Guía Práctica para Convertirse en Cazadora

10. La sangre busca su cauce

Darla se quedó toda la noche en la biblioteca conociendo a su padre. Por razones obvias, lo primero que vio y más le llamó la atención fueron las armas, pero estas no le daban las respuestas que necesitaba. Entre los cajones había encontrado papeles, carpetas, cuadernos. Se puso a revisarlos, buscando la voz de Arturo. En el fondo también tenía la esperanza de encontrar alguna pista sobre su desaparición.

Entre los cuadernos encontró clasificaciones de armas y de las utilidades que tenían; clasificaciones de los enemigos; registros de enemigos con los que su padre se había enfrentado, especificando vencedores y vencidos; planes para la creación de una sociedad de cazadores. A pesar de estar todo muy detallado, para Darla era chino básico. Luego encontró cuadernos que realmente estaban escritos en clave, y eso la desconcertó.

Encontró también recetas médicas para un medicamento cuyo nombre se repetía mucho. Este también aparecía en un cuaderno que llevaba la inscripción "Investigación sobre el virus V" en su tapa.

Allí se hablaba sobre una enfermedad de transmisión sanguínea, donde los glóbulos rojos eran infectados y, a consecuencia, se comían al resto de glóbulos rojos, provocando primero anemia, luego debilidad, y finalmente la muerte del infectado. Había muchos datos que ella no podía interpretar, pero en un lugar apartado, a modo de conclusión, ponía:

"Cada vez estoy más convencido de que el vampirismo es provocado por este virus. Sucesivas inoculaciones llevan a la víctima a la muerte, pero las células infectadas siguen vivas. En cambio, las células blancas infectadas se hacen más fuertes al intentar acabar con el virus, sin éxito. Allí residiría la increíble fortaleza de los vampiros, y su capacidad para regenerarse".

—¿Así que los vampiros se convierten por un virus?

Darla estaba cada vez más confundida, quería aprender todo de golpe y no entendía nada.

Luego encontró nombres de médicos e investigadores, y algo sobre frecuencias de transfusiones de sangre y pagos a un centro de hemoterapia.

.

Estuvo leyendo toda la noche. Cada escrito era más interesante que el anterior. Nunca antes había leído nada con tanto entusiasmo e interés. Halló también investigaciones sobre nuevas armas creadas por Arturo. Había una pistola que disparaba balas de madera, algo así como estacas diminutas. No tenían la misma potencia que una estaca de tamaño normal, pero sí la ventaja de ser eficientes en la distancia. Una estaca equivaldría a tres balas certeras. Una sola podría perforar el corazón, en manos de un tirador hábil. Él mandó a un artesano a fabricarla y solo existía una de su tipo. Las balas estaban hechas de una madera llamada Quebracho, también conocida como Palo Santo. Esta madera dura e impermeable es útil por su letalidad, incluso para un ser humano; y, además, su disque santidad, bueno, los antiguos chamanes la utilizaban para purificar el alma, y se sabe que los vampiros no son inmunes a los símbolos religiosos.

El arma en cuestión es la que ella sacó del primer cajón y que tanto la atrajo al principio. Volvió a sacarla de su lugar para observarla detenidamente.

Leyendo más, descubrió los planes de su padre de mejorarla, agregándole un compartimiento que la embebiera de agua bendita, aumentando su poder y reduciendo las municiones necesarias para acabar con un rival. También quería mejorar el diseño de las balas para que ganasen velocidad. Pero todo eso quedó en meros bosquejos.

Félix apareció de repente, entrando por el agujero del vidrio, y se puso a rasguñar uno de los sillones individuales de cerca del ventanal. Al parecer, pasó toda la noche fuera y ni se enteró de que sus enemigos estuvieron en su territorio.

Darla se distrajo por el ruido que el gato provocaba.

Después, el felino fue hasta donde estaba ella, buscando su atención. Pero al llegar, comenzó a olfatear todo, y luego a gruñir. Darla intentó subirlo a su regazo, pero él, enfadado, saltó hacia el escritorio olisqueando todo. Si ella se acercaba, él bufaba.

Ella lo dejó tranquilo y continuó explorando.

Darla buscaba entre los libros un diario íntimo o algo que le diera respuestas personales, los escritos que antes leyó estaba abocados a su oficio. Mientras ella se movía por la habitación, Félix la seguía de cerca con la cola esponjada.

Leía los títulos de los libros en voz alta, casi todo pertenecía a colecciones, así que ella se guiaba por el razonamiento de que lo que no encajara en el entorno, servía para ocultar un secreto.

Félix se subió a uno de los estantes y comenzó a rasquetear un libro, como queriendo sacarlo de su lugar.

Darla lo regañó al verlo y lo obligó a volver al suelo. Luego le llamó la atención el libro que quedó con pequeños pinchazos en su lomo. Se titulaba "Alicia en el País de las Maravillas". Los libros estaban ordenados por colección o por temática, y los de aquel estante eran sobre geografía mundial, meteorología y la influencia de los astros sobre esta. Definitivamente "Alicia..." no encajaba allí.

—¡Gracias Félix! —dijo sonriendo y el gato se alejó serpenteando la cola.

Darla le echó un vistazo al libro. Las primeras páginas eran normales, pero llegando a la mitad, las hojas estaban caladas en forma de llave, formando un compartimiento secreto, y dentro guardaba una llave dentada. La sacó y la guardó en su bolsillo.

Continuó buscando en el mismo libro alguna pista de lo que abriría. Buscaba palabras marcadas o notas en márgenes. Nada. Pero en la última página, donde se ponen los datos de la impresión, una letra E estaba impresa en negrita. Este fenómeno no ocurría en el resto del libro, y no se trataba de la letra capital.




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