Guerra espiritual de 6 misioneros.(pluma maldita)

3.5: Crucifijo invertido y confrontación final

Ahora somos tres. Unidos. Vigilantes.

Hemos bautizado a sesenta y dos conversos en total. La iglesia tiene techo de zinc y paredes de cemento. Mantenemos vigilias nocturnas rotativas. Nada se roba. Nada se profana.

Kibwe y Ngozi nos observan con frustración creciente. Han intentado todo: robos (fallidos), sobornos (rechazados), intimidación (ignorada), incluso ataques espirituales directos (resistidos con oración y ayuno).

Estamos ganando.

Pero no nos confiamos. Porque sé que ellos están esperando. Esperando un momento de descuido. Un error. Una brecha en nuestro protocolo.

Esta mañana, encontré algo que me heló la sangre.

Un crucifijo. Uno que yo tallé hace meses. Que había estado guardado bajo llave en mi baúl personal. De alguna manera, imposiblemente, estaba clavado en el árbol frente a la iglesia.

Boca abajo.

La cruz invertida.

Revisé mi baúl. Seguía cerrado. La cerradura intacta. Pero el crucifijo faltaba del interior.

¿Cómo?

Pasé dos horas examinando el crucifijo invertido. No estaba dañado físicamente. Pero había algo... diferente. Como si la madera misma hubiera sido enseñada a odiar lo que representaba.

Lo quemé. Pero me inquieta la pregunta:

Si pudieron entrar en mi baúl cerrado sin romper la cerradura...

¿Qué más pueden hacer?

Marcus está aumentando las vigilias nocturnas. Joy está documentando cada objeto sagrado con fotografías. Rachel está cosiendo bolsas especiales con versículos bordados para guardar los objetos más importantes.

Y yo... yo estoy reforzando el Protocolo.

Adiciones al Protocolo (Versión 2.0):

Los objetos más sagrados ahora se guardan en cajas de metal, not solo de madera.

Cada caja se bendice y unge con aceite consagrado semanalmente.

Ningún converso nuevo puede tocar objetos del altar hasta completar seis meses de discipulado probado.

Las llaves de todas las cajas solo las tengo yo. Sin excepciones.

Si algo desaparece imposiblemente (de contenedor cerrado), no buscamos explicaciones naturales. Asumimos ataque espiritual y respondemos con guerra espiritual.

Rachel dice que me estoy volviendo obsesivo.

Quizás. Pero la obsesión nos mantiene un paso adelante.

Esta noche es vigilia. Estaré en la iglesia desde las diez hasta las cuatro de la mañana. Marcus toma el turno de cuatro a ocho. Joy de ocho a doce.

No dejaremos nada desprotegido.

Porque sé que están planeando algo grande. Puedo sentirlo. Ngozi ha traído hechiceros de otras aldeas. Kibwe ha estado haciendo sacrificios más frecuentes. El ambiente espiritual está pesado, opresivo.

Pero no nos moverán.

Porque vigilamos.

Porque desconfiamos.

Porque entendemos que esta no es amistad cultural sino guerra espiritual.

Y en la guerra, el que permanece vigilante permanece vivo.

Acabo de escuchar algo afuera. Pasos alrededor de la iglesia. Es medianoche. Mi turno.

Tomo mi Biblia en una mano y mi linterna en la otra. Rachel me mira preocupada.

—Ten cuidado.

—Siempre.

Abro la puerta. La noche está oscura, sin luna. Las estrellas ocultas por nubes.

Los pasos continúan. Circulando. Pero no veo a nadie.

Entonces escucho la voz de Ngozi, flotando desde la oscuridad:

—Hermano Aaron el vigilante. El desconfiado. El que nunca duerme. ¿Cuánto tiempo puedes mantener la guardia? ¿Cuántos años? ¿Toda tu vida? Porque nosotros tenemos toda la eternidad. Los ancestros son pacientes. Esperarán el único segundo que tu ojo parpadee. El único momento que tu atención falle. And en ese momento...

—Nunca fallo. And nunca fallaré.

—Todos fallan eventualmente. La carne es débil. Incluso la carne vigilante.

—Mi carne quizás. Pero mi Dios nunca duerme ni tiene sueño.

—Entonces será una guerra larga.

—Así sea.

Los pasos se alejan. El silencio regresa.

Me siento en el púlpito con mi Biblia abierta en Salmo 121:

"No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel."

Y yo vigilo.

Hasta el amanecer.

Como he vigilado cada noche durante siete meses.

Como vigilaré cada noche que sea necesario.

Porque mientras yo vigile, mientras Marcus vigile, mientras Joy vigile...

Estamos ganando.

[Actualización del archivo - presente: La misión de Busanga permanece operativa. Hermano Aaron, Marcus y Joy mantienen vigilancia rotativa continua. Ciento dos conversos bautizados hasta la fecha. Ningún objeto sagrado ha sido profanado exitosamente en los últimos cuatro meses. Kibwe ha cesado intentos directos de confrontación. Ngozi observa desde distancia. Estado: Victoria misionera sostenida mediante disciplina extrema. Costo: Tensión constante, vigilancia perpetua, imposibilidad de relajación. Los misioneros no planean salir. "Esta es nuestra trinchera," reporta Aaron. "Y no nos moveremos."]




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