H & O.

Capítulo 20.

Capítulo 20.

Nunca digas que te vas sin querer regresar.

Al entrar a la sala donde se efectuaría el juicio los primeros que noté sentados detrás de mi eran mis padres, mi hermano mayor, Samantha junto con su familia y Kim. Sentí de pronto que hoy sería un día especial para nosotros como familia, la única diferencia es que hacía falta la presencia del extrovertido de Hernán. Del otro lado estaba Olivia acompañada por su psicólogo y Nick, quien no me dirigió ni una sola mirada.

Amalia es la primera en sentarse y en decirme que le haga caso en todo y no cuestione sus métodos.

El mismo juez que me mandó al centro psiquiátrico es quien vuelve hacerse cargo de nuestro.

—Hoy estamos llevando a cabo la segunda sesión del juicio entre Olivia Collins y Harry Collins. —. Él nos ojeó a todos y se enfocó en mi abogada.— Veo que ha cambiado de abogado, Sr. Collins.

—Así es, Su Señoría.

Él asiente y procede a relatar lo que había pasado en el juicio pasado y de la ausencia de evidencia por mi parte.

No miento que ahora me encuentro nervioso al ver cómo ella actúa relajada y sabiendo que habían posibilidades de que me den el fallo a mi y ella quedé impune. Me recordé a mi mismo que debo controlar está horrible ansiedad que parece carcomer cada parte de mi cerebro.

No solo estaba en juego mi libertad sino la custodia de mis hijos y el poder volver a casa con ellos.

—Bien, ¿Qué tiene para decirnos, Abogada Castellanos?

Amalia se pone de pie sin soltar su carpeta con sus papeles.

—Estuve estudiando el caso del Sr. Harry Collins y en las declaraciones de su esposa encontré varias palabras y situaciones que no concuerdan con la versión que ella junto a su abogado presentaron aquel día del juicio. También quisiera, si me lo permite, que usted vea ciertas evidencias que pasaron por alto y que hicieron ver y parecer a mi cliente como un loco.

Amalia con seguridad va a dónde el juez entregando aquella carpeta que tiene mi boleto a la libertad.

El juez la abrió y con paciencia vio uno a uno lo que Amalia había buscando, investigado y tomó.

De reojo observé a Olivia y ahora aquella expresión de serenidad y tranquilidad había desaparecido, eso me hizo sonreír.

—¿Refiere usted que la esposa de su cliente contrató personas para hacerlas parecer sus amigos y así ocultar la infidelidad de la señora?

—Objeción, Su Señoría. —. Intervino el abogado de Olivia a lo que el juez dijo:

—Negada. Proceda abogada, Castellanos.

En mi fiero interno la chispa de la esperanza vuelve a encenderse, sentía más seguridad ahora.

—Tal y como se explica en el documento que le he entregado me tomé la molestia de ir en agencia en agencia creando reuniones con los gerentes preguntando por dichas personas. Y en efecto, eran trabajadores de esa empresa y en dos ocasiones la Señora Olivia Collins los contrató para hacerlos parecer conocidos de ella. Y si no le molestaría me gustaría pasar al juzgado a Celeste Domínguez.

El juez accede y del público salió aquella chica rubia de anteojos negros que fue a mi boda cuando me casé con Olivia, no la recordaba con ese nombre.

—Jura decir la verdad y nada más que la verdad en el nombre de Dios.

Ella deja su mano sobre la biblia y acepta.

—Lo juro.

El oficial se aparta y Amalia aparece frente a ella.

—¿Es cierto que llegaste a Estados Unidos buscando un mejor lugar para tus niños, no?

—Es correcto. —. Termina asintiendo.

—¿Por eso corriste a ofrecer tus trabajos como empleada en la compañía no?

Nuevamente la rubia se encuentra asintiendo afirmando.

—¿Puedes decirnos como conociste a la Señora Olivia Collins? —. Amalia le señaló a la mujer de al lado.

Celeste la miró y luego de apartar su vista de ella habla:

—Ella fue días antes de su boda a la compañía donde había encontrado anteriormente trabajo de empleada doméstica pero justamente ese día me habían despedido. Ella lo notó y me contrató para que fingiera ser su amiga el día de su boda, me compró un vestido de marca y zapatos igual, me dijo que exclusivamente debía usarlos ese día.

Escuchaba y de verdad que no puedo creer la cachaza que tuvo está mujer de contratar a alguien para fingir.

Me sentía decepcionado.

—¿Cuánto te pagó por ese trabajo?

—1000$ al culminar su fiesta de celebración.

Amalia parecía confiada y antes de dirigirse al juez le vuelve a preguntar.

—¿Tienes como confirmar ese depósito? —. Celeste asiente y de su bolsillo saca un cheque, Amalia orgullosa se dirige al juez.—Nada más que decir, su señoría.

Ella vuelve a la silla a mi lado, ahora era turno del abogado de Olivia.

—¿Así que Celeste, no?

—Es correcto.

—¿Le parece justo mentir de este modo? Según la información que me habría brindado mi cliente ustedes se conocieron en la universidad.

Celeste niega.

—Yo soy originaria de Venezuela y al llegar a este país ya había culminado mis estudios, como anteriormente lo había mencionado conocí a la Señora Collins en una agencia que contrata personas para diferentes trabajos.

—¿Cuánto le paga el Señor Collins? —. Le sugiere el abogado a lo que la chica indignada le responde:

—Me parece una falta de respeto que se dirija a mi de ese modo, teniendo en cuenta que fue usted quien armó nuestro contrato aquella mañana.

El juicio había tomado otro giro que no esperamos.

—Su señoría la joven es una impertinente que finge esos sucesos. —. Le dice el abogado al juez, encontrándose ya molesto.

—¿Tienes el contrato? —. El juez lo ignora para dirigirse a Celeste.

Ella antes se dirigió a Olivia y dijo:

—Te dije que tarde o temprano lo que habías hecho te alcanzaría. —. Ella se pone de pie y le hace entrega al juez una carpeta.

Ella baja del estribo y desaparece en los asientos traseros.

El juez parecía sorprendido leyendo lo que Celeste le había entregado.




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