Los ojos del chico se abrieron fuertemente después de un largo rato. Respiraba agitadamente, miró a su al rededor y algo perdido buscó a sus amigos. Se preguntó cómo era posible que hace unos momentos todo estaba oscuro, había un violento aire a punto de derribar árboles y de repente, el sol había salido, la luz entraba por las hojas de los árboles mágicamente, era un clima increíble y había mucho silencio y tranquilidad. Hasta que escuchó unos murmullos más adentro del hermoso bosque. Caminó como en un sueño hacia las voces lejanas, llegó a un camino de piedras con árboles morados en cada lado. Siguió todo el camino escuchando las voces más fuertes cada vez, se detuvo al ver dos enormes perros que parecían pelear entre ellos, los dos gigantescos perros brincaron al mismo tiempo dándole un susto de muerte al pobre chico. Gritó y cayó sentado mirando como los enormes perros se convertían en comunes adolescentes que lo voltearon a ver confundidos.
—Lo siento, no pretendíamos asustarte.—Uno de ellos, bastante alto, ojos azules celestes y de cabello negro un poco largo y ondulado, se acercó a él y le tendió su fuerte mano.
El chico la tomó despacio y cauteloso. Por el gran susto que se llevó, no se había dado cuenta de que había otros dos chicos con ellos. Todos eran muy altos y atractivos, pero lo más importante, no parecían humanos.
—¿Cómo se convirtieron en perros enormes? ¿Qué clase de humanos son ustedes?—El humano comenzó a sentir náuseas mientras todos los demás lo miraban curiosos. Eran 4 chicos muy atractivos, un chico estaba recargado en una enorme piedra con expresión aburrida, el lobo gigante que lo ayudó estaba junto con el lobo con el que había estado peleando. Había otro algo peculiar, que parecía estar divirtiéndose, tenía el cabello casi hasta los hombros y de color blanco, al observarlo mejor, unas orejas puntiagudas sobresalían de su cabello.
—¿Qué clase de humanos dices?— Dijo el chico de las orejas puntiagudas, soltó una risa relajada y de pronto lo miró con arrogancia.— No somos de ninguna clase de humanos, afortunadamente.
—¿Entonces, qué son ustedes?
Uno de ellos, con un aura bastante dominante e intimidante, se acercó a él y lo miró con dureza. El chico retrocedió torpemente.
—No, ¿qué eres tú? No siento nada mágico en ti. Hasta podríamos considerarte un peligro.
— Tienes razón,Belair, ¿qué deberíamos hacer con él?- dijo divertido el chico que lo ayudó a levantarse.
El chico alzó sus manos rápidamente y miró a todos con desesperación.
—No, no, les aseguro que no soy ninguna amenaza para nadie. Yo solo...—Suspiró y bajó sus manos lentamente.—Estaba con mis amigos explorando el bosque cerca de la carretera, pero todo comenzó a oscurecer y el clima se volvió espantoso y violento, mis amigos y yo nos aferramos el uno al otro hasta que se terminara todo pero cuando abrí los ojos estaba en este bosque yo solo lleno de luz y felicidad sin ninguna carretera a la vista, hasta que escuché sus voces y los encontré en forma de un perro gigante, y me preocupa mucho que no sean humanos, aunque eso significaría que solo estoy soñando, yo solo quiero volver con mis amigos y regresar a casa pero...
Se calló repentinamente cuando se dio cuenta de lo rápido que hablaba y del nudo en la garganta que estaba formándose. Los demás sólo lo miraban como si fuera la criatura más patética del mundo, y tal vez así era.
—Entonces, eres otro humano idiota que salió a jugar por nuestro mundo.
—¿Qué quieres decir con "su mundo"?
—Significa que pudiste cruzar la barrera.— Dijo el chico que estaba recargado en la enorme piedra con indiferencia.-Significa, que no eres un humano del todo.
Anonadado, el chico dio un paso rápido hacia él.
—¿Cómo que no soy humano? ¿A qué te refieres?
Pero el chico de la piedra solamente lo miró, sin responder nada.
—Tal vez, deberíamos ir con el líder de los Arcontes. Ellos pueden explicarte muchas cosas, pero no podrás irte en mucho tiempo.—Dijo el chico que lo ayudó a levantarse.
—Sí, no con frecuencia se ven humanos confundidos capaz de atravesar la barrera.—Dijo el chico de las orejas puntiagudas y cabello blanco, aún con un rostro lleno de diversión.
—¿No me dejarán ir? ¿Qué harán conmigo?—Ninguno respondió.— Está bien, descuiden, no tengo que ir a ver a nadie. Yo solo encontraré la salida. Me iré y no recordaré haber conocido a unos fenómenos porque nada es real.
—Ay no. Pero no podemos dejarte ir así como así.-De repente el chico de la indiferencia mostró algo de emoción, y se acercó traviesamente al humano.
—Oye, aléjate de mí. Todos ustedes.—Los miró con nerviosismo pero los demás sólo miraban con diversión al humano.— Díganme donde está la salida, ahora.
El chico del cabello blanco pareció bastante divertido con el repentino carácter autoritario que mostraba el humano.
Los demás se miraron y tomaron de ambos lados al chico.
—Está bien, te llevaremos a la salida.
Lo levantaron de ambos brazos como si fuera de papel, el humano forcejeaba y se quejaba, hasta que llegaron a un lugar donde casi no había árboles, era un lugar amplio, totalmente verde y con un río cerca. Cuando se detuvieron, el chico pensó que lo dejarían ahí sin más, pero en lugar de eso lo arrojaron fuertemente aunque sin hacer mucho esfuerzo hacia el río que estaba frente a ellos.
—¡Hey!—Gritó el chico antes de estrellarse contra lo que se sentía como una invisible pero dura pared. Terminó en el suelo adolorido.
Se escuchó un profundo suspiro.
—¿Ves? No puedes irte aún. Tienes que estar aquí, Proari no te dejará salir porque no eres del todo humano.
—Eso lo pudo comprobar. Un humano no habría sobrevivido al impacto, te lanzamos con mucha fuerza, mínimo tendrías que tener un hueso roto.—Dijo el chico indiferente.
El humano se levantó con un poco de dolor, y más que lo inquietara el dato de que quizás no era un humano, tenía miedo de no volver a salir.