Un camino sinuoso y oscuro aparece delante de su rostro. Al final, una cara difusa se forma entre la nebulosa mental que la rodea. De a poco, muy poquito, esa nebulosa cobra forma, mientras se ve rodeada de extraños perros de cuatro patas en pequeños Hover-Cars, se acerca entre una melodía familiar pero desconocida hacia la calle con forma de cisne frente a ella. La cara se hace cada vez más clara, hasta formar un rostro que acaba de conocer. Pero eso no importa en lo más mínimo, se dice. Puesto que cuando alcance esa cara con anteojos sabe lo que va a hacer: GOLPEARLO CON TODAS SUS FUERZAS--
Más o menos así es como Krona despertó en el hospital. ¿El hospital? Los recuerdos de lo que pasó esa noche regresaron a su mente y el deseo de matar a golpes al sujeto raro con anteojos renació en su interior como el fuego de un dragón. ¡Solo quería un lugar donde pasar la noche para devolver al perro después! ¿Era eso tanto pedir? Y ese payaso lo había arruinado todo. Si se lo llegara a encontrar…
–¿Eh?
Solo eso pudo decir cuando se dio cuenta que en la cama de al lado, esa persona, que era origen de sus pesares y fuente de su rabia, descansaba tranquilamente. Su deseo de matar se intensificó (en sentido figurado… ¿cierto?) por lo que rápidamente se incorporó y busco su ropa en la habitación genérica de hospital. Luego de cambiarse, sintió el impulso de golpear al inconsciente Sylvaine como represalia por haber arruinado su ya de por sí mal día. Pero el pensamiento de que aún debía devolver el perro a su legítimo dueño hizo que reordenara las prioridades. Definitivamente no necesitaba un conflicto con tan extraño personaje tan temprano en la madrugada si había algo más urgente en su agenda. ¿Qué habrá pasado con la chica y los dos pequeños albinos?, se preguntó. Admitiéndose para sus adentros bastante preocupada, pensó en ellos. Definitivamente el de pelo verde los seguía a ellos, aunque no tenía sentido, pues había notado que en su vida habían estado en las afueras, mucho menos habían tenido contacto con los de su calaña. Aunque Krona no conocía toda la historia, claro, no que de conocerla hubiera tenido más sentido. Con eso en mente, tomó al perro y salió del… ¿Dije que tomó al perro? Pues…
–¡¿QUÉ?! ¡Ese imbécil hizo que perdiera al perro también!– exclamó ella, con un grito tan silencioso como una bomba atómica. Una enfermera le dijo “shhhh” al pasar por la puerta, sin darle mayor importancia.
Las antes sofocadas ganas de matar a Sylvaine amenazaban con surgir implacables a flote con renovado ímpetu. Pero el lado más desesperado de Krona logró triunfar nuevamente, ayudando a calmarla y pensar su siguiente movimiento.
>>Interrumpimos esta narración para un interludio especial:
¡Las Caninas Aventuras de Beta el Perro!
Con una desconocida tratando de arriesgar su vida por su bienestar y el de los otros a su lado, el increíble valor de Beta, o su mal entendimiento de la situación, se hacen presentes en forma de un acto heroico. Ante las extrañas voces humanas a su alrededor, Beta surge triunfante entre sus compañeros, y es ignorado por el verde villano hasta que es demasiado tarde. Los poderosos dientes de nuestro gran cachorro se hunden en la carne del verdoso ser que apunta su manufacturada arma hacia los humanos a sus espaldas. Si bien con esto gana tiempo para sus camaradas, también recibe una sacudida violenta. El muy enfadado villano planea terminar con las vidas de todos ellos, pero es interrumpido por otros seres que Beta no reconoce. Su silueta es humana, pero ellos no son eso. Un perro conoce la diferencia, incluso con los androides, pero no son nada que haya visto antes. Lucha, muerte y destrucción es lo que sigue; Beta corre por su vida, confiando en que los otros lograran sobrevivir.
Luego de una siesta nocturna, Beta prosigue con su vida, en busca de su querido dueño, o de alguna de las personas que trataron de cuidarlo y protegerlo. Y entonces…
Con esto finaliza otro episodio de: ¡Las Caninas Aventuras de Beta el Perro!
Hasta la próxima<<
Krona terminó de elucubrar su plan de acción. Paso uno: venganza contra Sylvaine D’Etraire. Si, ya sé que dije que las prioridades y blabla, pero la venganza es una prioridad del corazón. Luego de terminar una elaborada broma con gasa, tubos y suero, que derramaría su contenido sobre su cabeza en canto se despertara, llegó el momento de comenzar el segundo paso.
Paso dos. Con destreza felina y absoluto sigilo, Krona se infiltró más y más dentro de los confines del instituto sanitario en cuestión, en busca de algo en particular. Al llegar al almacén de drogas y medicamentos, comenzó a buscar. Chequeó uno tras otro los remedios para diversos males, hasta dar con el que buscaba.
Paso tres, con la misma agilidad, escapó del hospital sin dejar rastro. Excepto por las cámaras de seguridad, y por sus huellas digitales por todos lados. Y el hecho de que en ese hospital ya la conocían, así que la habían ingresado con su nombre. Pero en fin, sin dejar rastro.
Paso a paso, salto a salto. Se acercaba lenta pero implacablemente al lugar que albergaba el objeto de su búsqueda. Al llegar al “El Taller”, se dirigió inquisitivamente al basurero detrás del callejón que ocultaba. Hundiendo las manos entre la chatarra que el viejo Fergus desechaba cada vez que realizaba un trabajo, Krona se abrió camino para encontrar lo que había ido a buscar. Con algo de esfuerzo finalmente lo consiguió. Agradeciendo que Fergus solo desechara cosas mecánicas y/o electrónicas, y nada que fuera particularmente asqueroso, Krona sostenía entre sus ágiles manos las dos mitades de las esposas que la habían unido con el escurridizo can. Moviéndose a toda velocidad hacia el punto donde se habían visto por última vez, comenzó entonces el siguiente paso.