H2o

Capítulo XVII

Luego de un vuelo tranquilo, al llegar a Rio, Borges se reunió con sus ministros.

  • Bueno caballero, tenemos el apoyo del vaticano sobre la ley de cambio de sexo y cambio de género. Esto vamos a celebrarlo a lo grande. El papa hará el anuncio el domingo en la misa que dará en la plaza San Pedro.
  • Pero…como lo logró, señor presidente – preguntó el ministro de guerra
  • El papa comprendió que el mundo cambio. Ya no estamos en el siglo XII, ya no existe la inquisición. La iglesia debe ser más abierta. Y el papa, que es un gran hombre, lo comprendió. Como así también sus fieles, esta decisión no es solo del papa, la gente es la que lo pide.
  • Claro, claro…- respondieron todos los ministros a coro.

Esa mañana Borges se levantó temprano. Se bañó y pidió el desayuno para disfrutarlo en la suite presidencial. Invitó al ministro de guerra, al ministro de economía, al cardenal de Rio de Janeiro, al ministro de salud y a su dulce y hermosa secretaria, María Rosana.

Borges estaba expectante por escuchar la homilía de Gregorio XVII.

  • Bueno amigos, los he invitado a mi habitación para que seamos testigos todos juntos de un gran paso para Brasil, el mundo y la iglesia católica.

En la pantalla podía verse la plaza San Pedro colmada. Era una tarde soleada en Roma. La gente esperaba con banderas de sus países y del vaticano. Algunos tenían banderas con la cara del papa.

A las 16:00 horas apareció en el balcón su santidad Gregorio XVII. Levantó sus brazos y la gente deliró. Aplaudían, se hacían la señal de la cruz, besaban sus rosarios. Los padres llevaban sobre sus hombros a sus pequeños hijos. Todo era una fiesta. El papa dio la homilía, dio misa para todos y en un momento dijo:

  • Ahora voy a contarles algo. Esta semana me reuní con el presidente del Brasil y del mundo, Joao Borges…

La multitud empezó a silbar y a abuchear.

  • No, hermanos, no. No hay que reprobar ni aprobar nada. Hay que respetar a todos por igual. Como les decía me reuní con el señor Borges para proponerle algo. Algo que la iglesia debería haber hecho hace muchos, pero muchos años. Todos somos iguales a los ojos de Dios. Todos. No importa el color, la religión, el sexo, ni nada. Por siglos la iglesia ha perseguido y ha negado a los homosexuales. Es hora de terminar con esa división que no tiene ningún sentido.

La gente nuevamente comenzó a abuchear, pero fue mermando ese rechazo lentamente hasta volver a estar casi en silencio. Gregorio XVII con sus manos pidió silencio absoluto, y la gente le hizo caso.

Mientras tanto en Rio, Borges hervía de bronca.

  • Mirá vos como me madrugó este hijo de puta. Resulta que al final el me lo propuso. Que caradura. Y este es el papa. Mentiroso. Le está mintiendo a los fieles. Representante de Dios en la tierra, es un sinvergüenza.

La gente en la plaza esperaba que el papa continuara con su exposición.

  • Como les decía, esta es una deuda pendiente de la iglesia católica, como así también de todas las religiones que solo aceptan dos sexos: masculino y femenino. El sexo es uno solo, hijos míos. Nos hemos pasado la vida señalando a los diferentes y, hasta a veces, los hemos escondido. Conozco mucha gente que ocultaba a los gays de sus familias y, seguramente, muchos de ustedes conocen gente que lo hacía o incluso alguno de ustedes lo ha hecho.

La gente escuchaba en silencio. El discurso de Gregorio XVII era brillante y sentido. En la muchedumbre se miraban unos a otros. Seguramente habría muchos gays ahí. O muchos con hijos gays o amigos o primos o compañeros de trabajo.

  • Este hijo de puta sí que sabe hablarles. Los tiene en un puño. Mírenles las caras. Qué bien que la hace, que bien que miente. Ahora son todos gays friendlys- dijo un Borges enojadísimo.
  • Es por eso que les pido comprensión y, sobre todo, y perdón por la forma de decirlo, tenemos que sacarnos las caretas. Basta de hipocresía. Como les dije antes, todos somos iguales ante la mirada del señor. Y nosotros tenemos que ser igual de contemplativos.

Ya casi los había convencido. A los de la plaza y, también, a los millones que lo miraban por televisión. Borges había cumplido y había llevado decenas de cámara de la TV MUNDIAL GRATUITA. El rating era altísimo. Casi comparable con una final de campeonato mundial de futbol, deporte rey en el nuevo mundo.

El papa siguió con sus explicaciones.

  • Es por eso que la iglesia católica en su conjunto apoya la ley de cambio de género y cambio de sexo. Queremos una iglesia para todos. Sin sexos, sin raza. Solo queremos al ser humano que tenga la buena voluntad de querer ser acogido por nuestro señor.



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En el texto hay: distopia, romance

Editado: 28.05.2018

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