Guerra Con Sabor A Ti

CAPÍTULO NUEVE COLABORACIÓN POLICIAL

“ En una operación conjunta del Ejército, la Fuerza Aérea y la Policía, denominada "Anubis", las autoridades de Agra capturaron a Samuel Robles, alias "Zagal", considerado como el narcotraficante más buscado de Agra y jefe máximo del llamado Clan del Tuno” 

 

“Es un misterio, por fuentes verídicas un gran narcotraficante fuertemente buscado por el ejército y la policía, decidió entregarse y cooperar con la justicia, pues éste hombre de quién no conocemos hasta ahora su identidad trabajó en una de las más grandes operaciones como infiltrado, con el fin de atrapar una enorme red de criminales que se dedicaban a la prostitución, narcotrafico de drogas, trata de mujeres y creación de adrenocromo”

 

Por suerte no tuve problema alguno con la justicia, pues Samuel declaró que sólo estaba presente en el lugar por coincidencia, como hija de la empleada no tenía ningún trato con él, por ende no conocía sus negocios, Anastacia también declaró que yo no tenía tratos con el narcotráfico y que tampoco estaba enterada de los negocios de Samuel. 

 

Al poco tiempo quedé en libertad, estaba tranquila porque pude vengar la muerte de mi padre, aunque con eso no le devolvía la vida ni recuperaba mi infancia y por otro lado, mi corazón estaba destrozado por la muerte de Alan, él no era malo, tenía un corazón enorme, me había amado hasta sus últimos segundos de vida, con él conocí el verdadero amor, que la venganza no te va a aliviar del todo, que se puede odiar y amar a la misma persona y que el amor siempre iba a prevalecer pese a todo. 

 

Había muchas cosas que aún no entendía como el gran secreto de mi padre, la dichosa clave que Juan José nunca pudo conocer y ese narcotraficante que decidió cooperar con la justicia.

 

Pese a todo seguí con mi vida, Samuel aunque estaba en la cárcel estaba pendiente de mí y de mi hijo. 

 

Cuándo salimos de aquel teatro que “El señor de las sombras decidió quemar” me hicieron unos cuantos exámenes para verificar que mi estado de salud era óptimo, ahí me dieron la agradable noticia de mi embarazo  

 

Al ver el ataúd hundirse en la fría tierra en un lugar donde no habían asistentes, sentí una cálida mano sujetar la mía. Mi corazón latía fuertemente y no era de miedo, era de felicidad, de mi boca salió una enorme sonrisa de estúpida.

 




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