Guardianes: Los héroes aztecas.

CAPITULO 45

P.O.V Nathan

Miro a los dioses quienes nos tenían sentados a su merced, me sentía de una manera de castigo, pero habíamos hecho todo bien, Diane estaba recostada mientras nos sirven agua, estaba demasiada helada y refrescante, teníamos hambre. Pero los dioses seguían reunidos discutiendo que hacer con nosotros, eran como políticos con poderes, ojalá pudiera hacer algo para

—Hemos decido mandarlos de nuevo al mundo humano — Nos dice un dios en un modo de no haber más opciones, como si esa fuera nuestra única opción, siempre había aceptado mi destino, hasta que conocí a Adeline Allen, la chica que me enseñó a que hay más opciones, hay más decisiones.

—¿Solo así? — Pregunta Silas al mismo tiempo que Diane lo jala el brazo.

—Los humanos siempre tan egoístas… — Exclama Tlaloc, sus personalidades eran más reacias a las que conocíamos.

—¿Egoístas? viví toda mi vida con un maldito dios que me menospreciaba, me hicieron tomar medicamentos que me hacían dudar de lo que miraba, vomitaba en un baño e incluso corté mis venas más de una con tal de borrar mis recuerdos. ¿Me están diciendo que está mal pedir algo a cambio?

—Le perdonamos la ofensa de su amigo, ¿Qué más quieren? — Replica molesto, pero no íbamos a dejar.

—Cumpliremos tres de sus peticiones — Dice Quetzalcóatl poniendo orden entre todos, la gran serpiente se desliza entre el suelo para mirar a Diane, si alguien me dijera esto, creería que es un sueño, pero ver a la bestia lucia tan bella, su piel cromática era hipnotizante —. ¿Qué es lo que deseas?

—Que solo nosotros recordemos esto — Pide mientras su mano se extiende a tomar una pluma de su cabeza.

—¿Eso quiere tu corazón? — Ella asiente con la cabeza, mientras se gira a Silas.

—Quiero su eterna protección — Pide el tomando una escama, siento una presión en el estómago.

—Nathan, mi querido guardián ¿Qué es lo que quieres? — Me pregunta mirándome con sus grandes ojos amarillos, las palabras se traban y se amontonan en mi boca. Miro a los demás y me da vergüenza decirlo.

—Quetzalcóatl… Lee mi alma… — Le pido para que él sepa lo que deseo, una lagrima cae de este, al mismo tiempo que todo da vueltas.

Yo solo tenía un remordimiento y realmente esperaba que se cumpliera, abro los ojos y mi cama me da el consuelo, siento la sabanas heladas, y mi mente calmada, por primera vez al levantarme sentía la cabeza ligera, no había nada, me siento en la orilla y busco en mi celular la primera noticia me deja helado.

“MUERE ADELINE JANE ALLEN, HIJA DE LA MODISTA MERCY WEST DE CAUSAS NATURALES A LOS 19 AÑOS”

Las lágrimas caen sobre el teléfono, manchándolo. Me sentía fatal, por el hecho de que no pude hacer nada para salvar a Adeline, una llamada de Diane hace que las lágrimas se corten, mientras miro al techo.

—¿Diane?

—Lo logramos, estamos a salvo — Sonaba tan agradecida, suelto un suspiro y la voz de mi hermana pide entrar.

—Te veo en la escuela — Le digo cortando en seco lo que me trate de decir para ver a Rosa acercarse a mí, me toma la cara para abrazarme.

Correspondo su abrazo, tomando su cabello. Lloraba en sus brazos tratando de hacerme sentir mejor, pero era inútil, nada me hacía sentir mejor.

—Lo hiciste bien — Me consuela.

—No pude salvar a Adeline, le prometí y no cumplí la promesa — Le digo llorando, mientras ella me aleja mirándome el rostro. Su pulgar acaricia mi mejilla, sonriéndome con una maldita sonrisa el deja vú es eminente.

—No fue tu culpa… Eran niños — Ella me abraza más, hasta que las lagrimas dejen de salir, y el deseo de desaparecer se esfuma —. ¿Qué vas a hacer?

—Tengo que ir con ellos… — En mi mochila llevo un cambio de ropa, para ir después de la escuela.

Estábamos solos en la casa, ni mi padre ni mi madre se encontraban por lo que me permito ir tarde, relajarme un poco, atacar el refrigerador, darme el peor atracón de mi vida, para terminar vomitando. Me había limitado tanto que ahora estaba bien, todo volvería a la normalidad, pero porque extrañaba la voz en mi cabeza que me auto despreciaba.

—Tienes que levantarte — Me dice alguien desde la ventana de la cocina, su cabello rojo hace que sienta miedo pero a la vez alivio.

—Marcos…

Salgo por la puerta de detrás, para verlo. Era él, justo como ese día, pero ahora tenía una cicatriz.

—¿Qué paso ese día? — Me pregunta mientras me da una soda.

*Flashback*

Estaba más asustado que emocionado, Adeline y Dylan toma la delantera, mientras me enfrento a Marcos, nuestras energías eran demasiado opuestas, me dolía ver a Marcos, su cuerpo estaba demasiado putrefacto, eso demostraba solo una cosa, lo que pasaba con un recipiente no hecho para soportar a un dios.

—Hola… — La voz de Xipe Tótec se encontraba mezclada con una tercera oculta en un grito oculto, siempre pensé que Marcos estaba en el paraíso, pero me equivoqué. En listo mis poderes, una de sus bestias se deja ir tras de mí, pero con ayuda de Silas quien nos cuida la espalda hace que nos acerquemos mucho más rápido de lo normal, para poder enfrentarnos, el cuerpo de Marcos putrefacto hace que sea más sencillo poderlo patearlo y derribarlo —. ¿Dónde está mi hermano?...




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