Capítulo 7.
Había un mar de dudas ahora que desconfiaba de ella.
Había querido quedarme en casa durante media mañana y ella había sido eficiente, se había hecho cargo de nuestro hijo y de nuestro hogar, justo como habíamos acordado luego de casarnos. Había surgido un problema en la empresa por lo que requerían mi presencia y mi dirección, y fue al mediodía en punto cuando partí de mi casa.
Hernán se escondía de mi, evitaba quedarse a solas conmigo porque sabe que sacaré a la luz nuestra charla de aquel día.
—Estás siendo paranoico.
Nick me había invitado a comer algo luego de estar en la empresa y yo acepté, después de todo no me vendría mal una segunda opinión a lo que está sucediendo en mi matrimonio.
—¿Es ser paranoico descubrir que mi mujer me está engañando?
Nick toma de la copa y niega.
—Invadiste su privacidad, psicópata. ¿Te gustaría que ella lo hiciera?
—Luego del matrimonio ya no existe la privacidad, entre los dos ya no puede haber secretos.
—¿Entonces va a obligarla para que te muestre todos los mensajes que llegan al teléfono? —. Él me veía ofendido, y puedo jurar que parecía enojado.
—Nick, cuando te cases vas a comprender mi situación. —. Le expliqué, pero él negó.
—Jamás invadiría la privacidad de mi esposa. No soy tu, Collins.
Resoplé, volvía a repetirse la historia con mi otro mejor amigo.
—Estás hablando igual que Hernán.
—Es nada más que la verdad, Harry. —. Nick suspira y tras varios segundos en silencio, vuelve hablar.— Dale atención a tu esposa pero igual confía en ella. No vaya a ser que alguien que te esté rondando te la quite.
Él paga la cuenta y se marcha dejándome con una nueva incógnita.
¿Alguien que me esté rondando?
Inspiré y miré a mi teléfono.
Harry Collins: Cielo, encuéntrame en el parque de la ciudad en un rato. Te amo.
Olivia había aceptado mi invitación exprés, en momentos así agradezco que la nana se encuentre en casa.
Estaba soleado y habían varios niños jugando en sus bicicletas dando vueltas, otros más grandes elevando cometas. De pronto la veo venir, traía unos lentes oscuros sobre sus bellos ojos verdes, y un conjunto en color lima de falda hasta arriba de sus rodillas y una blusa a juego. Ella me ve y ocupa el espacio a mi lado, se saca los lentes y me ve.
—¿Te pasó algo?
Inspeccioné todo su rostro y cuerpo, como si buscase algo que me indique que estuvo en el Hotel Palace. Pero no había nada, absolutamente nada.
—¿Desde hace cuando no tenemos momentos a solas? —. La tomé de la mano observando sus argollas de matrimonio.
—¿A qué viene esto, Harry? —. Pregunta a la defensiva. Exhalo y le respondo que:
—Es nuestro aniversario.
Lo había recordado de camino al parque y aunque es nuestro primer aniversario quiero celebrarlo con ella. Nick tiene razón al decir que debo darle atención a mi esposa, cualquiera daría por tenerla.
—Al menos lo recordaste. —. Ella entornó sus ojos y miró a otro lado.
—Quiero cenar contigo está noche, aparte tengo una noticia que darte.
Al bajar su pierna de la otra pude notar que bajo su rodilla derecha había una hematoma algo morada y con sus bordes amarillos. Frunzo mi ceño observando aquello, en la mañana no lo había notado.
—Me he golpeado con la isla.
Me responde al ver donde tengo puesta la mirada.
—¿Tanto así?
Ella asiente cubriendo la hematoma con su cartera de mano.
—Soy torpe, recuérdalo.
Lo recordaba bien, pero también se que esa hematoma no pudo hacérsela con la isla, es imposible.
Sin embargo dejaría el tema por la paz y aceptaría lo que ha dicho.
Llegamos a nuestra casa unos minutos más tarde encontrando a la nana durmiendo a Blake. De inmediato mi esposa sube al baño de nuestra recamara para comenzar alistarse, la nana Rose continuaba durmiendo a Blake hasta que subió a la zona de arriba para acostarlo. Yo me había quedado en la sala de estar, su bolsa estaba en la mesa ratonera.
Intercalé mi mirada a dónde inician las escaleras asegurándome de que ella no venga y me encuentre. Tomé su bolsa y comencé a buscar queriendo encontrar alguna pista que me indique que anteriormente había estado con su amante.
—¿Buscas algo?
Me giré de inmediato y ella me veía con una gran sonrisa desde las escaleras.
—¿Se te perdió algo? —. Vuelve a preguntar ante mi silencio.
Ella bajó las escaleras ya cambiada y fresca, me quita la bolsa de las manos y saca de un bolsillo pequeño encubierto la maldita tarjeta del Hotel Palace.
—¿Esto buscabas?
Tragué pesado al ser descubierto.
—El que debería estar haciendo las preguntas soy yo. —. Tomé la maldita tarjeta y se la enseñé.— ¿Qué hacías en ese maldito Hotel?
Olivia se mantenía serena, algo juguetona y burlesca. Era impresionante su cinismo y como no sentía remordimiento al ser descubierta.
—Almorzaba con Debbie.
Había una gran tensión en el aire, entre los dos había una fuerte tensión.
—¿Me engañas, Olivia?
—De hacerlo no sería tan descuidada con las pruebas.
Ella no lo había negado…
—Olivia…
—¿Nos vamos? No me apetece escuchar como me inculpas de algo que ni siquiera sabes si es verdad.
Ella se despide de Blake y la Nana y nos marchamos a dónde había hecho una reservación.
Al principio fue incómodo vernos y no hablarnos, seguía pensando en que estaba mintiéndome de una manera muy cruel y hasta dolorosa. Sin embargo es como dice ella, no existen pruebas contundentes de que hay otro en nuestra dinámica.
—Odio pelear contigo.
Es ella quien da el primer paso en hablarnos.
—Y yo odio que me ocultes cosas.
—Es ilógico pensar en una infidelidad. —. Ella me toma de las manos y me observa.— Te amo, ¿no es eso suficiente?
Lo era pero… ¿Para ella era suficiente?
Tenemos un rato hablando y probando lo que nos había recomendado el chef del restaurante y que me conoce por los negocios y amistad que habría tenido con mis padres. Ya habíamos dejado de lado el tema de la infidelidad, ahora decidimos que era suposiciones ridículas y que no venían al caso.
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Editado: 26.09.2025