Capítulo 2: La Voz del Viento
Desde aquel día, Jair y Jazmín se convirtieron en parte del misterio del bosque. Los aldeanos empezaron a notar cambios: las cosechas crecían más sanas, los animales se acercaban sin miedo, y las pesadillas que antes plagaban las noches del pueblo desaparecieron. Sin embargo, algo también cambió dentro de los hermanos.
Jair, sin sombra, comenzó a ver cosas que nadie más podía. Al mirar su reflejo en el agua, no veía su rostro, sino escenas del futuro: un río desbordado, una bandada de aves huyendo, una puerta de piedra cubierta por runas. Mientras tanto, Jazmín, muda pero conectada al bosque, podía comunicarse con los árboles. Ellos le hablaban en sueños, revelándole secretos antiguos.
Una noche, el viento sopló con fuerza desde el bosque. Jazmín se despertó agitada, con una imagen grabada en la mente: una torre negra hundida entre raíces, y una criatura con ojos de oro atrapada en su interior. Sin poder hablar, corrió hasta Jair y le dibujó la escena en un viejo cuaderno.
—¿Crees que es una advertencia? —preguntó él.
Ella asintió con gravedad.
Al día siguiente, partieron hacia la parte más profunda del Bosque de los Ecos Dormidos, donde ningún mapa llegaba. Allí, entre árboles retorcidos y niebla espesa, hallaron la torre. Estaba hecha de piedra negra, y cada ladrillo susurraba palabras antiguas que Jair no podía entender… pero Jazmín sí. Las voces le pedían ayuda. Le decían que algo había despertado junto al Guardián: la Sombra del Primer Silencio.
—¿Qué es eso? —murmuró Jair, y al instante, el suelo tembló.
Una grieta se abrió y de ella emergió una criatura de humo y ceniza, con alas rotas y ojos de fuego apagado. Era la sombra que Jair había entregado, ahora corrompida y viva por sí misma. Se había alimentado del miedo dormido del bosque… y ahora quería reclamar lo que le pertenecía.
—Devuélveme… —dijo la criatura—. Soy tu otro yo. Sin mí… no eres completo.
Pero Jair no estaba solo. Jazmín colocó su mano sobre el suelo y el bosque respondió. Enredaderas brillantes brotaron y envolvieron a la sombra, que gritó con furia.
—Debes elegir —le dijo Jazmín con los ojos, y Jair lo entendió.
Podía absorber nuevamente su sombra y arriesgarse a perder el vínculo con la luz… o dejarla atrás, y permitir que su mitad oscura encontrara su destino.
Jair cerró los ojos.
—No necesito la oscuridad para ser completo —dijo, y con una voz que parecía venir del bosque mismo, pronunció el nombre secreto del Guardián.
La sombra se deshizo en hojas negras, y la torre se desmoronó. En su lugar, creció un árbol nuevo, de corteza blanca y savia dorada. El bosque lo llamó Árbol del Equilibrio.
Desde entonces, Jair y Jazmín se convirtieron en los nuevos protectores del Bosque de los Ecos Dormidos. Él, sin sombra pero con visión clara. Ella, sin voz pero con el lenguaje de la vida entera.
Y así, el cuento de los hermanos se volvió leyenda.