Sin dudarlo el lobo azabache, aprovechando que la pequeña Kayla estaba cerca, se movió para abrir su boca y así poder agarrar la careta de papel y cartón que tenía puesta, giró su cabeza para poder arrancarla del rostro de la niña.
—¡No! —Le intento detener, pero fue inútil, el lobo ya la había visto.
—No es un monstruo —dijo Khytar sorprendido viendo el rostro de la pequeña.
—Marcy siempre dijo que los que estaban a fuera del bosque eran unos monstruos —Gruño el lobo molesto—, pero ella es igual que nosotros —admitió observándola.
—¿Qué le pasa? —Pregunta a su lobo viendo a la niña entrar ligeramente en pánico.
—¡Oh no! ¿Y ahora qué haré? —Se pregunta la pequeña mirando todo a su alrededor— ¿Cómo me voy a proteger de los monstruos?
—¿Monstruos? —Se preguntaron ambos mirando a Kayla con curiosidad.
—¡Ya lo tengo!, ¡Tu me protegerás de los monstruos! —Llego a esa conclusión de manera emocionada mientras se acercó mucho al lobo— ¿Me protegerás verdad? —Pregunto y no espero ni un gruñido como respuesta— ¡Sí! Lo harás.
—¿Qué haremos que cosa para protegerla de que? —Cuestiono Khytar.
—No sé, pero no me molesta —Confiesa el lobo despreocupado lamiendo el rostro de la niña.
—Eso da cosquillas —Se quejo riendo la pequeña.
Kayla vio como el lobo se agachó hasta acostarse en el piso y luego la miro.
—Súbete —Le dijo la bestia con la mirada y Kayla asintió.
—Esa es una mala idea —Susurro Khytar cuando vio a la niña subirse emocionada al lomo del lobo.
—¿A dónde vamos? —Pregunto la pequeña afirmándose en el lomo ajeno— ¿Por cierto, cómo te llamas?
—Yeykup —respondió el lobo comenzando a caminar.
—Si sabes que ella no puede… —La oración de Khytar se vio interrumpida por expresión de la niña.
—¡Puedo escucharte en mi mente! —Grito Kayla sorprendida— ¿Cómo es eso posible? —Se cuestionó mientras que el lobo siguió su camino por el Bosque Leinad, entrando cada vez más.
[…]
—Guao —Se expresó emocionada la pequeña viendo el hermoso lago al frente de ella.
La luz del sol entraba en todo su esplendor, pues pareciese que los árboles se abren en las copas para que entre la iluminación; el pasto verde y humedecido parecía brillar en múltiples colores, pero solo eran aquellas flores peculiares.
—¿Qué flores son estas? —Pregunta la niña mirándolas.
—Son rosas, y son mágicas —respondió el lobo acercándose a ellas.
Alrededor del lago rosas silvestres de todos los colores crecieron, sus pétalos parecían tan frágiles, cubiertos por algunas gotas de agua que actuaban como diminutas lupas haciendo que los colores sean más brillantes, llegando a incluso pintar el pasto.
Pero aunque esas rosas eran tan hermosas, que causaban una ilusión óptica, pareciendo que el lago sea se asemeje a un arcoíris, lo que más llamó la atención de Kayla fue que en el centro del lago de encontraba un árbol más de rosas, este tenía flores de un color tan rojo, era un rojo vino parecido a la sangre, era hipnótico.
—Que hermosa es esa rosa —dijo sin pensarlo fijándose en una en específico, que tenía un color más oscuro que el resto.
—¿La quieres? —Pregunta el lobo.
Kayla asintió y ambos se adentraron en el lago de aguas coloridas, con la niña en su lomo, el lobo entro con cuidado en el agua y comenzó a nadar despacio dejando que las piernas de la niña se mojaran con el agua fría.
—Guao, que bien se siente —dice la pequeña moviendo los pies en el agua.
—¿Sabes nadar? —Pregunta a Kayla.
—No mucho —responde sinceramente notando como el agua comienza a mojarle cada vez más.
—Sujétate de mi pelaje —La pequeña obedeció y el gran lobo negro se sumergió en el agua cristalina—; abre los ojos —Indico mentalmente y así lo hizo Kayla, cuando abrió los ojos, quedó maravillada con lo que había debajo del agua.
Era como si estuvieran en un universo paralelo, parecía que estaba flotando en el espacio; la gran bestia se movía con gracia en agua. La luz del sol se sentía cálida a pesar de estar en el agua fría, era un espectáculo único de ver, pues los colores de las rosas se traspasaban por el agua haciendo un universo totalmente nuevo.
[…]
—Es hermosa —dijo la pequeña cuando ya tuvo a la rosa en sus manos, la observa con admiración, y con cuidado de no clavarse con las espinas.
Su pelo y ropas seguían húmedos, pero su cuerpo se siente cálido por el calor que desprende el lobo negro.
—¿Cómo llegaste aquí? —Pregunta el lobo lamiendo su rostro, Kayla sonríe por las caricias.
—Siempre he querido entrar, así que me puse una careta para evitar que los monstruos me coman y solamente entre —explico sin dar muchos detalles concentrada en la rosa.
—Ven, pequeña, vamos a dar un paseo —Ofrece el lobo y ella acepta.
—Tengo hambre —dice la pequeña Kayla cuando ya caminaron un poco, se encuentra encima del lomo de la bestia.
—Toma los frutos rojos, y come hasta quedar satisfecha, te van a suplir de todos los nutrientes necesarios —Asegura acercándose a un árbol.
Kayla comió hasta quedar satisfecha y luego de unas horas se durmió.
—Es muy extraña —habla Khytar a su lobo cuando se acostaron en el pasto con la pequeña entre sus patas.
—Es muy linda —Le corrige su lobo admirando a la pequeña dormir.
—¿Nos la quedamos? —A su lobo le gusta la idea.
[…]
Humo. Fuego. Cenizas. Gritos. Miedo.
El gran lobo azabache corre con furia por el bosque Leinad, en sus fauces lleva una rosa en llamas, pero por alguna misteriosa razón, la rosa no se consume. Corre entre las llamas buscando a la pequeña Kayla. La encuentra desmayada y sin dudarlo se acerca.
—¡Kayla! —Le intenta llamar pasando su hocico por el rostro de la licántropa.
La niña soltaba balbuceos incomprensibles.
—¿Crees que puedas subirte en mi lomo? Tengo que sacarte de aquí —Kayla asiente con la cabeza y con dificultad se sube al lomo ajeno—. Sujétate, te voy a sacar de aquí.
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Editado: 11.09.2022