, tiene la voz de un niño, pero se comporta como un adulto cuando me habla - ¿Por qué?

-No estoy asustada – Entré en la habitación y cerré la puerta – Escucha, ¿Sabes quién soy?

-Sí, eres Lyla More – Se rió burlón. Hasta aquí llegue.

-Necesito un gran favor de tu parte - me senté a su lado en la cama y traté de hablarle lo más dulcemente posible – ¿Podría ser nuestro secreto el hecho de que me acabas de ver aquí?

-Así que eso es lo que te asusta, te estás escurriendo a la casa de tú abuela y no quieres que nadie se entere – Comenzó a balancear sus piernas – creí que te asustarías cuando volvieras a ver al niño con quien jugabas de pequeña, me causaba mucha curiosidad ver cuál sería tu reacción, esto es decepcionante – algo en él erizaba los bellos de mi piel y generaba en mi una sensación desagradable.

-¿De qué estás hablando? – No entendía nada, pero tampoco tenía mucho tiempo - Es imposible que tú fueras mi amigo cuando era niña, solo estás confundido.

-¿Qué te pudo haber pasado? ¿Por qué no recuerdas...? – Ignoró lo que le dije y pareció que se hundía en sus propios pensamientos. Me levanté y me acerqué a la puerta, pero no me fui – Ah, claro – Como si se le hubiera iluminado el mundo de repente – Esa bestia borró tus recuerdos, tiene sentido, me sorprende que lo haya hecho bien y no terminó lastimándote gravemente, aunque fue arriesgado, pudo haberte dañado psicológicamente de una forma irreparable.

-¿De qué hablas? ¿Qué bestia? – Si esto seguía así tendría que irme corriendo antes de que me encontraran.

-¿No sientes que hay cosas que no encajan? – Se levantó y caminó hasta el librero al final de la habitación - ¿No sientes que hay algo que deberías recordar? – La forma en que caminaba, su mirada, era como un hombre atrapado en el cuerpo de un niño – Tu noviecito borró tus recuerdos en todo lo referente al otro mundo.

-¿El otro mundo? – su voz era envolvente, me sentía atraída a él de una forma extraña, ya no sentía ningún tipo de desagrado o pánico por ser encontrada.

-El mundo oscuro, el mundo de las tinieblas, el mundo oculto... - Hizo una seña restándole importancia – tiene muchas acepciones.

-¿Qué se supone que significa eso? – Me miró sonriente, ¿No es extraño que un niño actué y hable de esta forma?

-Seré completamente sincero contigo – Se paró en medio de la habitación quedando frente a mi – No puedo hacer que recuerdes sin lastimarte profundamente – Me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo – Pero, puedo contarte la historia, toda la verdad, sin secretos, con la condición de que me escuches sin comentar nada – Señaló una silla que estaba al lado de la puerta del baño – Siéntate ahí, no me acercaré a ti – Podía ser ridículo, no entiendo por qué le hice caso ni por qué lo estaba tomando tan en serio, pero le creía y quería saberlo. Además había algo en él que me envolvía, mi cuerpo perdía fuerzas ante la idea de escapar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.