Guardianes: Los héroes aztecas.

CAPITULO 28

Un ser amorfo sin cabeza, y con el corazón expuesto, es visualizado desde el piso, caminaba con un gran garrote, que hace que el aire se me vaya, la voz en mi cabeza se jacta de que él lo había provocado, pero no era por él había algo más. El celular comienza a vibrar haciendo que el monstruo levante la mesa tirando todas las cosas, haciendo que todo se caiga, por reflejo creo una barrera que nos protege contra el golpe de este, Diane lanza una bola de fuego al momento de que este vuelve a levantar su garrote, pero nada le pasa.

—Debemos de llamar los chicos — Me dice Diane, pero niego con la cabeza.

—No siempre estarán — El ser golpea varias veces, debilitándome —. A la cuenta de tres tomemos caminos diferentes.

Desde otro golpe comenzamos a contar, este da el otro golpe a la cuenta de tres, giro hacia la izquierda, mientras me levanto, para correr en dirección opuesta a mis amigos. Camino deprisa tirando todo lo que se acercaba, buscaba la salida con tal de librarme de esto, el pecho me iba a explotar. Esto solo era ganar tiempo antes, camino todo derecho para darme cuenta de que había una puerta que no estaba aquí cuando llegamos por primera vez, el miedo hace que me dé cuenta de algo, jamás había escapado de mi mente.

—¿Te divertiste? — Comienzo a golpear mi cabeza una y otra vez con demasiada fuerza, pero no sentía dolor, solo desesperación.

—SAL DE MI CABEZA — Grito haciendo que los vidrios se rompan.

—TU SAL DE MI CUERPO — El monstruo es capaz de alcanzarme se encuentra manchado de sangre, eso significaba una sola cosa, que había alcanzado a Silas y a Diane, estaba tan redimido. Pues sé que era inútil, nada que hará que pueda salir, cuanto más me pensaban castigar, este me aplasta haciendo que despierte abruptamente.

Mi hermana me pide que me calme, pero no podía en este momento, no debía de calmarme, la empujo haciendo que ella me grite, de dolor, tomo una daga que estaba en el piso, para ponerla en mi cuello, estaba histérico mientras miro todas las caras, estas me invitaban a que lo dejará, bajo la guardia al ver a mi hermana, llorando odiaba verla llorar, pero tenía confirmar si yo era real, corto mi brazo, pero la daga desaparece dejándome solamente con el dolor, todo era una maldita ilusión.

La historia vuelve a repetirse una y otra vez, me levanto me corto el brazo y vuelvo a despertar, estaba tan agotado, caigo de rodillas y las personas en la habitación desaparecen.

—Te lo dije Nathan… No dejaré que nada te pase… — Su cuerpo se materializa en un ente igual a mí, hasta este punto no sabía si era real o lo estaba imaginando, realmente no sabía si podría imaginar estando en mi cabeza. Estaban cansado, tan dañado… Que morir ya no sonaba tan mal… —. Anda chico, dame el poder.

Pide el ser, pero niego con la cabeza, no iba a darle nada. Podría torturarme, herirme, patearme e incluso matarme, podría resistirlo, pues si moría el moriría conmigo, si moría evitaría que tocara a las personas que amo en la vida real.

Mi mente me traslado nuevamente a cuando tenía 14 años, estaba tirado en mi cama, mis brazos estaban vendadas, sabía perfectamente que me había pasado, lo entendía perfectamente, me costaba respirar, cierro los ojos para oír la conversación de mis padres.

“No podemos seguir así… Necesitamos ayuda profesional…” Dice mi madre angustiada, hablaban afuera de mi habitación “Cada vez está peor”

“Es por eso por lo que se debe de ir a un manicomio, antes de que dañe a alguien. EL -ES - PELIGROSO” Golpea la pared, haciendo que retumbe. Mi padre era la voz de la objetividad, aunque sonaba mal, sabía que era un peligro, y mi padre tenía mujeres a las cual proteger. Las heridas en mis muñecas era el resultado de mi irresponsabilidad y del poco afecto que le tenía a la vida.

El ser hace presencia delante de mí, no lucía tan aterrador…

—Yo era un dios poderoso, no había otro como yo… Pero ¿Sabes lo que es ridículo Nathan? — Pregunta este mientras sigo acostado, las fuerzas se me habían ido —. Nadie me recuerda. Fui el dios que llevo a la gloria un pueblo que se dignó a fracasar.

Camina molesto.

—Juré volver, pero a qué precio, en el cuerpo de un chico débil… Puedo explotar tus poderes, confía en el colibrí zurdo… — Estaba mirando a la nada corrompido, miro a Huitzilopochtli. Negando con la cabeza, me levanta y me golpea el estómago con su puño haciendo que el aire se me escape. Comienzo por toser y comienza a reírse —. VAMOS LEVANTATE. 

Me pide mientras me jala del cabello, soy capaz de tomar un lápiz y mi boca habla por su propia cuenta, diciendo algo que no tenía idea.

—Ixcocoa… — Escucho un grito desgarrador del dios que se tapa los ojos, no mira nada, mientras me libera, me arrastro lejos, limpiándome la sangre, la frase había tenido tanto poder que se toma la cara sus ojos estaban nulos… La cara de Adeline se viene a mi mente cuando viajamos al inframundo, tomo un lápiz que estaba por allí para aproximarme con mucha fuerza —. ¡Zozoloa!

Este se ríe haciendo que la un poco de sangre caiga. Tomo con mis dedos la que pueda y trazo los símbolos raros que ella hizo para salir.

—TU MALDITO MAL AGRADECIDO — Me dice, pero era demasiado tarde, la luz comienza a salir, sonrío.

—NOS VEMOS EN EL INFIERNO — Despierto nuevamente, estaba en una habitación desconocida para mí, jamás había estado aquí, estaba amarrado completamente con cuerdas, no podía zafarme, sentía el piso frio extrañaba la sensación de sentir algo, miro por el rabillo del ojo como es que alguien se asoma.




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