Capítulo 11.
Hace algún tiempo atrás.
Es ella, por supuesto que era ella.
La recuerdo del jardín de infantes cuando se la pasaba acompañada por dos niñas cuyo nombres eran Leah y Katherine.
Tendríamos poca edad para cuando nos conocimos en aquel tiempo, éramos unos niños ingenuos, aunque más yo. Ella no sabía de mi existencia pero yo si la de ella y a pesar de que yo estaba unos pocos años más arriba en grado y edad no pasaba desapercibido ante mi vista. Era la única entre las demás que captó mi atención y se había robado mi corazón.
La reconocía bastante bien, había hecho varios dibujos de ella.
De la niña que me había enamorado sin siquiera hablarme o abrazarme.
Aquel par de ojos verdes contrastan tan bien con su piel trigueña, su cabello castaño hasta su cadera me envolvía y me hacía perderme en ella.
Se sabía que todos en nuestra escuela gustaban de ella y no los culpaba, ella es preciosa, incluso mejor que otra.
Hernán siempre fue el más sociable de los tres, él siempre me decía que debía acercarme a ella y hablarle pero no lo hacía, en cambio él si y se llevaban bien, incluso podría decir que eran amigos cercanos. Nick se mantenía al margen, su hermano y padre le prohíben acercarse a alguien para evitar escándalos.
Casi igual a lo que me sucede a mi.
Soy el hijo menor y por lo tanto el más protegido, tanto por mi hermano como por mis padres.
Justo el día de hoy me encontraba en el jardín de la escuela acompañado únicamente por Nick y Sam, Hernán había faltado hoy por estar en Canadá con sus padres atendiendo una emergencia.
—Aún no comprendo como puede gustarte tanto si no le hablas.
Miré a Nick y yo también me hice esa misma pregunta.
¿Cómo puedo amarla si ni siquiera hemos cruzado palabras?
—Un día simplemente hizo que mi estómago se retorciera y lo supe.
Nick frunció su entrecejo y aún más confundido observó a Sam.
Es la única chica en nuestro grupo y la amante de historias románticas, tiene conocimiento gracias a sus libros.
—¿Sam el enamoramiento es casi lo mismo que estar estreñido?
Nos carcajeamos con su pregunta.
Sam se había enrojecido de la risa y yo igual.
¡Vaya que Bennett nunca se había enamorado!
—Harry experimentó el conocido “aleteo de mariposas”
Nick parecía igual de confundido y lo entendemos.
Sus padres son conservadores y por lo tanto no le hablan de estos temas a su hijo menor, quizás a Kevin si pero protegen de sobremanera a Nicholas al ser el menor de los dos y el último hijo del matrimonio Bennett.
—¿Y en términos teóricos como lo identificas?
Sam llevó su dedo al mentón, ejerciendo una postura pensativa. Debe de elegir bien las palabras para explicarle al rubio, no quiere confundirlo más.
—Cuando ves a alguien a quien quieres mucho tu estómago comienza a sonar, a sentirse revuelto. Hay quienes le llaman el “aleteo de mariposas” o es del modo en el que Clinton me lo ha explicado cuando le pregunté.
—¿Quieres decir que… enamorarse es igual a sentir que caes en picada al suelo y rompes tus huesos? Es del modo en el que Kevin me ha explicado. —. Nick prosigue en su explicación.— Me ha dicho que es doloroso cuando caes se siente a un “golpe de realidad” pero que mientras estás en el aire te sientes bien y feliz.
El modo en que ambos ven el amor me deja en claro que todos mantenemos un pensamiento critico aparte.
Mis padres me habían dicho que era el sentimiento más puro y dulce que alguien en la vida puede sentir, ya que no es solo un sentimiento o el acercamiento a esa persona sino la sensación a qué durarán años juntos más enamorados.
Tenía a mi lado al matrimonio más envidiado del círculo social porque no solo crecieron como personas sino como parejas. Es Evan quien diariamente me dice que cuando él nació le tocó batallar al lado de mis padres porque en ese tiempo la empresa pasaba por un mal momento, eran pocas las veces que veía a mamá y a papá porque ellos trabajan, le tocaba quedarse con los abuelos.
Evan había sido criado por nuestro difunto abuelo paterno, yo igual, al cumplir el año me mandaron con él y la abuela.
Tanto Evan como yo mantenemos buenos recuerdos al lado de ellos, de él aprendimos a tocar el piano y finanzas. Nuestro abuelo era fanático de las matemáticas y un divertido recuerdo es que para enseñarnos nos encerraba en el despacho y hasta no hacer un examen entero bien no salíamos a jugar.
Igual nos había explicado que en unos años cuando fuéramos adultos heredaríamos muchas de sus residencias, pero que para tenerlas y que persista nuestros nombres en el testamento debíamos comportarnos a la altura de un Collins.
Fue algo extremista pero nos crio a la antigua, del modo en que fue criado él.
—¿Harry, crees que Hernán algún día sepa que lo quiero?
Nick había ido a la cafetería por un panecillo y un jugo, quedando Sam y yo solos.
—¿Aún le quieres?
Ella era linda se puede decir que es la segunda en la escuela más querida y alabada por su belleza.
Sam es tierna y romántica, posee los ojos más azules que nunca antes vieron y un cabello castaño cobrizo muy brillante y lindo.
Ella quiere a Hernán desde este curso y no encuentra de que modo decirles ya que no quiere herirse ella y arruinar la amistad, aunque si me pide mi opinión diría que está más que arruinada al permitirse sentir algo por él.
—Es tan lindo y tan espontáneo, me hace reír tanto…—. La sonrisa que estaba en sus labios va bajando hasta volverse una mueca, y ella me observa cansada.—… pero habla con muchas niñas y eso me entristece.
Hernán es sociable y eso afecta un poco a mi tímida amiga, porque no es que solo habla sino que hace que media clase femenina se enamore de él.
Y puedo asegurar, aquí todas quieren a Hernán.
—Debes entender que mientras tu no le digas nada él seguirá en sus andanzas.
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Editado: 26.09.2025