Mi nuevo destino estaba a la vista. El Land Rover, mi fiel compañero, ascendía por las rutas serpenteantes de la Cordillera, con cada curva revelando paisajes más imponentes. Las palabras de Martín me acompañaban, un bálsamo reconfortante contra la incertidumbre. Esa certeza de encontrarnos a mitad de camino, esa promesa tácita, me anclaba, dándome una paz que mis análisis científicos no podían ofrecer.
La llegada a Villa La Angostura fue un aterrizaje suave, muy diferente al impacto sensorial de Cobre Muerto. El pueblo se desplegaba a orillas de un lago de aguas turquesas, rodeado de bosques densos y montañas majestuosas. Era un lugar pintoresco, turístico, con cabañas de madera y jardines floridos, pero mi destino no era el ocio. Me dirigí a la zona de investigación, un pequeño complejo discreto, apartado del bullicio central.
Me recibieron con la formalidad que el Instituto exigía. El edificio principal era una construcción moderna, de líneas limpias, con grandes ventanales que ofrecían vistas espectaculares al paisaje. Dentro, el ambiente era ordenado, pulcro, con el zumbido constante de los equipos.
—Dra. Vance, bienvenida. Soy la Dra. Clara Méndez, jefa de esta delegación. Hemos estado esperándola —una mujer de mediana edad, con una sonrisa amable y ojos vivaces, se acercó a recibirme. Su voz era cálida, con un acento del sur marcado. Detrás de ella, dos jóvenes asistentes, una bióloga y un sociólogo, asintieron con entusiasmo. Parecían genuinamente emocionados con mi llegada, quizás por mi reputación, quizás por la novedad de un rostro nuevo en un lugar tan remoto. —Gracias, Dra. Méndez. Es un placer estar aquí —respondí, sintiendo el peso de la carpeta del proyecto en mi mano. —Hemos preparado su espacio. Queríamos que tuviera su propia autonomía, dado el tipo de investigación que realizará. Será suyo por el término de seis meses, o el tiempo que el Instituto considere necesario —continuó, indicándome un ala separada del edificio principal.
Mi "espacio propio" resultó ser un pequeño apartamento adosado al complejo. Era más grande que mi cabaña en Cobre Muerto, con una pequeña cocina, una sala de estar y un dormitorio. Las paredes eran de un blanco inmaculado, y los muebles, funcionales y modernos, carecían de la rusticidad de Cobre Muerto. La ventana de mi dormitorio daba a un denso bosque de arrayanes y cipreses, con la promesa de una soledad visual que, esta vez, me resultaba menos amenazante.
Las personas en el lugar, la pequeña comunidad científica de la delegación, parecían ser el tipo de profesionales que esperarías en un instituto de renombre: precisos, analíticos, con un respeto reverencial por los datos. Observé sus interacciones durante la cena esa noche. Eran cordiales, eficientes, pero había una distancia, una reserva en su forma de relacionarse, un contraste con la inevitable interconexión de Cobre Muerto. Aquí, la individualidad no era un lujo, sino la norma.
La conversación giró en torno a los patrones de sueño locales, las leyendas de la zona sobre la "mala suerte" de dormir solo en los bosques profundos, y los primeros informes de insomnio en algunas aldeas remotas cercanas. Mis colegas aquí parecían más interesados en la epidemiología y la neurología pura, buscando causas genéticas o ambientales, sin los matices culturales que yo había empezado a percibir en Cobre Muerto. No había mención de "aversión ancestral" o "vigilias compartidas" como formas de vida, sino como "anomalías" a erradicar.
Mientras escuchaba, sentí la familiar dicotomía en mi interior. Mi mente científica se deleitaba con la promesa de un nuevo rompecabezas. Aquí, podría aplicar todo mi rigor, sin las "subjetividades" que habían ofendido al Instituto. Pero en la quietud de mi nuevo apartamento, bajo el manto de un silencio profundo que solo rompía el susurro del viento entre los árboles, una parte de mí seguía escuchando otro eco. El murmullo de Cobre Muerto. La voz de Martín. Y la certeza de que, aunque el destino me hubiera traído a un nuevo lugar, la mitad del camino ya estaba trazado en mi corazón.
¿Qué descubriría Elara en esta nueva investigación en Villa La Angostura, y cómo la acercaría o alejaría de Cobre Muerto y de Martín?