Monte Olimpo,
Templo de la diosa Afrodita.
—¡Eros! ¡Anteros! ¡espérenme!
Era divertido ver como los tres dioses del amor jugaban entre si, sin preocupaciones ni violencia. Siempre habían sido muy unidos, pero poco a poco eso fue cambiando.
Con el paso del tiempo, Eros y Anteros fueron creciendo convirtiéndose en dioses fuertes y maduros, mientras que la pequeña Ainhoa seguía siendo una niña, al menos en espíritu, pues crecer no estaba en sus planes. Podía notar como sus hermanos mayores ya no eran los de antes, y como una fuerte rivalidad crecía entre ellos. Siempre estaban compitiendo por ver quien era el mejor, algo que no le gustaba pues cada vez se iban alejando de ella.
El primero en irse fue Eros, cuando una bella mujer cautivo el corazón del dios alado pero su amor fue tan efímero como la vida de aquella bella mortal y con el tiempo la olvido. Ainhoa estaba complacida con la partida de Psique, y aunque nadie lo supiera contribuyo en la muerte de la humana, no quería que nadie cautivara el corazón de su hermano ¿Se arrepentido de lo que hizo? Al principio si pues podía notar el gran pesar de Eros, pero el tiempo cura las heridas y ella estuvo a su lado en el proceso.
Ese acontecimientos los unió aun mas, ocasionando los celos del dios Anteros. Creía que Eros iba a apartarla de su lado como anteriormente lo hizo con el cariño de su madre. Muchos dioses se habían dado cuenta que aquella diosa niña traería desgracias y rivalidades entre los dioses del amor.
—¡Ay!
—Ainhoa, ¿estás bien?
Eros enseguida llega al lado de su hermana a verificar si estaba bien después de haber tropezado con una roca y raspado su rodilla. Al ver el descaro de su hermano mayor al atreverse a tocar la piel de su hermana, Antero en un arranque de ira la levanto en sus brazos apartándola lejos de Eros, y ocasionando la risa de la niña.
—Anteros hermano, no exageres solo fue un raspón
El dios no respondió nada solo se quedo mirando fijamente al otro dios quien lo encaro ya harto de sus actitudes. Ainhoa se preocupo y enseguida se bajo de los brazos de su hermano gemelo cuando entendió que ellos estaban a punto de iniciar una pelea por ella.
—Ella no es tuya Anteros, déjala libre
Anteros apretó los puños con fuerza, que Eros fuese el mayor no le daba derecho a obedecer lo que él diga, había sido así siempre pero ya estaba cansado. Ya había sufrido muchas humillaciones por parte de su madre y hermano mayor, solo su hermano Himeros había sido gentil con él y por eso lo respetaba, los demás eran simples escorias que no debían respirar el mismo aire que el.
—¿Crees que soy tonto y no veo tus intenciones para con ella? Aléjate de Ainhoa por tu bien Eros
La niña preocupada trato de que su hermano gemelo se tranquilice, no le gustaba verlo molesto cuando siempre era tan alegre y amable con ella. Sabía que era impulsivo y dejaba que la ira lo dominara, aunque pocas veces lo haya visto así, pues siempre en su presencia se tranquilizaba por miedo a asustar a la única diosa que realmente ama.
—Anteros pero ¿por qué dices eso?, Eros jamás me haría daño— trato de hacerlo razonar pero no hubo caso. Miro a sus hermanos preocupada, entendiendo cual era el propósito de su gemelo, y si esa era la condición para que ellos no se lastimaran, estaba dispuesta a aceptarlo— ya no me dejaras verlo más, ¿verdad?
—¡No te atrevas Anteros!, ¡tengo tanto derecho como tú de estar a su lado!
—¡Yo siempre estuve a su lado!, jamás la abandone por irme tras de otra mujer
Aquello molesto tanto a Eros que hizo explotar su cosmos al máximo asustando a su hermana. Había sentido antes el cosmos de su hermano, era uno puro y lleno de bonbad pero estaba vez se sentía diferente, una energía maligna lo rodaba ¿este era el verdadero Eros?. La ira de Eros creció aun mas al ver la mirada aterrada de Ainhoa, nunca mostraba su lado oscuro ante nadie. Anteros también aumento su cosmos, no era tan fuerte como el de su hermano mayor pero no se rendiría, lucharia por su hermana contra quien sea.
Pero la batalla no se libro, pues Ainhoa se interpuso parando todo. Ya había tomado una decisión, renunciaría a su libertad para que sus hermanos sean felices. Creía que era lo correcto pero eso solo trajo más problemas que soluciones.
Mucho tiempo después...
Desde aquella pequeña contienda entre los dioses del amor Ainhoa paso toda su vida oculta del mundo sin ver a nadie más, especialmente del sexo opuesto, pues su hermano gemelo temía que alguien pudiera quitársela o hacerle daño. Para ella estaba bien, se había acostumbrado a vivir oculta, además no estaba sola pues Anteros siempre estaba a su lado.
Con su otro hermano Himeros la relación era diferente, él si tenia permitido verla al igual que su madre aunque esta casi nunca los visitaba. Para la diosa Afrodita, Ainhoa no tenía la gracia ni la belleza para ser su hija, solo la visitaba por pedido de su hijo Eros para ver cómo estaba, pero fuera de eso su relación era casi nula. Hefestos por otro lado, aun siendo esposo y padrastro de los dioses no tenia relación con ninguno de los hijos de su esposa, pero solía visitarlos juntos a ella, le gustaba ir a escuchar a la diosa Ainhoa cantar, tenía una voz majestuosa tanto que competía con las voces de las musas, oh incluso aun mejor.
Ainhoa siempre cantaba para Anteros, mientras que el tocaba el arpa, ambos disfrutaban de la compañía del otro. En esos momentos ella era realmente feliz aunque un vacío crecía poco a poco dentro de si, sentía que algo le faltaba
(...)
—No es justo que la trate de ese modo, voy ayudarla, la liberare de una buena vez
Habían pasado muchos años desde la última vez que pudo ver a su hermana. Himeros le había comentado que ella aparentaba ser feliz al lado de Anteros pero en sus ojos se reflejaba otra cosa. Tristeza y desolación, ya no era la misma chica de antes. Ahora era fría, ruda y egocéntrica igual que su hermano Anteros.
Editado: 23.05.2024