Guardianes: Los héroes aztecas.

CAPITULO 38

Todos íbamos en un completo silencio mientras caminábamos entre los largos pasillos que cada vez parecía que se alargaban más, Adeline intentaba lanzar fuego, pero era inútil, mientras que lo de Dylan se debía más a su inteligencia que al verdadero apoyo de Thot, pero a decir verdad necesitábamos más ayuda de lo posible.

Me acerco a Adeline quien estaba mordiendo su uña intentando buscar una solución, pero ambos sabíamos que esto no estaba en el libro, era algo que debíamos de intuir, Malek toma la delantera dejándome a solas con ella, mientras trato de calmarla.

—Creo que es mal momento para mencionarlo, pero como me voy a separar de Huitzilopochtli… — Ella solo me sonríe. No era la sonrisa que daba siempre a contrarias de otra veces, era sonrisa de desesperanza.

Frente a nosotros después de caminar por un gran tiempo, y cada vez parecía que estábamos más abajo, se encontraba una puerta, llegamos a unas escaleras, al subir mi corazón comienza a latir, al subir el primer escalón comienza a latir demasiado rápido, las luces comienzan a encenderse, logramos visualizar lo que miles de investigadores buscan, una ciudad oculta, grandes ríos conectados aún funcionando, estatuas grandes que dan ambiente al lugar, podría jurar que son guerreros, el sonido del agua correr tranquilizaba, bajamos rápidamente, veo a Adeline pasmada y con justa razón, su padre busco tesoros en otras ciudades por años, y murió buscando una ciudad, y ahora ella indirectamente continuo con el legado, William Allen miro la ciudad de piedra a través de su pequeña hija.

Camino a tomar agua, el primer sorbo me hace darme cuenta de que es agua potable, hago señas y bajamos a tomar, tenía cierto gusto a arena, ayudo a bajar a Diane para que se ponga de rodillas, mientras mojo un pedazo de tela y lo paso por sus heridas, limpiando su piel roja, mientras con sus manos toma agua.

—¿Qué sigue ahora? — dice Silas recargándose en una estatua, mientras descansa, él también se había llevado una carga pesada.

—Nathan, debe de invocar a Quetzalcóatl — Dice Dylan, miro que sigue leyendo siento que en cualquier momento James tomaría esos libros y los botaría, ya que se la pasaba leyendo en los momentos más inadecuados, no había visto ni por un segundo la ciudad, me recuesto de espalda y las piedras estaban heladas.

—¿Por qué ha Quetzalcóatl? — Me dice mientras comienzo a marearme, este se acerca mientras con sus manos toma más agua y me da más, haciendo que cierre los ojos…

 Tengo calor, siento como si el aire se me fuera, no puedo moverme, y solo puedo soñar, soy el espectador donde un joven está molesto, y hablándole al pueblo.

—¡Los sacrificios están mal! — Murmullos de burla y otros de razonamientos estaban a favor del chico.

—Él es un enemigo muy fuerte, ¿No lo crees Xipe Tótec? — Volteo a mis espaldas, pero no había nadie hablando, solo escuchaba esta platica en mí.

—Huitzilopochtli, hay que llamar a Tezcatlipoca — Al decir esto, me traslado hacia otra parte donde solo veo las siluetas negras, dos personas altas imponentes, es encontraban de pie mientras la tercera persona se encontraba arrodillado.

—Hermanos, acudo a su llamado — No entendía por qué los llamaba hermanos cuando claramente, sus niveles son totalmente diferentes y entre hermanos bien criados no hay diferencia…

—Tezcatlipoca, te vas a encargar de burlar, engañar y mortificar a Quetzalcóatl — Ambos dicen al unísono, este cambia su forma, el haber mostrado sumisión era parte de su engaño, pues en esto él era maestro.

—No se preocupen hermanos, cumpliré fielmente su deseo — Este se transporta a varias situaciones le da un espejo a Quetzalcóatl, este al verse con arrugas, cicatrices y llagas desiste en querer ir a Tollan.

Río victorioso, pues el plan le había salido mal, pero este decide ayudarlo, no entiendo nada, sin darme cuenta, estábamos en esta ciudad, bebiendo, comiendo, el ambiente estaba tan alegre, la música era la medicina para el corazón, mientras que cada vez Quetzalcóatl, se iba embriagando, mi instinto decía que algo estaba mal, cierro los ojos y al abrirlos, me encuentro con una escena que me dejo pasmado.

—Perdón... perdón… — Llora el pobre Quetzalcóatl, sus manos se encuentran manchadas de sangre de los que él consideraba sus hermanos, él se oponía a los sacrificios, pero allí estaba había comido y bebido de sus cuerpos, había roto su código moral, lloraba y se sentía tan culpable —. Me he embriagado, he comido carne humana y me he vuelto como mis hermanos, nada podrá borrar la mancha que ha oscurecido mi nombre y mi divinidad.

Sus remordimientos fueron tan grandes, su angustia no tenía límites. Nadie se atrevía a consolarlo ni alentarlo.  Entonces lloro amargamente.

“Dylan, lo vas a matar” Escucho como gritan, pero eso hace que me resista a que me sigan metiendo la cara en el agua, y empujo a Dylan, mientras recupero el aliento, Adeline se acerca a mí, mientras la voz se hace más potente.

Tenía que deshacerme de este dios quien buscaba mi cuerpo.

—Nathan concéntrate — Me dice tomando mi cara.

—No podre tomar a Quetzalcóatl hasta que… — Comienzo a gritar pues el sonido es insoportable —. Este fuera de mí. Hasta que ellos estén fuera de mí.




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