Guardianes Del Destino

LA MALDICIÓN DEL TIEMPO I

El espejo resultó ser el peor de los jueces ya que le brindaba una detallada información sobre su persona. Elena suspiró frustrada ante su reflejo proyectado por aquel cruel objeto de vidrio.

¡Estaba horrible! ¡¿Cómo era posible atraer la atención de Carlos hacia su persona con ese cuerpo?! Sus anchas caderas la hacían parecer una vaca y ni hablar de sus enormes pechos. Frunció el ceño evaluando su figura; podría ser que a otras chicas les resulte beneficioso tener los pechos grandes pero en lo que a ella respecta aquello jamás sucedió con su persona. Nunca obtuvo algo positivo por sus senos.

Debía admitirlo: era fea. Sus rubios cabellos carecían del brillo necesario para dejar sin aliento a Carlos, suspiró apesadumbrada. Su dorada mirada reflejaba tristeza. Como deseaba ser bonita pero ¿qué podría hacer para remediar la situación?
Moría de hambre, corría todas las tardes, trataba de ponerse solo las ropas que resultaran favorables a su persona y figura. ¿Qué otra cosa podría hacer? Unos jeans ajustados y elastizados de color negro  adornaban sus piernas, tenía sandalias al tono junto a una blusa violeta oscura adherente a su cuerpo para que le resaltaran sus grandes pechos a ver si por una vez por todas podría sacarles provecho. Sus cabellos estaban amarrados en su cabeza mientras el resto caía por su espalda como una cascada dorada.

Salió de su dormitorio sin mucho ánimo instantes antes de que el timbre sonara. A sus 16 años de edad, Elena se preocupaba por su figura y el amor más que cualquier otra cosa. Anhelaba poder conquistar a Carlos y ser la novia más atractiva del colegio para poder estar a su altura. Aunque sus padres no aprobaban aquello ella insistía en conseguir atraer y enamorar al chico más lindo de todo el colegio y ser ella la chica adecuada para él.
¡Elena! ¡Vinieron las chicas! – escuchó gritar a su hermano mayor. Ella llegó al living sujetando su campera violeta oscura. Sus amigas estaban allí, riendo sonrojadas mientras lanzaban miradas inquisitivas a su hermano mayor. El, como el resto de la familia, contaba con un gran físico. La belleza era algo que se heredaba en la familia. Elena comenzaba a preguntarse si no sería adoptada ya que era la única que carecía de la herencia familiar. 
Hola chicas – dijo sonriendo
¡Hola Elena! – respondieron a coro las dos
Llegaré tarde – le dijo a su hermano y salió al frío atardecer junto a ellas mientras se colocaba la campera.

Por dios Elena, tu hermano está para comérselo – dijo su pecosa amiga de rojos cabellos
Es un bomboncito – confirmó la morena riendo
Chicas él tiene novia – dijo por milésima vez Elena mientras subían al auto de una de ellas – Y les recuerdo que ustedes también están de novias
¿Y qué? – contestaron a coro nuevamente
No significa que estemos ciegas – dijo la morena lanzando una alegre carcajada
Ni que tu hermano deje de estar encantador – continuo la pelirroja. Más tarde desaparecieron en la oscuridad de la noche.

 




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