Guardianes Del Destino

LA MALDICIÓN DEL LICÁNTROPO

Cuando supo qué era él todos sus sueños, sus anhelos, sus objetivos, su vida misma dio un giro cambiando al completo. Jamás, ni en sus peores pesadillas habría imaginado que el destino le jugara aquella mala pasada pero su existencia misma había sido previamente decida por alguien mucho más poderoso que él y los suyos.

Siempre soñó con ser un gran abogado, defender la justicia y jugarse por lo que era correcto y ético fue su deseo pero ahora....Mejor olvidarlo ya que lamentarse no serviría de nada. Ahora tendría que llevar sobre sus hombros una maldición que pasaba de generación en generación debido a problemas del pasado, de otra época cuando él ni siquiera existía. ¿Qué culpa tenía él? Después de todo había sido el error de su bisabuelo lo que ocasionó semejante tragedia ¿por qué tenían que pagarlo sus descendientes? Preguntas sin respuestas se agolpaban en su mente atormentándolo cada vez más mientras la noche se acercaba.

La oscura y fría noche se iba acercando cada vez más y él lo sentía en su propio cuerpo, cuando la oscuridad se adueñó de la ciudad al completo salió ella. Tan bella y resplandeciente como siempre, su larga cabellera plateada brillaba con intensidad, su lozana piel blanca formaba su esbelto cuerpo, lo miró al joven maldito con severidad con esa plateada mirada. Su blanco vestido se adhería a su delicado y sensual cuerpo. Elevó su mano derecha llevando su palma hacia sus labios y deteniéndola a escasos centímetros.

- Por favor - suplicó el muchacho- No....no lo hagas....por favor - 
Pero ella ignoró sus ruegos y sopló suavemente sobre su blanca palma, de la misma surgió un polvo gris plateado que fue conducido por el aire hacia el joven. Tras ser rozado por este, el muchacho comenzó a sentir los efectos de la maldición en su propio cuerpo. Los dolores aparecieron de repente, el calor corporal empezó a incrementarse a gran velocidad, sus huesos adquirían nuevas dimensiones.

Sus alaridos desgarraron la noche misma, cayó al suelo ya que no consiguió mantenerse en pie. Sus ropas empezaron a romperse a medida que una alfombra de pelos iba apareciendo en todo su cuerpo. Se arrancó los despojos que cubrían su cuerpo, sus uñas crecieron de forma descomunal al igual que lo hicieron sus manos y sus pies. Un enorme hocico apareció en su rostro junto a largas y puntiagudas orejas. Al querer gritar de su garganta salió un aullido. La bestia se hubo adueñado de su cuerpo transformándolo completamente y despojando al humano a un oscuro rincón de su propio ser.

- Ve - dijo la joven con voz suave - Despedaza - ambos se sostuvieron la mirada, el humano seguía luchando en el interior de la bestia - Destruye todo aquello se ose interponerse en tu camino - el humano fue perdiendo el control de su ser - Cumple con la maldición que condenó a tu bisabuelo y a todos los descendientes varones de su familia - el humano finalmente fue vencido y una vez más la bestia tomaba el control. Aulló de nuevo y se alejó del lugar agrandes zancadas. La joven blanca desaparecía tras envolverse con los plateados rayos de la luna.

&

El amanecer comenzaba a nacer y junto con él los efectos de la maldición desaparecían, el licántropo yacía sin fuerzas en la playa, junto con los primeros rayos de luz su peludo cuerpo iba transformándose nuevamente. Los pelos desaparecían, sus huesos se achicaban recobrando su forma original. El aspecto de humano se fue haciendo visible como así también su lado humano fue tomando el control y la bestia era enjaulada en su interior.


Transcurridos unos momentos el joven regresó y la bestia se esfumó, un destello dorado surgió de la nada envolviéndolo al completo para corporizar las ropas que la bestia destruyó en todo su cuerpo, como si jamás hubiese sucedido nada. 
El destello dorado desapareció al tiempo que un joven rubio de ojos dorados surgía de la nada a su lado. Contemplándolo con compasión dijo:
- Despierta muchacho - su voz juvenil retumbó en el silencio de la playa

El humano abrió los ojos, su respiración se le entrecortaba, se miró estudiando con detenimiento cada parte de su cuerpo. Buscaba rastros de la bestia pero solo veía al humano, como si aquel monstruo jamás hubiese existido. La angustia lo atormentaba cada vez más ya que su mente lo recordaba todo. Los asesinatos, los alaridos de desesperación de sus víctimas, los destrozos ocasionados. Todo estaba en su mente, vivo en sus recuerdos. Contempló al extraño con profundo pesar pero aquel que resplandecía como el sol se limitó a sostenerle la mirada en silencio.

Tras incorporarse el joven humano expresó con voz entrecortada:
- Por favor....dime ¿cómo puedo deshacerme de esta maldición?
- No existe una cura si es a eso a lo que te refieres...lo lamento mucho muchacho
- ¿Quieres decir que...tendré que cargar con esto el resto de mi vida? 
- Así es
- ¿Por qué? ¿Qué hice yo?
- Nacer en una familia maldita muchacho...ese fue tu gran error
- ¿Qué? ¡Tus palabras no tienen sentido! Alguna cura debe haber...todo tiene una solución
- No esto - contestó el joven dorado - Esto va mucho más allá que las leyes de tu mundo
- Es injusto
- Si supieras el motivo por el cual fue lanzada la maldición no dirías eso - contestó con dureza el extraño de ropajes dorados y belleza varonil
- No me importa porque yo no hice nada, no dañe a nadie


El joven dorado lo silenció con tan solo un simple gesto de la mano, no tenía por qué explicarle nada ya que se trataba de un simple humano y encima uno maldito. Solo se limitó a decirle:
- Te recomiendo que disimules muy bien ya que si se enteraran tus pares que fuiste tú el que ocasionó tantos asesinatos estarías perdido 
- ¿Perdido? ¿En serio? - la ironía molestó al extraño - ¿Cómo podría estar peor?
- ¿Me estás desafiando muchacho?

El joven humano lo contempló en silencio, sus negros cabellos estaban revueltos por el viento, su turquesina mirada despedía rebeldía e ira total. Pero al final cedió ya que sabía que nada bueno obtendría siguiendo ese camino, suspirando con resignación negó con la cabeza. 
Menos mal - dijo el extraño - Porque podría irte muchísimo peor ¿sabes? - el humano asintió con la cabeza - Así me gusta, que seas respetuoso 
- ¿Puedo preguntarte algo más?
- Adelante
- Si tu tienes el poder de regresarme a mi forma original por unas doce horas ¿podrías romper esta maldición definitivamente?




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