-Pepe... ¡Pepe! – Llevaba un buen rato llamando a Pepe en el bosque cercano a la casa de la abuela – ¡Vamos Pepe! Generalmente apareces ante el primer llamado – caminaba en círculos dentro del pequeño claro donde siempre solíamos reunirnos – sé que estoy viniendo mucho después de lo que te prometí que lo haría, pero pasaron muchas cosas...
-¿Hablas de esa vez en que casi te violan? – Pepe estaba apoyado del tronco de un pino. Me fijé en su pequeña y debilucha figura, creo que lo extrañaba. En su boca había una sonrisa juguetona que me recordaba a la picardía de cualquier niño de doce años, claro que Pepe no era un niño común – Estaba ahí, lo vi todo, también estuve mientras tu madre te sometía a arduo trabajo y cuando entraron a juicio. Claro que si pudieras verme te habrías enterado.
-¿Estuviste ahí? ¿De verdad...? – Sentí que la sangré subió a mi rostro y mi garganta se cerró. Aun me afectaba mucho recordarlo – lamento que hayas visto algo como eso...
-No lo lamentes, yo fui quien atrajo al cazador a la escena – hablaba despreocupadamente del tema, como si me estuviera diciendo que ayer llovió y tuviera la esperanza de que hoy estuviera soleado – hice que mi presencia se notara a kilómetros. De cualquier forma no tenías de qué preocuparte, nunca habría permitido que te hiciera algo – de repente su semblante adquirió rasgos de seriedad y su voz se tornó filosa – la única razón por la que no arreglé el asunto por mis propios medios es que no quiero llamar la atención de arriba.
-Pepe... muchas gracias – coloqué mi mano sobre su hombro, tuve que agacharme un poco para mirarlo a los ojos – de verdad, muchas gracias.
-No me agradezcas...
-¿Por qué los ángeles habrían de preocuparse por criaturas como tú?
-Muy simple, aunque no somos demonios, tampoco somos completamente luz. Tenemos más oscuridad que luz sinceramente.
-Pero eso no te hace malo...
-Hay ángeles que pueden ser peor que un demonio y también hay Guardianes malos. Todo es relativo, ningún puesto es sinónimo del bien o del mal.
-Pepe... tengo una duda y quizás tú tengas la respuesta.
-Tengo la respuesta a muchas cosas.
-¿Si fue Mateo, verdad?
-¿Acaso lo dudas? – negué con la cabeza. Por supuesto que no lo dudaba, nunca habría ido a juicio si tuviera dudas, todo quedó casi resuelto en mi cabeza con todas las pruebas que se encontraron en su contra – Pero necesitas que no queden cabos sueltos para que tu consciencia esté tranquila ¿Eh? – Se rió. Yo no entendí el chiste – sí fue él, dentro de su habitación en la otra sede, escondido en unos zapatos está el pasamontañas que hace juego con los guantes llenos de su sangre que encontraron los grupos de investigación cerca del río. El idiota creyó que la nieve los terminaría de enterrar para siempre... Claro que no contó con el costoso equipo que contrató tus padres...
-Lo sé, leí el expediente de pruebas. Prácticamente en eso se basó todo para declararlo culpable – me lo pensé por un momento – habría sido útil saber lo del pasamontañas, así se habría ahorrado bastante tiempo.
-Ya ves, debiste venir antes – comenzó a caminar, yo comencé a seguirlo – el que Katte sea tan débil es un problema, la única razón por la que caíste fue porque realmente creíste que era capaz de estar en esa situación y corriste a buscarla.
-No es su culpa – estaba esquivando las ramas y al mismo tiempo me cuidaba de no pisar mal en un desnivel – ni siquiera ha completado su entrenamiento.
-Lyla, tu hermana no está llevando un verdadero entrenamiento. Es muy débil y torpe, no está hecha para vivir algo así. Demasiado delicada y sensible para cargar una responsabilidad tan grande.
-Bájale dos, Pepe – estaba fulminándolo con mi mirada desde atrás – no hables así de mi hermana.
-Solo estoy siendo objetivo y razonable, Lyla – Pepe paró de golpe y apenas pude detenerme sin chocar con él – Sabes que lo que digo es verdad, tu hermana no está preparada para esto y todos la están sobreprotegiendo, así nunca aprenderá. El verdadero problema de todo esto es que está atrayendo el peligro hacia ti.
-Yo estaré bien.
No podía dejar de pensar en lo que hablé con Pepe. Cuando llegué a casa ya mis padres no estaban, se iban de viaje a no sé dónde. Trabajo como siempre. Entré por la parte de atrás y la luz de la habitación de Katte estaba encendida. Traté de hacer el menor ruido al entrar, no quería responder preguntas. Les dije a todo el mundo que iría a hacer ejercicio pero tardé horas en llegar, claramente hice algo más que trotar.