Sonó el timbre. Lyla respondió al llamado de la puerta ni bien terminó su reverberación. En la puerta estaban Cyprien y Alpha, el primero absorto en la lectura de su nuevo libro "premonitorio", el segundo entró inmediatamente como si esta fuera su casa.
–Buenos días, pasen.
Alpha dio una especie de reverencia y Cyprien siguió atrapado en su mundo de fantasía, lo cual no hizo más que mantenerlo afuera de la casa al momento en el que la puerta se cerró. El muchacho no se sintió dolido, apartado, ni siquiera enojado; en realidad no sintió nada más que lo que el libro le provocaba. La puerta no se volvió a abrir, así que hasta aquí llegó nuestro fanático de los libros, al menos por ahora.
Lejos de preguntarse o preocuparse por el chico, la visita se convirtió en una sin ningún objetivo en un abrir y cerrar de ojos, más allá que la idea original no tuviera tanto sentido desde un principio. Está claro que Alpha no podía hacer más que pasar el rato como lo haría un amigo mudo sin mucha comprensión de su entorno, cosa que a Lyla no le importaba, su característica actitud social y carismáticamente bondadosa le impedía pensar si era del todo correcto aceptar a un ser como ese a pasar el rato en la casa mientras aún estaban sus hijos; de hecho a Tom se lo veía fascinado para con Alpha. Lyla le proporcionó sobras de comida a Beta y se dispuso a preparar un té para Alpha. El ente de negro se movió con la mujer hacia la cocina como un mimo imitando a la perfección sus movimientos, pero antes de llegar a su destino se cruzó con la niña que había iniciado una guerra con su compañero; esta no estaba muy a gusto con él, pero todo cambiaría cuando de la nada sacó una muñeca, no muy refinada pero algo linda, y se la ofreció. Nisa no quería saber nada con ese dúo de payasos que venían a disturbar su placida morada, pero luego de pensarlo un momento se la quedó sin problemas, aunque rechistando mínimamente. ¿De dónde había sacado Alpha ese juguete? ¿Eso significa que si no compró las otras cosas es porque le parecía irrelevante? Pues eso no importa, porque éste entró a la cocina completamente ajeno a cualquier preocupación. Mientras Lyla comenzaba a realizar el té, Alpha se veía asombrado; lo que terminó en que decidiera enseñarle al sospechoso ser a poder crear su propio té. No estoy seguro de que clases de peligro podría traer eso, pero no puedo evitar sentirme inseguro.
Tres personas se acercaron a la puerta, tres personas que llegaron hablando de todo y de nada; algo completamente insustancial para la situación. Red, el primero para así poder abrir, dejó pasar a los otros dos para luego cerrar con llave (traumas del pasado), pero antes de cerrar completamente se detuvo, porque encontró algo diferente a lo que habitualmente uno encuentra a la puerta de su casa. Cyprien aún seguía allí como si nada, leyendo el libro que Alpha le había entregado.
–Disculpe, ¿Necesita algo?– Dijo Red saliendo un poco desde la puerta entreabierta, acercándose a la estatua lectora.
–...
–Disculp--
–¡Terminé! Alf, tenía toda la razón. Este libro está lleno de sorpresas. No vas a creer--
Al mirar a su costado ve que no hay nadie y se rasca la cabeza confundido. Mira por todos lados; atrás; arriba; debajo de las masetas, pero nada.
–Disculpe, ¿Necesita algo?
–Claro, ¿No vio una persona de negro, pero que no parece persona? Es más o menos así de alto y se ve completamente perturbador. – Luego de un momento el chico comprendió lo que tenía en frente y agrega –¡Red! Te estaba buscando. –Pero es tapado por la respuesta del propio Red.
– No, no lo vi. Aunque esa descripción me suena un tanto conocida.
Red cerró la puerta y se metió a la casa. Cyprien un poco decepcionado comenzó a llamarlo, pero sin mucho entusiasmo. Rápidamente sacó un segundo libro para empezar a leer.
Red entró a la casa y algo sesgado por la situación caminó hacia su esposa que estaba en el living con sus dos hijos, donde Finn y Mei estaban acomodándose para la incómoda charla sobre los peligros que podrían avecinarse.
–Lyla, estoy algo agotado, necesito ingerir algún tipo de líquido.
– Claro, ahora mismo voy por algo de té a la cocina.
Nisa, se interpuso entre Red y su esposa de manera imponente y le replicó.
–¿Qué acaso no puedes ir a la cocina tú mismo a buscarte algo?
–Claro Nis, si tú me lo pides lo haré.
Nisa hizoace un gesto de asco y se retiró de la ardua tarea de ser una muralla mientras abrazaba a su nueva muñeca. Red, por algún extraño motivo, no pareció darle importancia al hecho de ser tratado como basura. Tal vez debería de valorarse un poco a sí mismo, pero no soy quien para juzgar.
