Llegamos nuevamente a la cabaña y mientras Justin cerraba la puerta, Luke me observaba de manera acusativa.
-Princesa, deberías despertar de una vez de este sueño y enfrentarte a la realidad- aquello sonaba como algo que había escuchado muchas veces, pero no podía identificar de donde venían esas palabras. En ese momento llego Justin con un abrigo extra y me lo puso en los hombros, la tela era suave y caliente.
-Deberías sentarte mientras pienso en...- antes de que pudiera terminar la frase se escuchó un gran revuelo en la puerta principal, sonaba a alguien desesperado por entrar y la voz ronca de Riky se escuchó al otro lado
-Los tres cerditos estaban en su casa antes de ser brutalmente masacrados por el lobo, así que sal de una vez puta- Podía sentir el desprecio que desprendía su voz y eso me hacía temblar.
-¿Yo qué le hice?- le pregunté a Justin y entonces Luke se carcajeó
-¿De verdad no lo sabes? ¿No sabes por qué te he traído aquí?-dijo avanzando en mi dirección y apartando de un movimiento brusco a Justin-¿No sabes que no podremos salir de aquí? ¿De verdad?- su aliento me rozaba el rostro y su mirada perdida en la desesperación me asusto de sobremanera.
-Déjala-dijo Justin apartando a Luke-la asustas- Luke solo chasqueo la lengua y se fue de la habitación de muy mal humor.-Tranquila- dijo Justin mirándome a los ojos- Yo seré tu guardián, no dejaré que nada te pase.
Sus palabras, aunque reconfortantes, no me dieron la tranquilidad que él pretendía. Me senté en una silla lejos de la puerta e intenté pensar en algo más, pero me sentía abrumada.
-Toma-Dijo Luke de mala manera ofreciéndome un té
-¿cómo sé que no está envenenado?-dije levantando mi cabeza desafiante
-Si quisiera verte muerta, no te habrías dado cuenta -dijo como si fuera lo más obvio del mundo- además soy tu guardián, no podría matarte.