Guau! El Centro de Todo lo Tecnológico

5. "Y aunque esté equivocado, tengo la razón"

 

En la tarde, un poco después del mediodía, Red tenía que ir a buscar a sus hijos a la escuela. Tenía cosas importantes que hacer, tal vez. Pero a Alpha no le importaba nada de eso; porque Red cometió, posiblemente, un error: Le dijo a este espécimen que lo ayudaría a buscar a Beta. 
En esta ciudad todos son muy reservados, cualquier alteración de lo que los habitantes conocen como normal termina con, por lo menos, una mirada de desconfianza, llegando a tales extremos donde lo legal ya debe hacer presencia. Pero de todas maneras, Alpha, tiene la extraña capacidad de encontrar en su entorno compañeros y gente que, sin indagar demasiado, confía en él. Claro, que por momentos puede parecer un niño y su comportamiento interesante, pero no deja de ser completamente sospechoso. No puedo comprender a aquellos que siguen a su lado y, mucho menos, a los que realmente confíen en él. 

Alpha, que siguió a Red hasta la escuela de sus hijos, no parecía comprender nada; simplemente se limitaba a tararear esperando algún movimiento del hombre. Pero no era necesaria ninguna acción por su parte, porque el par de niños albinos se movieron directamente hacia el sospechoso sujeto. Se ve que Red, al no tener cuidado con este tipo de personajes, de esos que diría que siempre tengas un ojo encima de él o, todo lo contrario, nunca tengas contacto visual, tampoco le importó enseñarle a sus hijos no relacionarse con tales peligros. Un pésimo padre a mi parecer.

Sin darle importancia a esta situación, Red y sus hijos comenzaron a andar a un paso ni muy veloz ni muy lento. El sujeto de negro andaba justo detrás. Poco a poco el niño albino empezó a bajar su velocidad para quedar lado a lado con Alpha. Ambos comenzaron a caminar mirando hacia atrás y también ambos saludaron hacia la nada, o eso es lo que parecía.

 

—A mamá no le va a gustar esto.

Dijo la niña en un tono travieso, sugiriendo a su padre que hiciera lo que ella le pidiera.

—No tiene por qué enterarse. ¿Cierto?

Respondió Red un tanto asustado ¿De su propia hija?

—Eso puede arreglarse.

   ¿Cierto?                 Respondió Red un tanto asustado ¿De su propia hija?                 —Eso puede arreglarse     

 

La niña se frotaba los dedos en referencia a un pago que debía hacerse para cumplir con las demandas de su padre. Pero esta niña se olvido al momento de ver a los dos que los seguían de atrás (¿O debería decir tres?). Ambos moviéndose casi al unísono algo así como saludando hacía el camino que dejaron atrás. La niña sabía que su hermano no hace esas cosas de manera azarosa, y, aunque no conociera a Alpha, dedujo que por estar realizando los mismos movimientos que el niño, debía tener una razón también.
La niña albina tomó por el doblez de la camisa a su padre y le indicó al mismo con su dedo hacia donde tenía que mirar, pero Red no quería ver atrás, sólo quería llegar a casa. Sin embargo un giro del destino hizo que tuviera que dar la vuelta ya que en frente tenía a unos manifestantes, los de siempre. Así que debía tomar un desvío si es que quería llegar a su casa en una pieza, algo más que recomendable para la vida de los humanos.

Al darse vuelta chocó contra Alpha y este se frenó, al igual que los niños. Alpha se corrió rápidamente como si estuviera escapando, justo a un lado de Red. En ese momento Red y la niña notaron que había algo que los estaba siguiendo; alguien mejor dicho. Obviamente, Alpha y el niño ya sabían que alguien estaba detrás de ellos, lo que no sabían era el peligro que traía consigo.

—Sal, para que pueda verte­ —Gritó Red, como si no estuviera del todo seguro como es que se hace para sonar imponente en estas situaciones o, peor aún, cómo si no pudiera hacerlo.

De entre las sombras creadas por los edificios se aproximaba a salir uno de los peligros que trae este mundo, alguien que puede cambiar las vidas de estos sujetos por completo, si es que no las acababa en ese momento. Un paso a la vez se alejaba de la sombra que oculta su identidad y poco a poco se notaba su figura. Para sorpresa de todos, y más aún para mí, no era un hombre con un arma que venía a buscar a Red ni nada parecido. No era un hombre que juraba que ambos se conocían y que tenía que saldar cuentas con él. No, no era algo peligroso. O eso es lo que todos pensaron en un principio al ver a la chica con un gran abrigo que no lograba tapar por completo el leotardo que llevaba debajo.

Sin dudas era más fácil pensar en el peligro que suponía la gran cantidad de manifestantes que iban camino a nuestro grupo de desafortunados. Red con la única intención de volver y la bailarina con un impulso que la dirigió hacia él.

—Tengo que hablar contigo. 

Dijo la bailarina poniéndose en su camino.

—¿Tiene que ser ahora?
—Ahora mismo.
—Es que la situación está un poco en contra... 

La mirada algo severa de la chica hizo a Red retroceder un poco, y éste cedió como si no conociera la palabra convicción, o peor aún, su significado.

—Está bien, pero que sea rápido. ¿Qué se te ofrece?
—Claro, el tema es... mmm... me preguntaba...

La chica no tenía mucha idea de que quería hablar, de adónde iba, de donde venía, como se llamaba o cualquier otra información básica que cualquiera conoce sobre sí mismo, o al menos eso era lo que dejaba notar con sus expresiones. Un instante después de verse como la persona más confundida en la faz de la tierra, cambió su actitud por una completamente distinta; estaba completamente decidida y sin vacilaciones en la mente.

–¡Eso! Tu cara. Me suena. ¿Por qué?
–¿Por qué? Lamento no ser de ayuda, pero en realidad preferiría alejarme de aquí.

Red intentó avanzar, un tanto desesperado con la vista puesta a sus espaldas, pero la bailarina se lo impidió. A todo esto, Alpha estaba muy separado del grupo, junto con el hijo varón de Red. Ambos miraron hacia la obscuridad, hacia la nada. No al azar, por supuesto, pero en un principio es más que lógico pensar que esos dos están completamente locos; lo cual no es para nada recomendable descartar.

Desde la sombras algo acechaba, no era la bailarina que ya se había echado a la luz, y los manifestantes aún no doblaban la esquina, por lo que no perseguían a Red precisamente, no aún al menos. Alpha y el niño comenzaron a saludar, o algo parecido a eso. Una especie de movimiento pendular de la mano que algún recién nacido podría hacer con más gracia, pero un saludo a grandes rasgos.

—Creo que ya fue suficiente.

Red tomo por los hombros a la chica y la corrió del camino. Ésta muy sorprendida se quedo inmóvil como si hubiera pasado algo impensado.

—Yo también lo creo. —La voz provino desde las sombras, Alpha y el niño abrieron paso, y de allí salió este hombre de pelos verdes, que tapaban uno de sus ojos por completo, apuntando su arma a los aquí presentes. —Tú no irás a ningún lado.



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En el texto hay: comedia, novelaligera, ilustrado

Editado: 19.12.2018

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