H & O.

Capítulo 8.

Capitulo 8.

Kim

Y en aquel fatídico día había perdido una parte de mi, una parte de mi esencia.

Había olvidado lo dulce que eran sus palabras y consejos, su amor incondicional y la suavidad de su tacto.

Había olvidado aquella esencia que los caracterizaba como persona y humanos.

Peter me había dado la oportunidad de tener una nueva familia, una nueva madre y dos nuevos hermanos hombres que ante la vista femenina todas podrían tener un orgasmo. Sin embargo cuando él apareció en mi campo visual supe que no podría verlo nunca como un hermano, sabía en el fondo de mi corazón que me había dejado enamorar tan vilmente por un hombre de encantadores ojos soñadores, de aquellos labios tan suaves y deliciosos, de aquel cuerpo esculpido a mano.

Era culpable y lo admito.

Yo fui consciente de las advertencias, de sus advertencias.

Me habló claro desde un principio pero como toda joven enamorada de la idea de cambiar al hombre de mis sueños me confié y me permití enamorarme. Tocar su cuerpo es una sensación que nunca podría olvidar, haberlo besado era un recuerdo que quisiera guardar.

Harry era más que un simple hermano adoptivo, era más que el hijo del hombre que me acogió en su casa y me dio una familia.

Era el hombre de mis sueños, mi hombre ideal…

El frío y la soledad en Oxford comienza afectarme, ya no podía colarme a su habitación para buscar calidez y besos, ya no podría porque está al lado de otra mujer que no lo amará una cuarta parte de lo que yo lo amo.

Olivia. Olivia. Olivia Davies.

Usé los contactos de mi padre para poder saber más de mi contrincante pero no había nada de ella, nadie la conoce, nadie sabe quiénes son su padres o si tiene hermanos. Parece ser una nueva mujer guapa dispuesta a enamorar a quien sea.

De inmediato pensé en Harry.

Era un idiota que cayó por ella y claro, un jugador cuando se enamora pierde y él… perdió.

Lo que yo no pude lograr en meses ella en semanas lo tuvo.

Claro, con años de anticipación.

—¿Qué tiene ella que a mí me falte?

Derek me sonrió y negó.

Es un amigo que conocí mi primer día en Oxford.

Es amable y encantador, es originario de Pensilvania y proviene de una familia igual de adinerada.

—Nena, eres guapa y con dinero. Si él no te quiere puedo asegurarte que otro si lo hará.

Él lo decía fácil,

Harry igual lo vio fácil.

Pero, ¿Cómo sacas de tu corazón al hombre que le entregaste todo de ti por primera vez?

La primera vez nunca se olvida y puedo asegurar que eso es cierto, no saco a Harry de mi cuerpo y menos de mi corazón.

Mis pensamientos me llevan al primer día, aquel día donde la dirección de mi vida cambiaría para siempre.

Desde ese momento algo me dijo que ya nada sería igual,

Que algo ante los ojos del universo sería insignificante pero que ante mis ojos lo sería todo,

El día que supe que nunca sería la misma otra vez.

Flashback.

Peter aquel buen amigo que más de una vez fue a mi casa en vida me estaría guiando al interior de una mansión grande y de dónde salían varios empleados a recibirme. Me sentía pequeña entre todas estas personas, entre tanto lujo y servidumbre. Había en el centro del techo un exuberante candelabro con simulación a gotas de rocío que caían suavemente en el aire.

Delante de nosotros apareció una mujer mayor y guapa, de cabello rubio y risueños ojos azules.

—Kimberly… preciosa, bienvenida.

Ella me abraza con cierta vergüenza mientras que le da suaves caricias a mi cabello.

—Él es nuestro primogénito Evan.

Había un chico guapo y musculoso de cabello tan oscuro como la misma noche y de eléctricos ojos azulados delante de mi. Él esbozó una pequeña sonrisa amable antes de estrechar su mano con la mía.

—Es un gusto, Kim.

Sentía pena y me sentía pequeña ante ellos.

—Y él… es Harry y es el menor.

Fue casi imposible quitar mi vista de la del castaño frente a mi, me sonrió amable ante de estrechar nuestras manos.

—Bienvenida, Kim.

La sola mención de mi nombre con su voz hizo estremecer mi cuerpo entero.

Ellos me guían a su comedor para que cene con ellos, en la mesa fingiendo ser una de ellos.

Una Collins.

Lo cual no acepto, haría que el apellido Sinclair perdure en honor a mis progenitores.

—¿Y cuáles son tus aspiraciones a futuro?

Fue Harry quien inicio tema de conversación.

Conmigo.

—Ah, quizás de momento acabar el último ciclo académico para entrar a Oxford.

—Tremenda universidad. —. Murmura Evan.

—No más que la Cambridge. —. Añade, el jefe de la familia.

—Uy, Harvard perdió prestigio. —. Ríe, Evan.

Reí ante las ocurrencias que a estos dos se les ocurre.

Harry delante de mi tomaba de su copa de vino tranquilamente, siendo totalmente ajeno de la conversación que mantenían su progenitor y hermano mayor. Fue en esa minúscula de tiempo donde me dediqué a inspeccionar su rostro, sus facciones y rasgos. Es de piel blanca pero actualmente está bronceado, su cabello es castaño claro y sus ojos son de un ocre brillante con destellos en dorado, y sus labios… son gruesos y sonrosados, había en sus mejillas un sonrojo muy natural que le daba ese aspecto de niño bueno y tierno.

Sentía que la baba me caía de la boca con solo verle sonreír a su padre,

Es decir, véanlo,

Es tan guapo y tan alejado de sentir algo por mi.

Había leído desde mis dieciséis años historias llenas de romance juvenil donde relatan que el amor es el sentimiento más lindo y efímero que una persona puede sentir por otra. A veces es un amor que trasciende años e incluso meses, y otros simplemente acaban cuando las ganas de luchar mueren.




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