Guerrero

Capítulo XV

Me encantan nuestros bosques de hayas. Una vez tuve ocasión de matar el tiempo en San Petersburgo, así que ahora, en cuanto entro en el bosque, recuerdo inmediatamente la columnata de la catedral de Nuestra Señora de Kazán. Los troncos lisos y suaves, como columnas de acero, convierten una espesura ordinaria en un solemne salón de baile. Parece como si una orquesta estuviera a punto de tocar, y parejas ligeras giraran entre ellos en el inmortal pas del vals, - obviamente por error asignado junto con el bosque a alguna Viena atrasada.....

El gnomo no iba a ninguna parte. Tampoco dormía.

La criatura humanoide, de unos tres metros de altura, más parecida a un rinoceronte que a Shrek, me miraba atentamente, apoyando la espalda, o más bien el costado, contra una de las columnas. Uf, un tronco de haya... Le habían enseñado que soñar en una incursión no era perjudicial, sino mortal. Supongo que no le enseñaron lo suficiente...

El gnomo suspiró, según me pareció, aliviado y... cerró los ojos.

No lo entendí.

O mejor dicho, lo entendí todo en cuanto obtuve información de la base de datos sobre la pátina grisácea de su piel y las orejas caídas... Y algo sobre el aumento de la sudoración, pero dos criterios multiplicados por la hipodinamia general me bastaron para entenderlo. La criatura se estaba muriendo.

- Bien..." refunfuñó el troll, haciendo una larga pausa entre palabra y palabra. - Me alegro... pensé... moriré... Es una pena... Morir... de un golpe... de un enemigo... es honorable... Acaba conmigo... humano... Si... no tienes nombre... te convertirás en... Troll asesino... Honorable....

La criatura volvió a cerrar los ojos y se quedó en silencio.

"Está herido y agotado..." - Mis subtenientes se apresuraron a insinuar la pregunta no formulada.

- Deprisa... -haciendo acopio de fuerzas, el trol volvió a abrir los ojos.

- Voy para allá -lo tranquilicé-. - Encontraré una roca más grande...

- Abriré la boca... Abriré la cabeza... La cabeza... el hueso... es duro... Sólo retumba....

- Está bien, me las arreglaré.

Qué montón de basura. Hablamos de la muerte, pero tan naturalmente, como si estuviéramos discutiendo el tiempo.

"¿Qué le parece, señor, va a llover? ¿Debería traer un paraguas?"

"No, no lo creo... Pero llévate un paraguas. Por si acaso..."

Uf...

Una roca del peso y configuración requeridos fue encontrada no muy lejos del troll. Está bien. No quería cargar con al menos un caniche de anestesia radical desde lejos.

"¡Una súplica a quien pueda oírme! Ajustad el golpe para que el troll quede incapacitado pero aún con vida. No estoy acostumbrado a golpearles con piedras en la cabeza. Y, por favor, tened en cuenta que un resultado fatal me haría muy infeliz".

Esperando que me oyeran, levanté la roca por encima de mi cabeza y la hice caer con todas mis fuerzas sobre la parte superior del híbrido de rinoceronte con algo de homo.

- Boom..." Sonó poco parecido al estallido de una sandía o a una campanada vespertina. Era más como el sonido de un powerlifter dejando caer una pesa sobre la plataforma. Y sólo un poco, literalmente un centímetro, no me bastó para saber qué responde el atleta al peso que cayó sobre su pie. La piedra rebotó en el duro cráneo del trol y casi me da en el pie. Apenas tuve tiempo de sacarla del punto de aterrizaje.

- Uf.

No es una buena sensación, acabar con una criatura indefensa. Tal vez por eso me contuve en el último momento. ¿O fueron los espíritus haciendo el ajuste? En cualquier caso, el gnomo se sacudió, raspó sus extremidades traseras entre las hojas caídas y se quedó en silencio. Por suerte, sólo se desmayó, como le había ordenado.

No entendía muy bien por qué quería hacer todo esto, pero tenía una idea en la periferia de mi mente. Y para realizarlo, realmente necesitaba un troll. Un troll que estuviera vivo y fuera amistoso, bueno - neutral. Por lo tanto, antes de quitarle la vida a la desafortunada criatura, era necesario examinarla primero para ver si era apta para un uso posterior. Preferiblemente no como peluche.

Examiné cuidadosamente el torso del trol por delante, pero no encontré más que arañazos, profundos para los estándares humanos, pero que claramente no molestaban a la criatura de piel gruesa.

Qué extraño, ¿se había envenenado con setas crudas?

Debería haberle mirado la espalda. Pero por más que intenté tumbar al monstruo de lado -por cierto, no soy demasiado fuerte, puedo hacer press de banca a ciento cincuenta de pecho nueve veces-, el gnomo parecía clavado en el tronco del árbol. Era como un pino pegajoso o un abeto de colofonia... Tras resoplar unos minutos más, me di cuenta de que tendría que ir a buscar ayuda.

Tuve la idea de utilizar la espada como palanca, pero no pasó el concurso. Si iba a usar una palanca, tendría que ser una de madera, no uno de mis caros y únicos equipos. El cual, no he olvidado - necesitaré más esta noche. Para derribar a los verdes.

Si caminamos libremente, no al acecho, es sólo una corta distancia a la carretera. Rodeé un par de troncos descubiertos, me escurrí entre los arbustos del borde de la carretera y ya estaba en el arcén.



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En el texto hay: mundo magico, impresionantes aventuras, buen heroe

Editado: 23.03.2025

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