En el lado oeste del mapa, existe una ciudad grande, una de la cual historias circulan constantemente entre ciudadanos que habitan allí; sin embargo, algunas historias son más famosas que otras. La historia del Rey de la Muerte no es la excepción. Hace muchos años atrás, existió la historia de un joven que de tenerlo todo, lo perdió por su codicia y ego.
La ciudad de Farcon, una zona bastante lujosa, y extravagante para las mentes llenas de riquezas y lujos. Hace años, en esta ciudad pasó por una de las crisis más graves de guerra, una provocada por dos seres que en su mismo campo, se hacen considerar diferentes. Se dice que en épocas de guerra contra otros estados, la ciudad pasó por una enorme crisis que les costó mucho dinero. Los estados del país tienen la fama por ser distante, casi como si de países se tratasen; pero no todos son así. Farcon lamentablemente, era la ciudad con riquezas naturales. Era la envidia de estados que si no podían tener esas riquezas de negocios, podían robárselas y pasarían de alto. Aquel suceso provocó una guerra, una de la cual nadie podía intervenir. La guerra fue un incendio de caos, aquello hizo que muchos inocentes fallecieran, otros huyeran, y pocos lograran sobrevivir.
Muchos se preguntan si realmente los minerales naturales eran el causante de la guerra, ya que, aquel estado quien supuestamente siguió la guerra en realidad tenía recursos suficientes, no tenía necesidad de luchar; aun así, se confirmó que algunas personas de este estado se dirigían a la ciudad de Farcon cuando todos los de esa enorme ciudad luchaban contra algo que ningún estado podía ver. Se rumorea muchas cosas, pero la conclusión a la cual todos llegan, es que: Nadie sabía cómo se inició la guerra interna de Farcon.
Luego de un año en lucha. La familia alcalde de la ciudad buscaba como luchar contra este mar de fuego. El alcalde buscó alternativas, una forma para que la ciudad dejara de arder en llamas y aun tuviera guerreros. Las ideas eran nulas, escasas. Cuando el alcalde se sentía acorralado, su esposa se siente desesperada, acción que la lleva a rezar por la paz, y calma.
Un día, el lado oeste de la ciudad ardió en llamas, un fuego lleno de rabia y sangre. Ese día, inocentes murieron luchando contra el enemigo. Aquel día fue tan agitado que no pudieron lamentar las muertes de los inocentes, no hubo oportunidad, no les permitía. Esa noche, aquella que sería conocida como Cecilia, desesperada por todo lo que sucedía, siguió pidiendo a Dios un milagro: “Oh dios. Oh Dios. Si me puedes oírme esta noche, deseo buscar la paz, deseo encontrar la felicidad. Te pido que mandes a alguien a tu semejanza. A un ángel que pueda la guerra terminar, y nuestras almas purificar. Oh Dios. Te cambio la vida, por la vida misma.”. A lo que Dios, tras escuchar esa petición, responde:
— Deseas que te dé a alguien tan poderoso como yo; pero no podre darte semejante creación de manera inmediata a tu petición. Si deseas lo que buscas, una vida deberé de llevarme, para poder equilibrar la balanza.
Cecilia, al oír esas palabras provenientes de lo que parecía ser la luna misma, no dudo en aceptar. Al firmar su pacto, el Dios confesó tener en mano la vida que se llevaría. Pero Cecilia no le importaba quien fuera, solo deseaba ver vidas inocentes a salvo. Esa noche, la mujer durmió con lágrimas en sus ojos, porqué sabía que por fin esta guerra daría fin. Con el pasar del tiempo, la misma mujer terminaría embarazada. Ella pensaba que si la guerra iba a terminar, podría ejercer su familia felizmente. Al pasar los nueve meses, el hijo daría a luz. Un hermoso niño saludó al mundo entre la guerra que aun existía afuera de la enorme casa del presidente. Un niño de ojos marrones claros, y una melena castaña, hizo una hermosa presencia en la familia.
El niño creció en una barrera de protección ejercida por sus padres, esto para que nadie pudiera herir al menor. Con un poco más de tiempo, se presentaría una sorpresa para aquella familia. El niño comenzó a presentar unos síntomas, pero los padres no lo sabían. Con vomitar cantidades de sangre a una edad de tres años, los padres decidieron llamar a los mejores doctores para saber que le pasaba. Les mataba la idea de pensar que su hijo naciera con una enfermedad que lo condenaría por largo años. Sin embargo, la sorpresa fue otra.
—Su hijo nació con un dominio. El dominio del fuego.
Esa fue la noticia que recibieron. Su sorpresa perduró por horas. ¿Cómo era eso posible? Ninguno de los dos padres tenía un dominio, eran humanos corrientes. Al instante, Cecilia recordó su trato con el Dios. Él le daría la salvación, ¿y si era esta la salvación que decía?
El niño fue criado como un príncipe, con lujos y bendiciones. A su vez, fue entrenado para manipular sus flamas y dominios como un maestro. Al tener la edad necesaria y justa, lo obligan a participar en la guerra, pensando que esta sería una buena elección. Y así fue. No pasó mucho para que ese joven lograra cometer una masacre al enemigo. El joven logró liderar la guerra contra el enemigo, dándoles más que una pequeña ventaja. Toda una victoria. Al controlar la guerra, el joven con dominio fue un fenómeno entre una multitud de personas, quienes agradecían aquella victoria.