Guau! El Centro de Todo lo Tecnológico

XV - Amor, Una seguridad de acero, Diversión y Un científico de cena.

Una voz celestial comienza a decir a mi oído, aunque esté a algunos metros de mi, con un susurro casi imperceptible, pero que llego a escuchar claramente y casi aturdiéndome: "Te quiero". Mi mente disfruta de una situación completamente placentera mientras mi cuerpo se siente etéreo. Con cada "Te quiero" comienza a aturdirme cada vez más. Con cada "Te quiero" comienza a desentonar la imagen con el sonido. El ángel que juraba quererme con tanta pasión comienza a salir de su escondite oscuro para iluminarse frente a mí.
Un ángel sin alas, de un tamaño diminuto. El blanco predomina en su ser, pero desentona de lo que se conoce como "ángel". Creí que era un demonio, una deducción lógica, si no es blanco debe ser negro, a nadie le gustan esos tonos de gris que complican las cosas,
pero la realidad es muy distinta de esta imagen surrealista. Logro darme cuenta por la imagen, pero hay algo que me saca de este letargo: "Te quiero... Papi..."

–Ey, ¿ya te despertaste? –Dice mientras trata de respirar entre risas, este hombre de nariz animal –No resististe ni una copa.
Su risa no para de retumbar en la sala. Mi mente acaba de sufrir una situación que me descoloca. Aunque un sueño en el que Nisa me trate como "Su querido papi" era una utopía que debía disfrutar, me es imposible tragarme tales falacias despierto. Lo cual hace a mi juicio sentirse aún más confundido.
Al acomodar los papeles en mi escritorio mental encuentro un archivo bastante interesante, la fecha dicta del día de ayer, el horario, pasadas las diez de la noche. La situación que muestran los papeles dice algo como esto:

"Oye, te reto a un duelo" dijo el hombre apuesto. "Claro, ¿Por qué no?" Dijo el nariz de perro. El duelo consistía en beber un brebaje casi ponzoñoso que prácticamente nadie podía soportar. Aquel que cayera en agonía primero por culpa de este licor, cumpliría con las condiciones del otro.
"Si gano, me dejarás ir y nunca volverás a entrar a estos aposentos" dijo el hombre sin deformaciones en el rostro. "Pero si yo gano, estarás obligado a darme la llave" dijo el otro dando a entender en su rostro que él era el malvado. Tras horas de una lucha interminable, al final nuestro héroe cayó inconsciente. Al final triunfó el mal.

–Seguro había algo en mi copa... –Digo agarrándome la cabeza y lamentando el dolor causado a mi intolerancia al alcohol.
–Si, y aún sigue ahí; ni siquiera lo terminaste.
Mientras aún lucho con mi cerebro, que ruega porque lo deje salir de mi cabeza hacia un mundo libre de dolor, noto algo en el rostro de nuestro compañero. No aparta la mirada de mí, comienzo a sentirme algo nervioso. A lo que digo un "¿Qué?" impulsivo para descubrir las intenciones de este hombre. Con un pequeño ademán con la cabeza trata de decirme algo, como exigiendo que le entregue algo. 
–Basta de juegos ¿Qué es lo que pasa? –Agrego algo despistado ante sus evidentes esfuerzos por hacerme saber algo supuestamente obvio.
–Anoche.
–¿Si?
–El trato.
–¿Qué pasa?
–Cúmplelo.
–¿Qué cosa?
–El trato
–¿Trato?
–La llave.
–¿Cuál llave?
–...
–...
–Ejem...
–Ah, la llave. –Agrego en unas palabras completamente forzadas con la peor entonación y expresión que pude encontrar entre los archivos de mi escritorio (no tenía mucho tiempo para encontrar las adecuadas) –Nunca existió. Tenía fe de que nunca tendría que revelar esta verdad.
Comienzo a arrepentirme un poco tarde mientras una risa nerviosa me invade y logro notar lo que juraría que son ojos rojos (aunque tal vez solo sea un poquitito de miedo).
 

La escena cambió rápidamente a mi siendo arrastrado por las escaleras hacia la habitación de la planta alta, justo donde está la entrada al ático (la cual está cerrada con un gran candado, saquen sus conclusiones).
–Ábrela.
–Pero ya te dije, nunca tuve esa llave. Ni siquiera recuerdo haber estado en ese ático.
–Entonces, vas a tener que fabricar una.
Es lo último que dice antes de cerrar la puerta y dejarme a solas con un candado que no quiere ser abierto y un hombre sin experiencia en abrir candados, si es que hay gente con esa experiencia, más por el hecho de que es un candado antiguo; ni siquiera aquí en las periferias se utilizan las cerraduras antiguas como las de este candado. Si llamo a algún "cerrajero" no tendría a dónde conectar un cable para encontrar la forma de arreglar mi problema. La única solución sería destruirlo por completo; algo que esta fuera de mi alcance.
"Oye Tom, ¿qué debería hacer?", la única respuesta que tengo de mi hijo son un par de manos y hombros levantados en señal de ignorancia. Maldito Tom, te castigaría, si no fuera que eres sólo uno imaginario. Ya me lo supongo divirtiéndose en casa mientras yo tengo que sufrir este maltrato por una idea que surgió de su inteligente pero retorcido cerebro. Bueno, en realidad no puedo; no tengo idea de qué hace para divertirse.
Un viento caliente comienza a molestarme y no me deja concentrar. Tratar de pensar un plan de escape con este calor y para colmo con un viento abrasante que lo intensifica, es literalmente imposible. Me acerco a la ventana que le da permiso al calor a venir a sofocarme y distraerme de mis deberes mentales.
En el preciso instante en el que cierro la ventana y noto que el candado no irá a ningún lado, un pequeño Tom, aquel Tom imaginario, se golpea la cabeza de manera inocente dándome a entender, básicamente, que soy un idiota.
Segundos después estoy corriendo por la calle tratando de volver a mi preciado hogar, sabiendo que no me esperan ni una Nisa amorosa ni un Tom divertido; sino mi familia, la verdadera.



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En el texto hay: comedia, novelaligera, ilustrado

Editado: 19.12.2018

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