Fernanda es una espía entrenada desde niña para ser la mejor, única e inigualable en lo que se dedica. Aprendió a ser la primera en su clase, sea tanto en las materias como en el campo, siempre obtuvo los puntajes más altos.
Ahora se encontraba corriendo en el campo recordando todo lo vivido en ENTHUD, ya había pasado 5 años desde que dejó la academia y algunos recuerdos con ellos, ahora tenía 22 años, estaba en la academia porque había recibido un mensaje donde le informaban de una nueva misión; llevaba dos días en la academia, entrenando y revisando toda la información; todo iba muy bien pero faltaba algo; esperaba que esta vez también la mandaran con él, la única persona en la que confiaba, quien se ganó su cariño, y en quien pensaba que estaría para ella cuando lo necesitara.
Se detuvo porque escuchó su voz, era él, lo reconocería a kilómetros.
- Esteban!!!- lo saludó
- hola Nanda- era el único que le decía así y no le molestaba; por el contrario; le parecía algo íntimo entre los dos- me dijeron que tenemos una misión- dijo afirmando el hecho
- así es, aunque no me dijeron que tendría compañía- expresó ella sonriendo
- yo tampoco lo sabía hasta ayer que me avisaron que vendrías, pero no pude reunirme contigo, estuve ocupado, ¿y a dónde vamos ahora?- preguntó Esteban cambiando de tema
- bueno ya terminé de entrenar, iba a ir a bañarme
- ¿te acompaño?- preguntó él bromeando
- claro que no- aunque a ella le gustara, aun no habían llegado a esa situación, una que otra vez se besaban pero no tenían una relación, en la posición de ambos era difícil mantener algo o a alguien junto a ellos, sin temer que se los arrebataran- espérame en el estudio, nos reuniremos con los demás en media hora- dijo viendo su reloj
Fue a asearse a su antiguo cuarto, al terminar se vistió, se puso jeans negros y una camiseta del mismo color, por dentro llevaba chaleco antibalas y en su mano un bolso negro que contenía armas de diferente calibre, balas, una espada y dagas.
Ya en el salón, después de ultimar detalles, les dieron la orden de partir, camino al helipuerto, Esteban la agarró de la cintura y la jaló hacia él, besándola, sin importarle que los estuvieron viendo, dejándola atónita, nunca antes lo había hecho delante de otros, ya que tenían prohibido mezclar su vida personal con el trabajo.
30 minutos fue lo que duró el lapso en el helicóptero, los dejaron en una isla en donde estaba resguardado lo que les pedían; no sabían lo que era; les dieron las estrategias para ingresar y llegar hasta el objetivo, sabían cuantos hombres custodiaban el lugar por dentro y por fuera.
- es hora Nanda- le dijo Esteban ya listo
- nos vemos- expresó ella despidiéndose de él, pues cada uno iría por su lado de acuerdo a la estrategia; ella se encargaría de obtener el objeto y él de reducir a los de seguridad dejándole el paso libre
Ahora estaba dentro de un cuarto, en donde tenía en frente rayos láser, para ella no había problema, no era la primera vez que enfrentaba un obstáculo como ese, por lo que la llevó a preguntarse, por que un lugar tan resguardado por fuera tenía rayos láser por dentro como protección.
- bueno andando- se dijo a sí misma dándose ánimos, pasó los rayos láser con facilidad, ya frente al objetivo, el cual estaba dentro de una caja de cristal, ella agarró el objeto que traía consigo que era un láser que cortaba el vidrio sin hacer el mínimo ruido. Al ya haber cortado el cristal, metió la mano para agarrar el objetivo; que recién sabía era un rollo; mejor dicho un pergamino; dejando de pensar en eso siguió con su deber, ingresó la mano en la caja para agarrar el rollo, cuando lo hizo sonaron las alarmas, asustándola.
- maldición- expresó mientras escuchaba pasos que se acercaban a ella, y no se equivocaba puesto que vio a cinco hombres frente suyo, guardó el pergamino en su chaleco antibalas mientras se acercaba a ellos, iba a atacar cuando apareció Esteban por detrás de uno de ellos agarrándolo del cuello y matándolo en ese instante, entre los cuatro restantes, dos fueron hacia él y dos hacia ella, cuando se dio cuenta estaba rodeada de un charco de sangre.
Ambos se dirigieron a la orilla de un risco que tenía de altura 10 metros por lo menos, estaban conversando como si nada hubiese sucedido hace unos instantes, entonces fue ahí donde ella decidió arriesgarse sin saber lo que sucedería después.
- lo hiciste Nanda- la felicitó él
- no es verdad, lo sabes, me confié, por mi culpa casi todo se va al traste- dijo apenada
- olvídalo- y la abrazó, es ahora o nunca pensó ella
- Esteban toma- dijo entregándole un papel- esto es...- y no pudo terminar la frase por que sintió de repente un dolor en el estómago, cuando bajó la mirada vio una daga clavada en su abdomen- ¿por... por qué?
- ¿por qué?- dijo repitiendo lo que ella había dicho sarcásticamente- que ingenua eres querida, ¿qué te parece una historia? tranquila que seré breve- dijo riendo puesto que sabía que a ella no le quedaba mucho tiempo- conoces la academia DOTH, sí ¿verdad? por supuesto que la conoces es rival de ENTHUD, yo vengo de ahí, tan patética es tu academia que dejaron entrar a un traidor y de seguro en estos momentos ellos están siendo destruidos al igual que tú