Guerra del Dominio

Capitulo 1

El viento arrastra con tal fuerza como para azotar mi cara. La velocidad en la que él conducía no era normal, iba tan rápido que podrían ponernos muchas multas por exceso de velocidad. El auto avanzaba como un cohete. Íbamos sin frenos, acelerando sin pensar en si deberíamos frenar o no. Nuestra competencia está a unos pocos metros de nosotros, esto hace que aceleremos de tal manera que, entre más rápido más fácil se nos hacia estrellarnos con algún árbol.

 

Él conducía como un maniático, espero jamás le toque repetir esto estando al volante. Nos movemos bruscamente sobre el suelo, eso hace que el auto pierda por poco el control; pero con una maniobra nos volvemos a acomodar en el carril.

 

—¡Tenga cuidado! —insinúo, aferrándome a lo que tenga cerca. Mi tono era alterado.

 

—Yo sé lo que hago. —replica el Maestro, si siquiera escuchar mi voz asustada deseando salir vivo de aquí por la forma tan brusca en que conduce.

 

De repente, el auto vecino hace un giro tan bueno como para retrasarnos tratando de analizar lo que habia hecho. Con decisión, y dispuesto a seguirle el ritmo, el Maestro toma el volante con fuerza. Coloca su mano en la palanca del auto, y se prepara para imitar ese movimiento como si fuese un profesional. Con seguridad en sí mismo, y yo rezando por salir en una sola pieza, se lleva a cabo la acción. El auto gira mientras que unas ruedas se frenan logrando que chille contra el suelo. Mueve la palanca con velocidad, e presiona a fondo el acelerador. El auto se rehúsa a desobedecer las acciones que dicta el Maestro, con cada que mueve sus manos, y las posiciona, el auto debe adaptarse al cambio drástico de acciones que debe cometer.

 

—Sostente. —Ordenó el Maestro, con seriedad.

 

Lo miro con dificultad. Me sostenía con tal fuerza que aclararlo era innecesario. A diferencia de él, quien está solo con un cinturón de seguridad, depositando toda su seguridad en ello. Yo estoy aferrándome a todo lo que tenga, pensando que el cinturón de seguridad no me salvará de todo.

 

—¿Logras verlos? —preguntó el maestro, sin verme.

 

Al escucharlo, me pongo en marcha para tenerlos a la mira. Miro el auto, una camioneta verde con capota negra, era un auto perfecto para este ambiente. Aunque la camioneta se moviera de un lado al otro, no la perdía de vista.

 

—Creo que sí. —respondo, a solo segundos.

 

—No los pierdas de vista. —ordenó, mientras aceleraba.

 

Poniendo mis ojos en el auto, logro mantener la dirección de sus movimientos con mi dedo. Apuntaba su auto para no perderlos entre la imagen de los arboles. El espacio era muy estrecho. Luego de mirar sus pasos por minutos y entender que hacían, puedo informar.

 

—Los veo. Están tratando de confundirte con los giros. —insinué, para mirar al Maestro.

 

—En ese caso no perdamos tiempo —respondió, para posteriormente, y sin desviar sus ojos del camino, el golpea la guantera suavemente para abrirla. Lo primero que ven mis ojos es un arma—. Dispárales.

 

Miro el arma por unos segundos antes de poder reaccionar. Tomo la pistola magnética, un arma de uso bastante diferente a una pistola común. Al tenerla en mis manos comienzo a sentir una presión, estaba nervioso.

 

—¿Recuerdas que no soy bueno disparando? —recalco, por si se le ocurre regañarme como falle.

 

—Recuerda que no vamos con el tiempo —dice, para dejar una pausa—. Relájate, y concéntrate. Apuntas y dispara.

 

Con esas cortas palabras de motivación para mí, debo dar mi esfuerzo. Sacando mí brazo de la ventana, y un poco mi cabeza, me preparo para disparar. Hago lo mismo que mencionaron sus palabras. Me relajo, y concentro.

 

—El auto no puede esperar a por ti. Adelante, ¡hazlo! —insinuó el Maestro, mientras me mira de re ojo.

 

Mi estado de calma se ve roto como el cristal. La concentración se ve atacada por la presión de hacer un tiro perfecto, eso provocaba que comenzara a dudar entre si mi ángulo era el correcto o no. Sin tener tiempo para pensarlo, solo mantengo mi brazo firme, y deseando que hiciera un buen tiro, jalo el gatillo. Un disparo sale en un sonido fino que aparece segundos después de que la luz amarilla fuera disparada detrás de la bala. El sonido produce una onda de choque en el trayecto.

 

La bala logra acercarse lo suficiente para tenerlo a solo unos segundos de él; sin embargo, el auto se mueve un poco a la derecha arruinando los cálculos realizados para que golpee su llanta. La bala lo atraviesa y choca contra una montaña de rocas. Al chocar un golpe resuena en nosotros con un sonido agudo.

 



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En el texto hay: distopia, politica, magia

Editado: 24.09.2023

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