Red, se dirigió a la cocina y abrió su puerta. Para encontrar del otro lado a ni más ni menos que Alpha ofreciéndole té. Este lo aceptó, a pesar de que estaba preparado en un zapato. Antes de llevárselo a la boca, completamente apacible, dejó el zapato en una mesa y abrió nuevamente la puerta; lo que encontró no era nada agradable para cualquiera que sea dueño de esa casa. Pilas de tazas y cualquier otro recipiente donde el líquido se mantuviera dentro por toda la cocina completamente llenas de té, parece ser que Alpha aprende rápido. Velozmente el hombre de la casa se alejó de la escena sin hacer ningún comentario, abrió la puerta principal, tomó a Cyprien por el cuello de su camisa y lo entró a la casa. Lo sentó en el living y se lanzó a sí mismo en un sillón como si nada hubiera pasado.
A los pies de Red, Beta se acurrucaba como si estuviera completamente a gusto; el hombre se tomó la cabeza y se limitó a esperar que pase algo. El silencio era un cristal que amagaba con cortar a cualquiera que se atreviese a romperlo y el único capaz de hacerlo sin recibir daños estaba completamente distraído pensando en que pasó con su pacifica vida; ese era Red.
–Red, comienza.
Mei se cortó completamente pero no parecía que unos simples rasguños lograrían dañar su piel.
–¿Comenzar?
–Comenzar.
–Ah, comenzar, claro. Básicamente creo que tenía que decir algo sobre que estamos en... ¿peligro? No sé si sea apropiado usar esa palabra...
–¡Peligro! –Cyprien salió de la lectura que lo tenía en su mundo desde hace rato y reaccionó ante la palabra clave. –Eso es a lo que vine. Red, usted está en peligro, no, toda su familia lo está. Hace unas semanas había dejado un mensaje en su nevera, esperando que lo leyera, pero parece no le llegó. El mensaje era: "¿Qué se abre, luego se quiebra, se cierra y se endurece como una coraza de hierro?" Y la respuesta era "El corazón humano".
–Chico, no debes responder la pregunta, deja de tener sentido hacerla en primer lugar. –Dijo Mei casi avergonzada de la pifia del muchacho.
–Oh, es que mi hermano la tenía escrita de esa manera, creía que de esa manera Red se daría cuenta de que lo estaba buscando.
–¿Acaso eres Hermano de Elliot? Eso tiene sentido, sino de donde la habrías sacado –Preguntó Mei, bastante aturdida.
–Por supuesto. Aunque no lo veo hace tiempo. A propósito ¿Qué significa esa pregunta del corazón humano?
–Ah, ¿Eso? Es una estupidez que inventó Kee.
De la nada Finn dejó de estar olfateando los alrededores y reaccionó ante su palabra clave.
–¿Mi hermano? Siempre fue muy creativo. Se la pasaba escribiendo ese tipo de cosas.
El pobre Finn se estaba acostumbrando a las malas a que nadie le haga caso, y casi que ya lo aceptaba sin ningún problema. Por lo que se limitó a seguir olfateando los muebles. Cyprien sin estar conforme con que la conversación se haya ido por las ramas, decidió guiarla él mismo.
–En resumen, sé que tu familia está en peligro Red.
–¿Ah sí?, ¿en qué te basas para decirlo? –Replicó Mei casi burlonamente antes de que Red siquiera abriera la boca.
–Básicamente la organización está detrás de cualquiera que esté informado sobre avances en clonación avanzados.
–¿Como sabes eso? –Dice Mei algo confundida.
–Está todo aquí –Saca el libro que Alpha le entregó de su bolso, y lo señala –Aquí está toda la información necesaria para comprender los movimientos que van a hacer los de la organización, si nos movemos rápido estoy seguro que--
–Un momento, ¿Estás diciendo que sacaste eso de una novela? –Se burló Mei.
–Si, pero no es una cualquiera, está me dice el futuro. ¿De dónde sacaste eso? –Preguntó apuntando a la niña que peinaba su nueva muñeca.
–Me la regaló Alpha. Creo que él comprendió que es una molestia y por eso hizo algo bueno por mí, ahora ¿Dónde está tu regalo?
–Maldito Alf, ¡se supone que yo debía dársela! Ahora yo seré el malvado por mucho más tiempo...
–Red, ¿Puedo preguntarte algo? –Dijo Mei tomándose el rostro.
–Claro, no es como si no lo fueras a hacer de todas maneras.
–¿De dónde lo sacaste?
–No lo sé, estaba en la puerta y dice que viene con Alpha.
–Si, ya sé quién es, pero no me parece que sea buena idea tenerlo aquí.
Red se levantó y puso orden como lo haría alguien sin verdadera autoridad, o sea, hablando como normalmente le hablaría a cualquier hijo de vecino.