—¿Vas a entrar? —Marcos y Kayla están fuera de la casa Alfa, donde ambos viven, pues en los años pasados se ha reconstruido, ampliándola para que vivan las familias de los líderes de la manada.
—En unos minutos —El licántropo asiente por la respuesta y entra a su hogar, pues aunque su padre no es uno de los principales líderes de la manada, se le considera como tal.
Con la luna brillando en cuarto menguante y las estrellas acompañando la luz lunar evitando que la oscuridad cubra las infinidades del bosque. Sus ojos se fijan en su precioso collar, un pétalo de rosa medio chamuscado refleja la luz de los astros por la cristalización que le rodea. Vuelve a guardar su peculiar accesorio dentro de su blusa y suspira para entrar a su casa.
—Pero si es la bella Kayla —Una voz teñida de fingida amabilidad y dulzura llega a sus oídos, gira los ojos para encontrarse con un licántropo mestizo de pelo tan oscuro como la noche y ojos negros como el carbón, pero con una piel casi pálida.
—Hola, Matías ¿Qué necesitas? —pregunta al chico que, a diferencia del molestoso de Josh, siempre va solo.
—¿Tu pelirrojo perrito faldero no está contigo? —Su voz impregnada con socarronería hace la pregunta y junta sus manos al frente.
—No le llames así —Pide al licántropo, con un poco de molestia.
—Vale, lo siento, no volveré a llamarlo así —Se disculpa con fingido arrepentimiento—. Note tienes nuevos integrantes en tu séquito —El ceño de Kayla de frunce al ver como Matías comienza a caminar a su alrededor, como si la estudiara—, los gemelos vampiros y un brujo se unen a tu extraño grupo.
—Se que solo quieres ser parte de «mi grupo» —Habla Kayla atreviéndose a tentar terreno no explorado.
—Oh, cariño, quiero más que eso —La mirada de Matías viaja a la casa de Kayla, pero rápidamente vuelve a la licántropa con una sonrisa—. Te sugiero que te cuides la espalda con tus nuevos amigos, asegúrate de son de confianza antes de revelarle tus «secretitos».
La mano del licántropo va al cuello ajeno donde uno de sus dedos tomó el collar de Kayla y lo hala hasta sacarlo debajo de su blusa, lo observa revisando que este igual que siempre y después lo suelta dejándolo caer en el blusa de la licántropa, todo esto bajo la atenta mirada de la rubia.
—Se cuidarme bien, no tienes que preocuparte —Gruñe fulminándolo con la mirada.
—De eso estoy seguro, cariño. Por cierto, dile a Olivia que si quiere matar a un vampiro que no le dispare en la cabeza, tiene que ser directo al corazón.
—Se lo diré. Siempre me estás espiando ¿No? —pregunta sabiendo que la respuesta es afirmativa, Matías siempre está cerca de ella y de Olivia.
—Buenas noches, Matías —La voz irreconocible de su padre evito la respuesta del licántropo mestizo.
—Buenas noches, Alfa —responde al saludo viendo como Alexis se colocaba al lado de su hija y aprieta la mandíbula.
—No me llames «Alfa», porque no lo soy —Aclaró—, la Alfa es Layla, no yo.
—Mis disculpas, no volveré a hacerlo —Una vez más sus disculpas no son sinceras.
—Mi hija y yo volveremos adentro de la casa y tu deberías volver a la tuya —Sugiere mirando fijamente al licántropo.
—Por supuesto, hasta otro día, Kayla —Se despide murmurando el nombre de la fémina.
—¿Entramos? —pregunta Kayla a su padre, mirando sus ojos que cambiaron al volverse Mate de su madre, dejándolos en un tono verdoso el cual ella heredó.
—Sí, entremos; tú tienes que contarnos mucho jovencita —Accede Alexis revolviéndole el pelo a su hija y entrando juntos a su hogar.
[...]
El sol se filtra entre las cortinas de una ventana en un segundo piso, unos pajarillos se echan a volar para buscar la comida a sus crías y la suave brisa matinal mueve la cortina color azul claro, refrescando un poco el caluroso ambiente del verano próximo.
La luz da de lleno una cama parecida a un nido por lo mal hecha que está, sábanas, cojines, colchas y mucha ropa se hacen un revoltijo en el colchón; la dueña de la cama no se encuentra allí pues salió disparada hace ya mucho rato.
Su rubia cabellera ceniza con sus ojos verdes esperan a su mejor amigo y quien es como un primo para ella, Marcos, este sale de la casa y camina hasta el final de la manada donde se encuentra Kayla con una simple bata de dormir blanca y la misma mochila de ayer en sus pies.
—¿No pudiste ponerte algo más decente? —pregunta a la fémina y ella simplemente se encoge de hombros.
—De todas maneras se va a romper cuando nos transformemos —objeta y el pelirrojo le da la razón, quitándose su polo shirt azul y sus zapatos para entrarlos en su mochila negra.
—Te apuesto el almuerzo de hoy a que llegó primero que tú a donde Olivia.
La rubia sonríe competitiva y ambos se ponen en posición, para luego sentir como sus músculos y huesos se descargan y rompen volviéndose a formar dejando a la vista dos lobos que fácilmente se pueden confundir con un lobo normal, pues a pesar de que son más grandes que estos aún no alcanza la edad adulta.
Segundos después una loba gris casi blanca intenta llevar la delantera y en sus fauces hay una mochila negra en detalles verdes, en sus ojos rojos se ve reflejado un lobo gris con reflejos blancos y negros que corre evitando que la loba de ojos rojos le lleve la delantera.
Sin notarlo un licántropo mestizo de pelo negro los observa siguiendo sus pasos aunque no se puede transformar.
[...]
—Ya debemos irnos, Nadia —Habla el vampiro y todo el grupo lo mira.
Daniel, Marcos y Kayla lo fulminan con la mirada pues esperaban quedarse un rato más; su hermana, Nadia, suspira rendida, no puede hacer nada, así que se levanta del suelo mirando el cielo, su vista se cubre de las copas de los árboles que los ocultan de los rayos solares.
Olivia, la única humana, ve como sus nuevos y viejos amigos se levantan para irse a la Institución Vamjalican, desea ser sobre-natural para poder ir con ellos, sin embargo no dice nada y también se levanta para irse a su casa, pues sus padres ya deberían estar preguntándose por ella.
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Editado: 11.09.2022