Hay que llorar toda la noche
Zaja.
Mierda.
Siento que mi cabeza está por explotar.
No puedo con esto. No sin él. Sin él… no puedo con nada.
Todo se siente… superficial, como si yo estuviera hundida mientras veo, escucho y hablo solo por la mera costumbre.
<<Perdida>>
Eso es lo que soy sin él, solo una pequeña partícula perdida en medio del caos que es la vida.
<< ¿Por qué?, ¿por qué esto?, ¿por qué a mí?, ¿por qué a… él?>>
Todo es tan surreal.
<<Tal vez es una pesadilla>>
Debe serlo, tiene que ser una pesadilla, me fuerzo a creer que es una pesadilla.
<< ¿No podía ser alguien más?, ¿cualquier persona? Cualquiera menos él>>
Tengo que ser fuerte, tengo que parecerlo, no me puedo derrumbar, él no querría verme así.
<<No lo hará, nunca más podrá verte>>
Cierro los ojos con fuerza.
No puedo fingir estar bien. Pero debo.
No voy a dejar que su familia me vea así, no puedo dejar que me vean como alguien débil, van a atacarme si me ven débil, especialmente su madre.
—Claro, vamos. Yo te doy indicaciones para llegar.
La única persona que en verdad parecía fuerte era Louise, y estaba segura que era solo por fuera.
Incluso su hermano, una persona completamente extraña ya que a Alex no le gustaba hablar de él, estaba destrozado.
Salimos del hospital y subimos a su auto.
Le decía las indicaciones conforme iban pasando las calles. Ninguno hablo, pero éramos compañeros en el sufrimiento silencioso en el que ambos estábamos hundidos.
Él perdió a su hermano, yo perdí a la persona más importante de mi vida.
Llegamos al edificio. Cuando nos habíamos mudado la fachada de ladrillos me había parecido encantadora y todas las noches que llegaba de trabajar solo debía ver la fachada de ladrillos para sentirme a salvo y en casa. Hasta hoy me doy cuenta que nunca fue la fachada lo que me hacía sentir así.
—¿Quieres pasar o me esperas aquí?
<<Por favor, di que esperas aquí>>
—Te acompaño.
Evito que la resignación salga a flote.
<<Permanece fuerte, si no puedes solo fíngelo>>
Apenas abro el departamento mis pensamientos me abandonan.
Todo esta a oscuras, la única luz que llega es la de la Luna haciendo ver todo mas lúgubre.
<<Esta no es mi casa>>
Me derrumbo en el suelo, sin importar si el hermano de Alex me ve o no. Me derrumbo y lloró, dejo ir todo lo que he estado cargando desde hace unas horas. Lloro como si no hubiera mañana…
<<No lo hay, no sin él. No hay nada sin él>>
Mis alaridos son lo suficientemente fuertes para que Hunnybee venga asustada a ver que pasa, y aunque al principio no entiende nada parece darse cuenta de que algo va mal, parece darse cuenta que él se fue.
A mis gritos de dolor se le suman los aullidos de Bee, las dos abandonadas por el hombre más importante de nuestras vidas.
En ningún momento Damian nos intenta calmar o consolar, tal vez porque sabe que es algo que debemos de pasar, tal vez porque sabe que debemos de expresar nuestro dolor para poder dejarlo ir.
No se cuanto tiempo nos quedamos ahí, abrazadas en el suelo y llorando, pero fue la voz de Damian que me hizo despabilarme.
—¿Podrías decirme como luce la carta o… algo?
Asentí con la cabeza a la vez que me limpiaba los mocos con mi mano.
Me levanté y lo guie al closet en el que guardábamos papeles y tareas.
—Tiene que estar por aquí, es un sobre blanco que dice “para cuando… para cuando no este” tu empieza con el lado derecho y yo con el izquierdo.
El closet estaba lleno de papeles regados, libretas, libros y demás. Siempre le había insistido en que lo debíamos de limpiar, pero nunca terminábamos.
—No sabia que iba a la universidad —dijo mirando las libretas con apuntes y tareas.
Inevitablemente sonreí.
—No iba, su trabajo consistía en ir a diferentes universidades para decirles a los estudiantes que el podía hacer sus tareas por un pago. Al principio fue un tanto difícil ya que no confiaban en él, pero poco a poco fue haciéndose de clientes y al final su fama le precedía.
Él también sonrió, no se me hacía extraño que no supiera de que trabajaba su hermano, las únicas veces que Alex hablaba de su hermano era cuando estaba borracho o drogado, y solo cosas de su infancia, jamás sobre las discusiones que hicieron que se llevasen tan mal.
Revisar las cosas de Alex no era nada sencillo, su desorden llegaba a niveles estratosféricos, tanto como para hacer que me doliera la cabeza.
Intente fingir que no pasaba nada, pero aparentemente Damian y Alex compartían la misma perspicacia.
—Creo que sería mejor si te recuestas un poco —no podía decidir si la preocupación en su voz era genuina o no.
—Estoy bien, solo quiero terminar con esto lo mas rápido posible para que tu madre deje de molestar.
Si mis palabras sonaron rudas no lo noté.
—No te preocupes, puedo solo con esto —seguía sin estar segura si era preocupación genuina o mera cortesía.
Asentí con la cabeza, no estaba segura si Damian podría encargarse por si solo del desastre de Alex, pero en verdad necesitaba descansar.
Me senté en el sillón y mire hacia el techo.
No estaba lista para ir a la habitación, no sabiendo que ya nunca mas estaríamos ahí, riendo, jugando, bailando, disfrutando de nuestra compañía simplemente.
Mis ojos se llenaron de lágrimas recordando todo lo que había vivido con él, como nos conocimos en la universidad, como me invito a salir, la primera noche que pasamos juntos, cuando decidimos vivir juntos, la primera vez que vimos el departamento.