Guerra de Dioses Vol. 1 (el Guardián de los Mundos)

Capitulo 5 (Oscuridad)

CAPITULO 5

Oscuridad.

 

E

ra un oscuro y desolado lugar, cientos de árboles sin vida, secos y quebrados, como si hubiesen sido chamuscados por el mas abrazador fuego yacían en esas extensas tierras, los arboles que aún tenían hojas las tenían oscuras y sin vida con los troncos y ramas bañados de un líquido negro y pestilente, el olor a azufre proliferaba en el aire. La tierra era fría y tan negra como la noche misma, grandes pantanos de un espeso fango eran el hogar de pequeños monstruos que vivían en ese devastado lugar, seres que día a día luchaban entre ellas para poder sobrevivir, el canibalismo entre especies era lo que predominaba en ese lugar al cual la luz solar no tenía acceso por siempre permanecer en las sombras de una longeva y perpetua nube de tormenta que cubría aquellas tierras. Sonidos y alaridos de extrañas criaturas se oían a lo largo del Bosque de Sheut o Bosque de las Sombras, el tenebroso y oscuro paisaje que servía como antesala a las profundidades del Tártaro, el hogar y guarida de los Dioses Caídos.

El Tártaro era una especie de laberinto situado en el centro del Sheut, era inmensamente grande, una especie de ciudadela rodeada por muros que de cerca parecían desprender una tenue pero mortal llamarada. Traspasando esos muros se encuentran los 9 Reinos del Tártaro, cada uno habitado y protegido por criaturas que solo se encuentran en las pesadillas más oscuras, sirviendo de hogar para la mayoría de los Demonios, monstruos y Dioses Caídos que apoyan al Ser Oscuro, reinos que en su núcleo alberga el castillo del más terrible y despreciado ser en Carema… Balcifer… el Ser Oscuro y líder de los Caídos.

Un extraño hombre de cabello erizado y plateado con ojos azules y brillantes, con piel pálida como si estuviese bañada con ceniza volcánica, fuerte en apariencia y ataviado de una vestimenta oscura como de un atleta, con vendajes en sus brazos y pecho, golpeo contra el suelo una larga vara metálica que uso para frenar el paso de Némesis al lúgubre castillo del Ser Oscuro--¡No veo la cabeza del anciano en tus manos, eso quiere decir que fallaste!—

--¡Cierra la boca Gágnant, el anciano tenía un último hechizo guardado en su manga, acabó con mis Furias y el Guardián logro huir!—

--¡Espero que el amo este de buen humor o será tu terrible final!—Decía el prepotente Dios permitiéndole a la Diosa de la Venganza el avance hacia el castillo.

El interior del Castillo del Tártaro, era realmente escalofriante, antorchas con figuras bizarras salían de los muros y sus llamas eran tan altas que alcanzaban los techos de los largos pasillos y los chamuscaban, en el suelo y las paredes se podían ver insectos de varios tamaños y formas que se comían entre sí, realmente era repulsivo atravesar aquellos pasillos y oír las quejas y gritos de los prisioneros del Ser Oscuro. Némesis avanzaba rápidamente hacia la sala del trono, las pisadas de sus botas se escuchaban más fuertes debido al eco de aquel lugar, la Diosa aminoro su caminar cuando entro en el recinto de su amo, que asombrosamente era más limpio y delicado que el resto del Castillo. Lámparas y candelabros alumbraban aquella gigantesca sala, además de una gran grieta con fuego y lava que estaba cerca del trono, un trono hecho totalmente de huesos, y dispuestos de tal forma que era imposible saber si pertenecían a animales, seres mágicos o a algún Dios o mortal. En él estaba sentado imponente, como descansando y con los ojos cerrados, Balcifer, el Ser Oscuro, llamado así por el resto de los Dioses ya que con tanto daño, muerte y maldad que había cometido muchos le temían hasta a su propio nombre.

--¡Veo que fallaste Némesis!—

--¡Amo, el anciano aun tenia rastros de magia y acabo con dos de mis Furias, eso permitió que el joven escapara con la nieta de Jacob, otro joven los ayudo en el bosque de Ávalon y destruyeron a Megera! ¡Acabe con ese anciano molesto y decrepito, además sus sospechas son ciertas, ese chico es el nieto de Anastasia!—

--¡Excusas, excusas Némesis, no es posible que un anciano y unos jóvenes sin ningún conocimiento en la magia hayan derrotado a cuatro diosas con tanto poder en sus venas… porque no solo tus Furias fueron derrotadas hoy, tú también lo fuiste!— Decía Balcifer abriendo sus ojos los cuales habían estado cerrados mientras estaba recostado en su trono y bebía una copa de vino tan roja como una copa de sangre.

--¡Lo sé, pero le juro que para la próxima…!—

--¡Oh, no, no, no, mi querida Némesis, no habrá una próxima vez, no puedo vengarme si la Diosa de la Venganza no lo hace bien, creo que es hora de que el Ragnarok se encargue de esto, y eso significa que no te necesitare… querida!— Tras decir esto Balcifer solo hizo un movimiento con un dedo y Némesis quedo inmóvil, su cuerpo comenzó a tornarse pálido y sin color, como si la vida y la esencia de la Diosa estuviera siendo drenada. Los ojos de Némesis se abrieron de una manera tan expresiva que se podía ver el terror en ellos, sus huesos comenzaron a crujir y a quebrarse, su piel se agrietaba como si de una fina porcelana se tratara y justo cuando su cuerpo estaba tan contorsionado Balcifer movió de nuevo su dedo y la Diosa de la Venganza estallo en mil pedazos tras un último grito desgarrador.




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