H & O.

Capítulo 14.

Capítulo 14.

La primera noche tras las rejas fue horrible, una experiencia muy fea y denigrante.

Había llegado el día de la primera audiencia.

Miento si digo que no estoy nervioso y ansioso por lo que puedan decir los abogados de mi esposa, miento si digo que no siento miedo ya que no es solo para quedar libre e impune, sino para obtener la custodia de mis hijos. En la mañana mi madre me hace el favor de enviarme una corbata limpia y un saco igual.

Me pusieron las esposas y me sacaron de aquella celda con destino a la sala de audiencias que la misma estación policial. Al entrar la veo a ella junto a un grupo de alrededor tres abogados, nuestras miradas chocan por al menos unos segundos para luego apartarla. Evan me había encontrado un abogado amigo de nuestro padre y depende de lo que pasé hoy decidiré si llamar o no a Amalia.

—Señor Collins. —. Habla él juez encargado del caso.— ¿Ha solicitado su abogado está audiencia al estar usted encarcelado contra su voluntad?

—Es correcto, su señoría.

Él busca unos papeles para luego decir:

—En las declaraciones del psicólogo encargado de atender a su esposa juiciosamente cada miércoles se resalta que ella durante su matrimonio ha sufrido de estrés postraumático debido y generado por sus abusos constantes, uso de su fuerza contra la señora. Se identifica que usted, Señor Collins, padece de una psicosis atípica que le hace ver cosas donde no las hay, lo que lo llevaba actuar de tal modo contra la Señora Collins.

—Su Señoría…

Él calló a mi abogado para darle lugar a seguir leyendo lo que supuestamente diagnosticó ese psicólogo.

—Requiere de atención psiquiátrica por al menos un lapso de 180 días. —. Él elevó la mirada del papel y nos observó tanto a mi como a la mujer a mi derecha.— Dr. Hall.

De pronto de los tres abogados que acompañan a Olivia el más joven se pone de pie.

—Es un peligro para su esposa y los niños, lo ideal sería priorizar la salud mental de los pequeños y no exponerlos en un ambiente nocivo como el que el acusado les ofrecía.

Yo veía a mi abogado pidiéndole e implorando que le diga algo, que trate contra todo salvarme de lo que ella quiere hacer.

Pero simplemente se quedaba callado y observando lo que el juez dictaba.

—Señor Hall, entiende usted que este es un procedimiento legal, pero me parece útil que el Señor Collins testifique primero antes de dictaminar una sentencia.

—Su señoría…—. Le permití a mi abogado que en esta oportunidad sea escuchado ante el juez.

El juez asintió y procedió a leer la declaración que anteriormente le había enviado yo a mi abogado.

—Refiere usted que su esposa creó una identidad completamente alejada de la verdadera para que usted se enamorara de ella…—. Él me observó y yo asentí.

—Es correcto.

De mi lado derecho escuché la risilla chillona de Olivia.

Me pasaron a mi al estribo dónde daría parte de mi declaración. El me miraba sonriendo.

—Ella fue presentada a mi por las constantes insistencias de mi amigo Hernán Carson con quién creo que mantuvo una relación extramarital durante todo nuestro matrimonio en el Hotel Palace. En ocasiones lo llamaba desde el teléfono de nuestra casa fingiendo que se trataba de la amiga ficticia cuyo nombre es Debbie. —. Me escuchaba hablar y me daba risa, porque parecía ser una locura.— Esto suena muy loco pero…

—Oh no, continúe, Señor Collins.

—Pero el descubrimiento de todo esto en tan poco tiempo hizo que ella llegase a fingir que la golpeaba. —. Tuve que en medio de mi declaración guardar silencio, sentía que mi voz se volvía más entrecortada.— Nunca había hecho eso antes y la loca idea de que soy un peligro para mis hijos y para ella me parece ridícula.

Ella se incorporó en su silla notándose algo incómoda con mis palabras.

El juez nuevamente se encuentra hablando.

—Y lo entiendo, creo que cualquiera de nosotros haciendo ese tipo de descubrimiento perdería todo tipo de cordura.

Había una gran línea que estando con ella nunca crucé.

Y fue que a pesar de enterarme tan cruelmente que me veía la cara cuando me iba a trabajar de las múltiples llamadas que mantenían jamás me pasó por la cabeza, ni por un maldito segundo el querer golpearla. La veneraba a pesar de todo, le mantenía ese respeto y por mis principios y crianza nunca los habría cruzado.

—Ahora veamos que tiene para decir la otra parte.

Yo bajé del estribo para volver a dónde se encuentra mi abogado.

—Me gustaría llamar al Dr. Hall, por favor.

Prontamente aquel que habría hablado minutos atrás pasaría a dónde yo había declarado antes.

—Jura decir la verdad y nada más que la verdad en el nombre de Dios.

Él puso la mano sobre la biblia y respondió:

—Lo juro.

El policía se aleja dejando al juez hacer lo suyo.

—¿Dr. Hall, como psicólogo de la Señora Collins, considera usted que el Señor Collins representa un peligro para su vida?

—Lo he pensado durante las citas de mi paciente. —. Él dejó de ver al juez para observar a Olivia.— He visto a la Señora Collins durante varios años y en muchas ocasiones ha tenido hematomas visibles y muy alarmantes. Y cuando le pregunté sobre ellos dijo que su esposo, el Señor Collins, se los había hecho.

—Eso es mentira. —. Me apresuré en decir.

—Señor Collins, guarde silencio.

Tanto mi abogado como yo nos dedicamos ahora a escuchar.

El hombre en el estribo de cabello castaño y ojos azules ahora enfoca su mirada en mi, para decir lo siguiente:

—Señor Collins, le he aconsejado a la Señora Collins con frecuencia que vaya a ver a la policía. Así que cuando ocurrió este último incidente…—. Se le vio abriendo a la vista de todos una carpeta.

—¿Su Señoría me permite ver? —. Le pregunta mi abogado ganándose una respuesta afirmativa.

Él va a dónde se encuentra para tomar la carpeta y volver a dónde me encuentro yo.




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