En la tormenta
Damian.
Bebí de la copa burbujeante de champagne mientras veía mis familiares reír y charlar en trajes formales y costosos.
Había decidido quedarme. Cuando Alex llegará le pediría hablar, si se negaba me iría por donde llegué, sin molestar o rechistar.
—Hola, Demi —mi prima Louise me saludó con el apodo que tenía desde pequeño, cortesía de mamá—. Que agradable sorpresa, esperaba ver a cualquiera menos a ti.
Dejó su bolso plateado de mano en la mesa y se sentó a mi lado.
Me encogí de hombros—: No creo que sea buena idea seguir alejados por tonterías, quiero que nuestra relación sea como antes
—¿Igual a cuando tenían 6 y mojaban sus pantaloncitos escuchando la leyenda del Coco?
—Já-Já, eres muy graciosa.
—Hago lo que puedo. Pero, hablando en serio, Alex es demasiado orgulloso para admitir que se equivoca en cualquier cosa.
—Creí que el amor lo había cambiado
Soltó una risita–: Tal vez con Zaja sea distinto, a mi me trata como lo ha hecho siempre.
—No vale, ustedes siempre han sido buenos amigos...
Comenzó a su teléfono dentro de la bosa—: Ah, mira. Justo hablando de la novia, tal vez nos explique porque se demoran tanto —contestó con una sonrisa en la boca—. Aló... —su sonrisa se borró al instante —Sí, soy yo... ¿Zaja se encuentra con usted...? Sí, comprendo... estaremos ahí cuanto antes.
Fruncí el ceño, intrigado por la razón que pondría así a Louise—: ¿Qué pasó?, ¿todo está bien?
Negó con la cabeza, tenía la vista perdida y se abrazaba a sí misma. Antes de poder decir una palabra más sus ojos se llenaron de lágrimas, se tapo la boca como si no pudiese creer lo que pasaba.
—Necesito hablar con mis tíos, ¿sabes dónde están?
—Sí, adentro. Te llevo, pero explícame, por favor, que sucede.
—Les digo a los tres juntos, vamos.
Comenzó a caminar al interior de la casa mientras se limpiaba las lágrimas con el dorso de la mano.
La preocupación se instaló en mí, lo que le hayan dicho a Louise debía ser grave para que ella reaccionase así. Con cada paso que daba la intriga y las ganas de sacudir a Louise para que me dijera ya mismo que ocurría crecía más y más.
Una enorme bola de ansiedad, temor y nervios crece y quema en mi interior. Rezando para que nada malo haya pasado, entramos a la casa.
Mi madre termina de bajar las escaleras y mi padre está esperándola al pie de las escaleras, al ver la expresión de Louise mis padres se apresuran hasta donde estamos.
–¿Qué pasó, querida?, ¿Estás bien?, ¿Te duele algo?
Louise niega con la cabeza y se vuelve a limpiar los ojos y la nariz.
Suelta un suspiro pesado—: No creo que haya la forma de suavizar esto, así que simplemente lo diré: me llamaron del hospital, Alex tuvo un accidente de coche y está en emergencias.
El silencio se instaló detrás de la pesadez de sus palabras.
Siempre que veía fuegos artificiales sentía que el mundo se me venía encima de forma benevolente, era como si el mundo estallará en un millón de luces para volver a reconstruirse al instante.
Justo en este momento me sentía de forma muy similar, solo que cuando las luces estallaban frente a mí se convertían en fragmentos de cristales, y caían sobre mí de una forma catastrófica, aterradora y horrible. No se reconstruía, no era algo bueno de ver, no era nada más que tristeza y desolación.
El shock fue remplazado con pánico, junto con un mal sabor de boca, intente pasar saliva, pero el nudo que se acababa de formar en mi garganta me lo impedía.
No podía pensar, no era consciente de lo que pasaba a mi alrededor.
Veía a mi mamá derrumbarse en el suelo por el dolor, veía como mi padre y mi prima corrían a auxiliarla, pera era como si se borrará el instante, mi cerebro ni siquiera lo registraba.
No podía reaccionar, moverme o hablar.
—Están en Santa Nicolasa, debemos irnos ya — Louise ayudó a levantar a mi madre —. Damian, conduce tú. Iré a avisarles a los demás afuera.
📖📖📖
El viaje me pareció interminable, no sé si era porque mamá iba llorando en los asientos traseros mientras mi padre intentaba calmarla, a la vez que Louise le llamaba a los conocidos de Alex y familia más lejana; o solo por el hecho de que seguía aturdido.
Moví la cabeza repetidas veces, intentando despejarme, incluso me di unas cuantas bofetadas, pero nada lograba hacerme reaccionar, nada funcionaba.
Era como si mi cuerpo hubiera dejado de moverse conscientemente y solo lo hiciera de manera automática.
Llegamos al hospital, somos el primer carro en llegar, aunque detrás de nosotros venían otros 5 con alrededor de 4-6 personas.
Louise y mi mamá son las primeras en entrar, piden la información a una enfermera, la cual les dice que deben esperar en la sala de espera.
En la sala de espera se encuentra una rubia con la cabeza gacha con un vestido negro de noche, está dando vueltas por toda la sla, se nota lo desesperada que está.
Mamá suelta un suspiro de furia mientras que Louise corre a abrazarla. Por la reacción de ambas supongo que esa rubia es Zaja.
Parece que Louise le está susurrando palabras de aliento, pero al ver que la que se quiebra es Louise mientras Zaja parece inmutable me hace dudar de quien está consolando a quien.
—¿Qué es lo que sabes?
—Tuvo un accidente mientras regresaba de la casa de Brent, perdió el control y choco con un muro, salió volando por el parabrisas y se estrello con el mismo.
Apenas había emoción en su voz, era fría, distante.
Mi madre y Louise sollozaron fuertemente, no lo había notado, pero mi vista estaba borrosa y lágrimas surcaban por mis mejillas.
Nunca me había avergonzado llorar o expresar mis sentimientos, aunque nuestro padre siempre nos reprendía a Alex y a mí por llorar jamás hicimos caso.
Una sonrisa débil se filtra en mis labios al pensar en Alex y en mí de niños, cuando no había peleas o discusiones por tener distintos puntos de vista. Cuando veíamos películas animadas y al final siempre llorábamos, jugando en el patio trasero con cometas, sanando las heridas uno del otro.