Ambos corrían ahora con más velocidad, dejando de escuchar los zumbidos de sus enemigos, notando eso la fémina se detiene para voltearse.
—¿Qué pasa? —Pregunta su acompañante también deteniéndose e imitando su acción.
—Creo que ya no nos siguen —responde con la respiración algo agitada.
—¡Por fin! —Exclama dejándose caer en el suelo y recostándose de uno de los árboles.
La rubia acompañante también se sienta en el suelo sintiendo la tierra en sus piernas, pues lleva una falda hasta la rodilla, puede notar como unas hormigas llevan la comida a su colonia pasando cerca de ella, la vampiresa levanta la vista y en su campo de visión se refleja el licántropo medio pelirrojo que se encuentra frente a ella, con los ojos cerrados respirando profundamente y ella le imita la acción.
—Esto a sido lo más divertido que he hecho en toda mi vida —Comenta distraídamente la vampiresa mirando la copa de los árboles los cuales le cubren de todos los rayos solares.
—Entonces tu vida ha de ser muy aburrida —responde haciendo una mueca en desaprobación y fijando su vista en ella.
—No te imaginas cuanto, mi hermano y yo tenemos que prepararnos para gobernar nuestro reino desde temprana edad, nos han puesto la carga más ligera porque ahora estamos en la Institución Vamjalican, pero igualmente sigue siendo mucho por hacer —Confiesa con total sinceridad y confianza, pues el licántropo que le acompaña se la ha ganado.
—Debes distraerte más, ambos, tú y tu hermano, no es saludable para ninguno de los dos, aunque sean vampiros, siguen siendo adolescentes —Marcos se levanta del suelo y extiende su mano hacia la vampiresa quien le mira confundía—. No puedo hacer que tu carga sea más ligera, ni ayudarte con tus responsabilidades, pero como tu amigo, te puedo ayudar a distraerte y a que te diviertas siempre que estemos juntos.
Nadia sonríe y tomando la mano ajena se levanta con la ayuda del licántropo haciéndose una promesa silenciosa, pero igual o más fuerte que una dicha y perjurada.
[…]
El brujo corre un poco asustado pues hace unos segundos perdió de vista a su compañera y aún escucha el zumbido de sus pequeños enemigos detrás de el; de repente siente como le halan del brazo y le tapan la boca para evitar que grite, al fijarse en su atacante se relaja al ver que es Kayla.
La licántropa le hace señas para que se mantenga callado y el acata la orden, ambos se deslizan hasta el suelo donde Kayla queda atrás del brujo, ambos notan como sus enemigos siguen de largo y suspiran por ese hecho.
—¿Siempre son así de intensas las cosas con ustedes? —pregunta el brujo a Kayla mirándola de soslayo.
—¿Esto? Este fue un día tranquilo con Olivia —responde en medio de algunas pequeñas risas sinceras.
—Seguro te diviertes mucho ¿No?
—No tanto como quisiera —comenta con un deje de tristeza recostándose en la espalda del brujo en un acto atrevido.
—Supongo que todos tenemos nuestros problemas, aunque otros no lo sepan —Un suspiro sale de los labios de Daniel y sonríe por sentir el peso parcial de Kayla en su espalda, pues aunque ella no diga nada, está ahí, y eso es lo único que Daniel necesita.
—No sabía que te teñías el pelo, Daniel —dice Kayla cambiando de tema y alejándose un poco del susodicho al notar este hecho.
—¡Ah! Sí, me tiño de castaño, ya tengo que darle un retoque —Confirma sus dudas pues eso es cierto.
—Ajam, ya se notan las raíces negras —Kayla no ha dejado de escarbar en el pelo ajeno y Daniel sonríe por eso.
—¿A ti no te gustaría teñirte el pelo? —pregunta el chico luego de unos segundos.
—No lo sé, creo que eso de teñirme no es lo mío —Confiesa con un gesto de hombros, para luego cambiar de posición de tal forma que queden uno al lado del otro.
—Cualquiera se puede teñir el pelo, si quieres yo te lo puedo teñir —La emoción se filtra en la voz del joven brujo y se contagia en Kayla.
—¡Claro! ¿De qué color me lo teñirías?
—Mmm —Comenzó a pensar— ¿Te gusta el rojo?
[…]
Olivia corre por su vida pues quien le persigue está apunto de alcanzarla la única diferencia es que ahora tiene un nuevo perseguidor: Aidan.
—¡Por favor! ¡¡Perdóname la vida!! —Grita eufórica poniendo un árbol de distancia entre ella y el vampiro.
—¡¿Es que como se te ocurre hacer eso?! —Pregunta evidentemente molesto viendo como algo inútil poner un árbol de distancia.
—¡Estaba aburrida! —Se excusa sin perder de vista a Aidan quién está apunto de volverse loco.
—¡Ok¡ Eso lo entiendo perfectamente —Comenta aparentemente más tranquilo y Olivia baja la guardia ligeramente—, pero ¿¡POR QUÉ ATACAR UN PANAL DE ABEJAS!? —Le recrimina al acercarse velozmente hacia la humana teniéndola al frente en menos de un segundo.
—Eh… —Se iba a excusar, sin embargo Aidan le callo al no dejarla hablar.
—Además ¿Viste el tamaño de esos insectos? ¡Eran gigantes! ¿Qué le dan de comer? ¿Esteroides? —pregunta con gracia tocándose el cuello.
En el transcurso de los últimos meses, el vampiro se ha vuelto más simpático, amistoso, incluso a veces bromista, resulta que solo se comportaba de manera hostil pues no conocía a sus nuevos amigos, ahora que tiene una linda amistad con ellos todo es más ameno.
—¿Te pico una? —pregunta la humana al ver la pequeña roncha que tiene el vampiro en su cuello.
—Sí, pero no te preocupes en unos instantes ya se habrá curado, ya sabes, soy un vampiro, rápida curación, etcétera —explico de forma casi altanera y la humana solo pudo mandar sus ojos al cielo.
—Siéntate —ordenó mientras se alejaba un poco para buscar algunas cosas.
—¿Para qué? —pregunta confundido.
—Solo hazlo —El vampiro se dejó caer en el suelo y siguió los movimientos de la humana la cual tomo tres hojas de diferentes árboles.
—¿Qué haces? —Mira con un poco de desconfianza al notar como Olivia se agacha para quedar a la altura de Aidan.
—Un truco para que no se te inflame la herida —contesta al acercar las tres hojas envueltas en una pequeña bola.
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Editado: 11.09.2022