Guardianes Del Destino

UN AMOR DE NOVELA

Había leído esa novela por enésima vez y aún seguía suspirando cada vez que la protagonista era abrazada tiernamente por aquel estupendo y vigoroso vampiro. A pesar de que su amor era algo prohibido, vivía la más tierna e increíble historia. Todavía lloraba cada vez que leía cómo el villano incrustada la estaca en el corazón del apuesto vampiro, quién por amor a ella se dejaba matar.

Una simple humana había podido derretir el hielo de su frío corazón, los negros cabellos del vampiro seguían brillando aún después de su muerte pero la luz de su violacea mirada se había extinguido. La doncella optó por acabar con su desdichada vida ya que sin él, ella no encontraba razón alguna para vivir.

Al final el amor pudo vencer cualquier adversidad que el cruel destino les colocó porque ambos amantes lograron permanecer juntos en el otro mundo. O al menos eso le gustaba pensar. Sus músculos estaban entumecidos debido a la posición inmóvil que mantuvo durante varias horas.

La jóven cerró el libro y se incorporó con cierto esfuerzo, sus piernas seguían acalambradas aunque empezaban a volver a la vida gracias a la circulación de la sangre. Se dirigió a la ventana desde donde contemplaba la gran ciudad.

El tiempo continuaba descompuesto ya que la lluvia seguía cayendo arrasando con todo, los vidrios de la ventana mostraban cómo las gotas se estrellaban continuamente impulsadas por el viento. Era una tarde de crudo invierno y ella se alegraba de permanecer en su cuarto calentita mientras observaba la lluvia caer sobre la oscura ciudad.

Lanzó un hondo suspiro al recordar la novela leída. En días como ese su mayor adiccion era la lectura de novelas románticas vampíricas. La imagen del apuesto vampiro volvió a su mente, tan gallardo y caballeroso profesando amor absoluto a la jóven doncella afortunada. Los ojos de ella eran penetrantes y profundos, en contraste con su blanca piel. 
- ¿Cómo nunca me toca vivir algo así? No tengo suerte con los hombros - dijo en alta voz - Me encantaría que aparezca frente de mi aquel apuesto vampiro profesandome su amor incondicional

Luego de meditar aquello fue al espejo a contemplarse y no le gustó lo que vió. Su cuerpo no destacaba ninguna curva femenina deseable que resulte atractivo para alguien así. Su opaco cabello rubio no tenía ningún brillo seductor ni vida. En síntesis: nunca sería la mujer que lograría atraer a un apuesto vampiro. Ni real ni ficticio, no atraería a nadie. Debía dejar de mentirse porque jamás sería linda. Debería resignarse a vivir únicamente amores de novelas en el sentido literal.

¿Cuánto tiempo pasó contemplando la lluvia? No lo sabía, las horas pasaban lentamente. Había dejado el espejo porque solo lograba deprimir la al ver la cruel y dura realidad. Al menos mirando por la ventana se entretenía mirando los defectos de los otros viendo cómo desaparecían de las calles debido a esa oscuridad reinante.

Sin embargo un hombre apareció repentinamente en la vereda del frente donde se detuvo. Ella podía verlo perfectamente y al parecer él también podía hacer lo mismo. Vestía de negro, sus oscuros cabellos permanecían pegados a sus hombros y rostro debido a la lluvia. Tenía las manos en los bolsillos mientras la traspasaba con su violacea mirada. ¿Cómo podía saber la tonalidad de sus ojos estando tan lejos? Aunque parezca una locura ella estaba segura de que ese era el color de los ojos de aquel extraño.

El corazón de la muchacha empezó a latir con fuerza al pensar que se trataría quizás del jóven vampiro protagonista de la novela que había leído tantas veces. Era él mismo, ella no podía equivocarse ya que conocía cada detalle de aquel caminante de la oscuridad que le había arrebatado el corazón. "Ven conmigo" escuchó su dulce y envolvente voz retumbar en su mente y supo que se trataba de la voz de él.

El vampiro de sus sueños se hizo realidad y fue a buscarla. Aquel pensamiento la alocaba de alegria. La oscuridad de la noche se torno sombría y lúgubre, un escalofrío le recorrió la espina dorsal y un extraño temblor la invadió por todo su cuerpo ¿Acaso tenía miedo? ¿Por qué? Su deseo se había cumplido y lejos de asustarse debería sentirse felíz.

El estaba allí afuera y la esperaba ¿Qué más podía desear? Tenía que apurarse antes de que desaparezca. No pensó en la lluvia ni en el frío de la noche, tampoco meditó en lo peligroso que podría resultar acercarse a un vampiro en el mundo real. En definitiva, no pensó en nada que no sea "su vampiro".

Atravesó la habitación, abrió las puertas y sin prestar atención a nadie de los que se encontraban en casa salió a la calle oscura y fría. El apuesto vampiro seguía aguardandola bajo la lluvia sin inmutarse. Sus miradas se cruzaron no bien estuvo fuera de casa. Podía sentir su alocado corazón latir con fuerza. Era increíble que un hombre se digne a ir a buscarla a ella. En sus 18 años de vida aquello jamás había ocurrido. Mientras cruzaba la calle rumbo al encuentro con su vampiro recordaba a sus antigüos y burlistas compañeras del colegio. Ahora por fin toda esa pesadilla acabaría.

Cuando llegó junto al vampiro sintió una leve brisa acariciarla. Sus ropas estaban empapadas pero no le importaba. El parecía traspasar la con su feroz mirada. Era tal como lo había imaginado, los labios del vampiro dibujaron una dulce sonrisa. 
- Gracias por liberarme de aquel hechizo - dijo él - Una cruel hechicera me encerró en ese libro hace mucho tiempo ya - Su sensual voz iba adueñandose de su ser - Solo el anhelo de una doncella de corazón puro por conocerme podría librarme de mi prisión. Espere mucho tiempo por ti.
- ¿Hablas en serio? Resulta tan... inesperado todo que...no sé qué decir...
- Ven conmigo a mi mundo.Deseo que estés conmigo siempre. Durante mi encierro podía percibir los sentimientos de quienes leían la novela y los tuyos son los más puros que pude sentir en un humano. Te amo - esto era lo último que esperaba oír 
- Pero...yo... - él selló sus labios con un beso. Ella se aferró a él y sintió como si estuviera siendo arrastrada por algo, aunque no experimentó temor alguno ya que los brazos de él la rodeaban protegiéndola.




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