Una melodía conocida, una cuyo origen desconocía, sonaba constantemente. Su mente no analizaba lo que sucedía, no podía hacer más que ver hacia adelante, o a veces ni eso. Como un pasajero en el cuerpo de alguien más, la chiquilla recién nacida sólo captaba voces, luces y sombras a los que aún no podía dar un sentido claro. Varias personas la observaban, yendo y viniendo, destacando particularmente una mujer, que se quedó allí, impasible, a pesar del constante movimiento de "personal" que había a su alrededor.
–¿Ya está hecho?– preguntó la mujer, con un tono imposible de reconocer.
Las respuestas no llegaron a sus pequeños oídos, ni tampoco pudo percibir la expresión de la mujer que casi era una silueta frente a la potente luz del lugar. Aunque no podía entender nada de ello, de todas formas. Solo luces y sombras que iban y venían. Y esa melodía que no paraba de sonar.
****
El movimiento repentino del extraño animal encadenado a su mano la despertó. Krona estaba descansando un rato de la persecución constante de la policía de la Ciudad, y al parecer se había quedado dormida. El lugar era un callejón cerca de los límites del Centro, dónde pensó que podría detener un poco el tiempo y pensar detenidamente en su curso de acción. El extraño perro había limitado su abanico de posibilidades al no permitirle escapar por los techos y tener que hacerlo caminando a ras del suelo. "¡Qué suerte la mía!" pensaba Krona irónicamente desde hacía unos momentos, aunque en el fondo (muy en fondo) sabía que tanto ese pequeño perro como su dueño la debían de estar pasando igual de mal.
Pero por un momento sus pensamientos se alejaron del ahora para viajar al mundo onírico. El sueño que acababa de tener no era para nada normal. Lo antes dicho, que Krona no poseía recuerdos de su pasado antes de aparecer en el hospital, no es más que la verdad, pero no quita el hecho de que muy de vez en cuando, suele tener uno de esos sueños, que no parecía que fueran sólo eso. Para ella, ese tipo de sueños siempre le habían dado la sensación de que no eran sino recuerdos reprimidos de cosas que habían pasado en el momento de su nacimiento, aunque nada claros y sin dar respuestas a ningún interrogante. Aún así, cada que tenía un sueño de esa índole, no podía evitar tratar de repasarlo, por si existiera la minúscula posibilidad de encontrar una pista sobre su pasado.
Como dije antes también, su pasado no la atormentaba lo bastante como para desviarla de sus objetivos inmediatos. Siempre que algo la distrayera lo suficiente, ignoraría su búsqueda de respuestas en detrimento de su búsqueda de lo-que-sea-que-quisiera-en-ese-momento. Y justo en ese momento, lo que quería era un lugar donde refugiarse el tiempo necesario para que la dejaran tranquila. Después de todo solo se trató de un robo ordinario, la policía no se esfuerza tanto en detener crímenes menores, puesto que la supuestamente perfecta Central Tecnológica está usualmente bajo asedio de manifestantes contra los Robots, terroristas en contra del sistema y hasta sectarios en contra del "Creador". Con tantos problemas, no iban a perder el tiempo buscándola por mucho, sólo era cuestión de esperar a salvo por unos días. Y luego ya se encargaría de devolver al perro.
Poniendo los asuntos en orden, Krona tomó la determinación de que lo primero que debería de hacer sería encontrar una manera de separar al perro de su brazo. Entonces, el único consuelo que ambos tenían era que la cadena de las esposas era extensible, lo que facilitaba el movimiento conjunto del curioso par. Nuestra querida e incomprendida heroína creía conocer un lugar dónde le quitarían unas esposas sin hacer demasiadas preguntas, un lugar conocido como El Taller, atendido por un viejo androide llamado Fergus, que se especializaba en reparar todo tipo de artilugios de alta tecnología. Nada legal, por supuesto. El problema en realidad residía en que el susodicho negocio se encontraba en las periferias, lo que en otra situación no sería ni un poco alarmante, pero en este caso podría complicarse por la presencia de un hecho delictivo en progreso. ¿Qué sería lo mejor? ¿Encontrar un lugar donde esconderse unos días y dejar que la situación se enfriara? ¿O arriesgarse a ser capturada por tratar de salir de la ciudad? Pensándolo mejor, ella no tenía manera de conseguir un lugar donde pasar varios días sin ser molestada dentro de los límites del Centro de Todo lo Tecnológico, ni mucho menos para mantener también a salvo al perro... Mientras más lo pensaba, más se daba cuenta que sus opciones no existían, y no podía hacer más que arriesgarse a cruzar la casi invisible frontera.
Luego de decidirse a tomar el riesgo de huir de la ciudad, prosiguió a dirigirse a la frontera con las periferias. Con sumo sigilo, mirando tras cada esquina, prestando atención al más pequeño de los indicios que le avisara de la aparición potencial de las fuerzas de la ley. Aún así, le sorprendió en demasía el no encontrarse con nadie que quisiera interponerse entre ella y su meta final. De haber prestado toda la atención que debía, hubiera escuchado de los reportes del noticiero en alguna vidriera que informaban sobre un gigantesco tumulto que había desviado a todas las fuerzas de seguridad de la ciudad a la otra punta de la misma, como resultado de un choque entre una banda de delincuentes provenientes de las periferias con unos manifestantes en contra de los derechos de los androides, condimentado con varios civiles atrapados en el medio. De haber oído la noticia, Krona igualmente hubiera ignorado que uno de los civiles involucrados era el dueño del perro. Ignorante de esa situación y de su desenlace, pero agradeciendo la ausencia de personal policial que tuvo como consecuencia, Krona hizo su camino fuera de la ciudad hacia el deprimente paisaje de las periferias.