Guardianes: Los héroes aztecas.

CAPITULO 42

Monstruos quienes tienen formas de jaguares se dejan venir a nosotros, tomo una de las espadas mientras corro con Dylan por la ruta larga a la noria, corremos sin importarnos que nos sigan, tratamos de ser más rápidos, pero era inútil seres a 4 patas, se parecían cargados de una chispa y energía hace que se propulsen más rápido haciendo que se tiren sobre mí, Dylan golpea al ser con una daga, pero inútil, no es capaz de entrar en su cuerpo.

Malak lanza una roca golpeando al jaguar, mientras le lanza a Dylan la mochila.

—Corran — Ella comienza a llamar la atención, Diane toma la delantera, mientras corro otra vez a subirnos, en el cielo comienza a verse la luna moverse, tomo la mochila en mis hombros, mientras la voz se vuelve más fuerte, caigo de rodillas, Dylan se vuelve para cargarme mientras Anthony aparece junto con Owen para encargarse y cuidarme la espalda mientras me detengo en la noria, me pone abajo y no soy capaz de levantarme.

—Adeline, tienes que levantarte — Me pide mientras veo a Nathan siendo arrojado por Marcos —. Vamos tienes que hacerlo.

—No puedo no puedo más — Le digo escuchando la voz aturdiéndome, limpio mi cara y veo la sangre caer por mi cara, este se alarma.

—Te di la mitad de mi vida, por favor no me hagas desperdiciarlo — Eso hace que lo que pensaba en ese momento se nubla —. Arriba.

Me levanta del brazo, para ayudarme a subir. Estábamos asustados, él se toma de una mano del bardal para poder lanzar flechas, mi mente estaba confusa de donde había agarrado el arco y las flechas, tal vez ni la mitad de las cosas habían pasado como las estaba viviendo en este momento.

“Deja de intentarlo” Me dice Huitzilopochtli, me recargo en el barandal, no era la altura eran las palabras de el que me repetían lo insuficiente que era.

—¡Puedes hacerlo! — Me grita Nathan mientras despeja a los monstruos, estaba lleno de tierra, con una gran herida que se miraba perfectamente de donde estaba, subo un poco más entre los barandales, era difícil llegar a la punta, pues más se me dificultaba maniobrar, veo que comienza a amanecer, y era cada vez más pesado, el aire comienza a faltarme, me sentía oprimida. Y no podía pensar con claridad.

—¿Qué harás una vez que esto acabe? — Me pregunta Dylan ayudándome a subir, veo por error hacía abajo mirando que estábamos bien alto —. Hey… Venciste a Seth sin importarte nada… Salvaste al mundo… ¿Que es la altura en comparación a los dioses?

Me da la mano, mientras me sostiene al agarrar todo, ya estaba adentro. El me da el empujón que necesito para llegar a la copula, desde donde estoy miro como Malek esta tirado a una orilla, se vuelve a levantar, todos están concentrados, no escucho nada, amaba esta calma, tomo la daga de mi pierna para cortar un poco de sangre al mismo tiempo que la luz se guarda aquí, las campanas eran más fuertes en mi cabeza, tan fuertes que era imposible escucharlo, con mis piernas me obligo a tomarlo, pero mis manos callan el sonido.

Dylan se apresura a ayudarme con la vasija, pero era demasiado tarde pierdo el equilibrio, el sonido era tan fuerte que olvide sostenerme, Dylan me toma del brazo, mientras todo su fuerza depende de las piernas, con una mano me sostiene mientras que con otra guarda los objetos, debí de haber pedido que alguien más viniera, pero tenían razón… No podía cambiar mi destino, todos los caminos siempre darán al mismo lugar, nada importaría ahora, trato de equilibrarme con la otra mano, pero no me respondía.

—Maldita sea Adeline resiste — Me pide, mientras veo que él se está resbalando, su mente duda un poco en soltarlo, lo noto en su mirada —. ¡ALGUIEN AYUDENME!

—Dylan escúchame — Le digo entre lágrimas, mientras el me sostiene mucho más fuerte, la voz en mi cabeza no me dejaba pensar con claridad —. Tienes que ser fuerte, ayudar a los demás, detener a….

No alcanzo a terminar por que el me suelta, nunca había visto todo tan lento como en ese momento, sabía que había miedos que no debían de enfrentarse pues estos te podrían matar. El grito de él se vuelve sordo ante la onda expansiva que hace que todo comience a brillar, mi espalda impacta contra el cemento. Haciendo la inmediata oscuridad. He muerto.

Estoy en una habitación blanca, pero acogedora un señor de espaldas está delante mío, su cabello largo azabache, combinaba con un castaña chaqueta, me resultaba tan familiar, hasta que veo su rostro... La persona que espere ver con tanto tiempo estaba delante de mí…

—¿Papá? — Digo aun recostada en el piso, él se voltea y claramente es el, me levanto y lo abrazo, las lágrimas no paran de salir... Esta sensación se sentía cómoda no había dolor, no había nada que sintiera que me molestará todos los males se aliviaban con esto, con el cálido abrazo de mi padre.

—No sabes cuánto te extrañe abejita...— Me dice mientras me acaricia la cabeza.

—¿Dónde estamos? — Le digo mientras me alejo un poco, estaba consternada.

—Es nuestra propia interpretación del paraíso — Me dice mientras toca mi rostro, la habitación cambia a donde el me pidió que lo esperaba ambos mirábamos el horizonte, era todo tan perfecto —. Adeline, estás...

—Muerta... Lo sé — Le digo, mientras le sonrió.

—Cuéntame ¿Que has hecho? — Me dice mientras nos sentamos en compañía del otro.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.