Guardianes: Los héroes aztecas.

CAPITULO 2

Me sentía mareado, estaba cansado de tanto correr que podía vomitar, siento los pasos de ellos tras de mí, regla aprendida no hacerse el gracioso con los matones, miro hacia atrás, tropezando con una banqueta como resultado, los matones más cercas y mis pantalones rotos.

—Ríndete Wayne — Dice el pelirrojo, sus cachetes estaban color tomate por el esfuerzo de correr, tenía 2 opciones corría de nuevo, o dejaba que me dieran una paliza.

—Mira por allí va tu mamá — Golpe bajo, chistes de madres y ellos por caer, corro con todas mis fuerzas como si mi vida dependiera de ello, debía de dar vuelta a la izquierda o a la derecha voy en preparatoria y todavía no se diferenciar, me doy cuenta de que me equivoque, estoy al borde de un precipicio maldita ciudad, detestaba estar aquí.

—¿Quién hablo demasiado rápido? — Me habían alcanzado.

—Oye ¿Por qué no olvidamos todo? — Pregunto, alzando las manos, cada vez estaba más cerca de caerme al agua.

—Nadie se mete conmigo — Me lanza una piedra a la pierna haciéndome flaquear, cada vez tenía una cara más aterradora que la anterior —. Arrodíllate y pídeme disculpas.

—Marcos... detente — Le dice uno de sus compinches, el sol calaba, me pongo como puedo de rodillas, en este momento no me importaba mi ego —. No te detengas... Mátalo...

—P-perdón — Digo mientras la arena entraba a mi herida, con un ojo entrecerrado miro como el trae otra piedra entre sus manos.

—Nunca dije que te dejaría ir — Lanza la piedra a uno de mis hombros, haciendo que pierda el equilibrio, caigo hacia abajo, hacia donde las piedras de juntan, mi cabeza golpea con una roca, haciendo que me sea imposible moverme. Abro los ojos y otra vez estoy en el inicio, corriendo de Marcos y sus matones, repetía varias veces la misma cosa, sin parar el mismo evento y todo terminaba de la misma manera, yo corriendo de Marcos.

—Yo te puedo ayudar... — Me dice la voz que siempre había escuchado en mi cabeza, ahora era más clara que antes, esta me habla, mientras corro —. Di que me ocupas...

—¿Quién eres? — Pregunto al aire, mientras sigo huyendo de Marcos, me tropiezo cayendo para rasparme todo el brazo, esto era lo diferente, me había raspado todo.

—Soy un viejo amigo... Por primera vez déjame ayudarte... déjame tener el control sobre ti... — Esto último sonaba mal, pero cierro los ojos, y ahora no estoy en el exterior veo como Diane sale de su cara, con la cara roja, Marcos la había lastimado otra vez, mientras este le grita de todo, cierro la ventana y me pongo a ver caricatura, esto no eran eventos pasados, eran recuerdos, yo ya había vivido esto, eran eventos de los cuales estaba arrepentido —. No quieres tener el poder de hacer lo que quieras...

—¿Cuál es el costo? — Pregunto mientras miro a Diane, llorando enfrente de mi casa.

—Solo harás algo por mí... — Me dice mientras yo asiento con la cabeza, me volteo al ente y era realmente un ser aterrador e imponente, estaba asustado —. Y no me escucharas más... No hablare más...

Eso me encantaría, el no poder escucharlo nunca más.

—Un dios siempre cumple sus promesas... — No entendía a que se refería pero acepto, con la condición de que ambos coexistiremos con consentimiento. De que ambos vivamos en el mismo cuerpo, siempre lo hemos hecho, no veo razón para no hacerlo ahora.

La habitación se comienza a incendiar, haciendo que abra los ojos, lo anterior había sido un sueño, y la verdadera razón era que me había desmayado en el salón, ahora todo lo miraba diferente no había mucho color, era como si un filtro recubriera todo, no me dejaba ver nada, solo miraba a mis pies, como mi hermana estaba estudiando, solo se aluzaba con la luz de su celular, nunca la había mirado así, me había tocado varias veces ver como mi padre la regañaba por no estudiar, cierro los ojos un momento me pesaba tenerlos abiertos.

—¿No ha despertado? — Le pregunta un chico a mi hermana.

—Solo ha tenido ciertos movimientos — Le contesta ella, abro los ojos nuevamente y esta se acerca a mí.

—Michael, llama al doctor. Nathan ¿Sabes dónde estás? — Me dice mi hermana mientras me ayuda a quitar las cosas. No me deja hablar por que comienza a examinarme. El doctor llega y esta deja de atosigarme.

—¿Cómo te sientes? — Me pregunta el doctor.

—Bien, solo me duele un poco el cuerpo — El examen dura un rato más, para después dejarme ir, no encontraban que me había pasado, pero debía de dar gracias por estar con vida, mi hermana me trae una gelatina de naranja para que coma algo, pues había estado inconsciente por un día entero —. ¿Y mis papás?

Le pregunto a mi hermana, pero entra un chico con unas charolas de comida.

—Trabajando, ya les avisé y vendrán a verte cuando puedan. Creo que mi padre ya viene en camino — El chico me sonríe, tenía el cabello teñido de gris, ojos marrones, y una gran sonrisa, este me da una charola y me cambia mi sándwich por el de él.

—Tu hermana me contó que eres prefieres no comer nada de producto animal, así que toma el mío es de aguacate — Veo a mi hermana y miro al chico, sonrió y la miro, este se sienta delante mientras toma su licuado.

—Nathan te presento a Michael, mi novio — Ambos nos miramos entre nosotros —. Te mato si le cuentas a mamá.

—Un placer Nathan — Me dice extendiendo la mano para estrecharla, y asiento mientras miro a mi padre entrar enojado.

Este entra mientras me ve comiendo, hace una cara de enfado, pero como buen padre, aparenta ante las personas y pide al chico que se marche. Por primera vez nos quedamos los tres solos, me sentía de los nervios.

—¿Qué te paso? — Pregunta finalmente.

—Sufrió una convulsión, aún no sabemos a qué... — Mi padre la calla, con su mirada.

—Le pregunte a Nathan ¿Qué te paso? — Trago saliva, estaba muerto de miedo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.