Guardianes: Un Mundo Diferente

2. Balya

—Bien, estaré ahí si es necesario —respondió Krista al diminuto holograma frente a ella.

Delerys estará esperando, ella te recibirá. Ya tiene instrucciones —siguió hablando el hombre del holograma mientras se ocupaba de otros asuntos sin prestar mucha atención a Krista—. Los colores se suponen que serían cálidos, pero eres exigente así que trabajaremos con el celeste.

—Gracias, pero yo... —intentó hablar, pero entonces la otra persona terminó la llamada— podría usar los otros colores— terminó de decir para si misma.

Soltó un suspiro y dejó el celular sobre la cama. Para evitar cualquier pensamiento negativo se dirigió a una esquina de la habitación y tomó la escoba que estaba ahí. Comenzó a retirar la fina capa de polvo casi imperceptible que había en el piso, limpió y ordenó todo aunque no había ninguna necesidad de eso, puesto a que ella casi no habitaba en ese lugar y las pocas veces que estaba ahí se encargaba de limpiarla, de ahí a más... nadie entraba o tocaba nada de su habitación, entonces todo siempre permanecía limpio y en orden.

Cambió las sábanas y salió para dejarlas en la lavandería donde no había nadie, entonces decidió quedarse ahí y esperar a que el ciclo de lavado se completara. Sacó su celular una vez más y revisó sus redes. Tenía muchas notificaciones, las revisó pero no todas, se centraba más en los perfiles profesionales, fotógrafos que querían trabajar con ella, entrevistadores que querían un espacio, agentes que querían reclutarla, bailarinas conocidas que querían entablar conversaciones o amistades, etc... Krista no manejaba nada de eso y para ella era un alivio. Delerys se encargaba de todo, de sus entrevistas, colaboraciones, y demás, ella era su representante designada por su padre.

Salió del sitio donde estaba y se fue a los mensajes de personas cercanas, entonces vio un mensaje que le llamó la atención.

Circes: Buen día, Krista. Esta semana llegarán las dos ganadoras de la beca para estudiar en la academia. No faltes e intenta ser amable.

Krista levantó ligeramente las cejas.

—Lo había olvidado —susurró.

Hace un año se habían ofrecido dos becas para estudiar en la academia de danza a la que ella pertenecía, muchos deseaban esa oportunidad y al lanzarse el anuncio muchos al rededor del mundo aplicaron para formar parte de la academia, pero solo dos lo consiguieron. La beca consistía en el uso gratuito de todas las instalaciones de la academia y sus áreas, una casa en un lugar cercano, el cual Krista desconocía en lo absoluto, también incluía un trabajo y fuentes de ingreso para los tutores o representantes del ganador o ganadora para tener una vida cómoda y más que nada, el estar en una academia como la Mix Baxhton, le aseguraba a cualquiera un futuro cómodo dentro de la industria del entretenimiento y arte.

Muchos aplicaron, pero solo dos podrían obtenerlas. Los encargados de todo el trámite fueron los dueños de la academia, Circes y su esposo Abarton. Ni siquiera la misma Krista sabía quiénes eran los o las ganadoras, todo era un misterio tanto para ella como para el resto.

Confirmó su asistencia y entonces escuchó el pitido de la lavadora que anunciaba el fin del ciclo.

El día había transcurrido lentamente, Krista casi no hizo nada luego de ordenar todo en su habitación y ahora se encontraba en el gran comedor del castillo donde tendría que compartir cena con quinientas noventa y nueve personas si contaba a Mera. Todo el lugar era un caos ruidoso, pues parecía que todos querían contar o hablar sobre algo y con tantas personas el murmullo era gigantesco. Krista se sentaba en la mesa principal que compartía con Florya, Eda, Remus, Karyn, Eadon, Sirfra y Mera. Ellos ocho eran parte del círculo, lo que significaba que tenían un rango más elevado que el resto, los otros seis exceptuando a Krista y Mera, estaban entrenados específicamente para permanecer a lado de Krista en cualquier batalla y como bonus, ellos tenían el entrenamiento para detener a Krista si un día fuese necesario.

El círculo esperaba el silencio y orden para comenzar a dar sus anuncios. Todas las noches había algo que decir en las cenas, lo cual parecía innecesario para Krista. El silencio se hizo y todos ya estaban en sus lugares cuando Mera se puso de pie con una sonrisa que intimidó a más de la mitad de los presentes.

—Hemos tenido semanas pacíficas gracias a muchos de ustedes, han habido pequeñas amenazas que han sabido contener cumpliendo con su deber de guardianes, estoy orgullosa, más no satisfecha —pausa. Miró a todos y cada uno de los presentes dejando de última a Krista, le sostuvo la mirada por unos segundos antes de apartarla y reanudar su discurso—. Muchos de ustedes no se han probado en el campo real y si tenemos suerte, algunos quizá nunca lo harán porque son desastrosos, sin embargo, espero que pronto todos demuestren que este planeta está en buenas manos, no tengo mucho más que agregar salvo que espero mucho de muchos de ustedes.

Se sentó y bajo la mesa Krista apretaba su puño con tanta fuerza que sus diminutas uñas se clavaban en su piel que se regeneraba al instante, su rostro no mostraba ninguna expresión, casi parecía que no le importaban todas las indirectas de Mera, casi parecía que la indisposición recién hecha hacia su persona era un mal chiste, pero su respiración era lenta, profunda, controlaba sus emociones una vez más. Asintió y se puso de pie luego de unos breves segundos. Era su turno de hablar.

—Muchos necesitan un entrenamiento más exahustivo, más demandante, cada uno de ustedes debe no solo marcar su límite sino también velar por rebasarlo con cada entrenamiento. He visto grandes avances en la mayoría desde que los conozco, a pesar de eso muchos bajan su rendimiento al entrenar contra otros y a menudo la palabra otros me encasilla solo a mi, les exhorto no retenerse conmigo. Cómo la guardiana del mundo les exijo dejar todo en cada entrenamiento. Hoy estamos bien, mañana quién sabe. No podemos bajar la guardia porque hemos tenido semanas de tranquilidad, el universo es un lugar basto y en lo basto hay peligro, maldad... Nuestros antepasados se han enfrentado a amenazas mortales para nuestra especie, el pensar en la comodidad es nuestro mayor peligro como guardianes, estar atentos, alerta, es nuestro trabajo. Caigo nuevamente en decir y pedirles que no se contengan, experimenten e ilimiten sus pulsos, sean fuertes, al menos lo suficiente para proteger nuestro mundo. Confío en ustedes— terminó de decir con tranquilidad, inclinó ligeramente la cabeza a la vez que volvía a tomar asiento.



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En el texto hay: batallas, poderes, detodo

Editado: 17.09.2021

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