@Laverdaderavidaoculta: Todos tenemos que aceptar que el gobierno está intentando lavarnos el cerebro. #ElTiempoCambio #5Seg #Libertad #YoSiCreo #InventoDeLaEliteParaGobernarnos.
El 22 de octubre, a las 11:11, el sol parpadeó. Solo por cinco segundos. Pero todos lo sintieron. Y luego fingieron que no pasó nada. Y como no lo harían: todo sabíamos que eso pasó. Fue como si todos coreografiáramos detenernos en cinco segundos, y recuperar la movilidad. Fue algo que aún parecía surreal. Deslice el feed, buscando algo con que distraerme, y solo me encontré con una noticia.
IMPORTANTE: CONFIRMAN EL DELIRIO COLECTIVO
“Continúan las gran sensación de una supuesta detención del tiempo, pero los expertos explican que la creencias puesta en palabras por conspiranoicos en las redes sociales, pueden llegar afectarnos, como muchos estudios lingüísticos afirman que la lengua moldea la realidad. Mientras tanto, creemos en la verdad e información verídica basada…”
Luego estaban estas cosas, los raros negacionistas, pero al final no pueden demostrar una negativa, al igual que los raros conspiranoicos de las redes no pueden probar lo que sucedió. Éramos el gato de Schrodinger, primero tendríamos que entender el tiempo, y luego ver qué más… pero apenas entramos en lo desconocido con la tercera dimensión, los hoyos negros, la consciencia mental, que ni siquiera nos fijamos en el tiempo. De solo pensarlo me arrastraba a mis años universitarios.
@MiramosalverdaderoFuturo: Miren las diferentes teorías, la verdad está más cerca de lo que esperamos, solo tenemos que aceptarlo, nos vigilan. ¡Las palomas son cámaras espías! #SomosResistencia #ElMundoNosRobaLosDatos #5Seg #ElDespertar
De pronto escuche aquella bocina que anunciaba mi parada. Baje del autobús y guarde mi teléfono, por si acaso. No importa donde estemos, siempre podrán robarme.
Caminé fingiendo tranquilidad, me quedé con aquel comentario, debería dejar de scrollear tanto, porque después mi algoritmo se educa con los conspiranoicos. Nicho que quise abandonar, pero no importa lo genial o cool que quiera verme, parece que siempre se me pegaban los raritos.
Y hablando de raritos, suspiré mientras me acercaba a una particular puerta blanca, que el mes pasado fue amarilla, y el anterior azul, incluso llegó a ser fluorescente en algún momento de diciembre. Era una de las luchas que tenía con sus vecinos uno de los raritos que se me pegaron de estudiante. O mejor dicho, mi mejor amigo.
Árian Schopenhauer, y no, no tenía nada que ver con Arthur. Mientras escuchaba un sin fin de ruidos provenientes del interior, guarde mis manos en los bolsillos esperando que abrieran. Aún no podía creer que después de tantos años, aún estuviéramos haciendo lo mismo. Solté una carcajada cuando escuché su típico “mierda” seguido de un “Pasa, L.L”.
Tomé la llave oculta debajo de una pequeña roca integrada en la esquina de la entrada, abrí la puerta, y entré.
Vi a Árian luchando con cables, rodeado de pantallas y una taza de jugo de manzana a medio terminar.
—¿Sigues con tu lucha? —pregunté burlón mientras me acercaba a ayudarlo.
—Confundí pedidos, y pedí cantidades industriales de cosas… en vez de un par de unidades.
Árian y yo fuimos compañeros de habitación en un curso de informática básica. Aun recordaba como nos hicimos amigos, hablaba sobre la posibilidad de que el tiempo estuviera establecido en la cuarta dimensión, y como no podíamos percibir no entendíamos la capacidad de ese elemento. Árian me había interrumpido diciendo que el tiempo es abstracto y que es imposible que este en la cuarta dimensión, porque se presentaba físicamente en el centro de los agujeros negros.
Fue una conversación rara, y no es que Árian sea un conspiranoico loco o fumado, él no necesitaba nada para que ese enloquecido y privilegiado cerebro era capaz de desglosar la realidad y armar su propia narrativa, lógica e irrefutable.
Él era un genio. Y no es que yo sea un idiota, tenía con que defenderme, como un buen nerd, sabiondo y cerebrito. Pero Árian estaba certificado, y en vez de una pelea de egos, le pedí que me enseñe, y vaya que eso reforzó nuestra amistad.
—No puedo creer que no entiendas esto —dijo una noche que nos desvelamos estudiando—. Es simple lógica, pero bueno… Basados en eso, aun no he podido ahuyentarte, así que creo que calzas para el puesto.
Usualmente decía cosas así sin contexto, con el tiempo te acostumbrabas a seguirle el hilo imaginario de su pensamiento, pero en ese momento, mi yo de 19 años lo miraba confundido.
—¿Qué puesto?
—El puesto de mi mejor amigo, obvio.
Pero volviendo ocho años después, al presente. Seguía desenvolviendo a mi amigo de sus cables. A mi alrededor habían partes desarmadas de una o varias computadoras, incluso estaba la milagrosa máquina que Árian había construido.
—¿Bien, debo preguntar?
—No quieres saber la respuesta. Pero estaba investigando en la WhiteWeb.
—Otra vez metido en cosas de dudosa legalidad —dice tomando asiento en el único lugar limpio de ese caos, el sofá de dudoso color café, que era lo más cómodo.
—No es ilegal, como tal. No es la darkweb, eso ya me aburrió mucho la verdad.