La explosión de la gran bomba provocó un estruendo jamás escuchado en la tierra en toda su historia, seguramente. Todo desapareció de la faz de la tierra. Los edificios y todo aquello que había sido levantado por el hombre, colapsaron. Todo quedó hecho polvo. La población prácticamente se desintegro no solo por la gran explosión sino también por el fuego que generó. Los mares se agitaron de tal forma que provocaban olas jamás vistas de unos cien metros de altura. Así como se había alocado el agua, desaparecía de donde había estado y aparecía en lugares que antes habían sido desérticos. Increíblemente en poco tiempo desapareció todo un planeta luego de millones y millones de años. Solo quedó la cáscara. Ni siquiera quedaron animales vivos. Esa había sido la idea de Nicolai para salvar a la humanidad, paradójicamente, matándola. Pero no había pensado que aun en las tragedias más grandes ocurren los milagros. Solo una pequeña porción del planeta sobrevivió a la gran explosión. Unos pocos kilómetros cuadrados en el nordeste de Brasil. Ahí estaba Charlie y Francisca. También sobrevivió una vieja tribu que estaba escondida en las cercanías de Praia do forte que era donde estaban Charlie y Francisca. Era la tribu de los kulkumitas.
Luego de la gran explosión vino el silencio. Un silencio casi artificial. Tal vez solo comparable con el inicio de los tiempos. El cielo se tonó de color negro. Era una mezcla de nubes toxicas y de polvo. El polvo fue el amo y señor de esos primeros momentos cuando las explosiones, los incendios y los movimientos de los mares cesaron. Todo comenzó a calmarse. Hasta que un momento el sol salió. Pasaron tal vez unos diez días hasta que eso ocurriera. Había mucha radiación pero increíblemente no llegó a Praia do forte. El agua que bañaba sus orillas no existía, el océano se había secado en esa parte del planeta. Charlie y Fancisca pensaban que eran los únicos sobrevivientes sobre el planeta. No estaban tan equivocados. No sabían siquiera como había ocurrido todo y nunca lo sabrían. Podían pensar en un desastre natural, en una gran bomba, en cualquier cosa pero nunca lo sabrían realmente. Seguramente nunca saldrían de Praia do forte. Debieron sobrevivir como pudieran. Deberían pelearla ante acontecimientos para los cuales no estaban preparado. La humanidad había desaparecido. Toda la cultura, todo su arte, toda su tecnología, toda su población. Si hubieran podido saber eso, tal vez les hubiera hecho todo mucho más difícil. Igualmente sabemos que los seres humanos sacan, a veces, fuerzas de donde parecía que no las tenían. Ya si fue para ellos. No era fácil vivir sin saber que había ocurrió realmente, sin saber que comer ni que beber. El agua era escasa hasta que encontraron un lago. Se la fueron rebuscando también para comer. Por suerte las plantas iban creciendo, algún que otro animal podían casar (incluidas ratas, aunque al principio los asqueaban no les había quedado otra alternativa) También comían insectos. Por suerte estaban en una zona en la que no hacía frío, y que a pesar de que los polos había cambiado de lugar, en esa zona del planeta reinaba le buen clima todo el año. Al principio la relación entre Charlie y Francisca no había sido fácil. No era que se llevaran mal, pero era difícil convivir con alguien que no conocían. Las diferencias se fueron limando y habían logrado ser un buen equipo más que una pareja. Aunque de hecho eran una pareja. Tanto tiempo juntos con los cuerpos con poca ropa, el calor del lugar, el cariño que se iban tomando y la necesidad del uno por el otro los fueron llevando hasta lo inevitable que fueron las relaciones sexuales. Estaban muy bien es ese aspecto. No era que se habían enamorado, era que el uno necesitaba al otro. Eran un complemento. Igualmente Francisca extrañaba a su esposo y le llamaba la atención que Charlie no extrañara a su mujer y que a veces confundiera su nombre. Ya contaba poco de su historia con ella. Era como que había sepultado todo su pasado y para el solo existía ese presente duro y difícil. Pero Charlie sabía que era lo que le había tocado vivir y era un optimista nato, a pesar de que en su vida había sufrido mucho según él decía.
Sin saberlo, Charlie y Francisca eran como los nuevos Adan y Eva, con la compañía, luego, de los kulkumitas. Todos tendrían la tarea de conservar la especie y ayudar a presevar las demás especies que aún estaban en pie en ese pequeño pedazo de tierra en la Tierra. Una nueva civilización tendrían que comenzar, una nueva cultura y tal vez hasta una nueva forma de comunicarse, un nuevo lenguaje. Pero tanto Charlie como Francisca y los indios desconocían todo eso. Los indios mucho menos ya que sus vidas no cambiaron mucho luego de la gran explosión. Pero seguramente todo cambiaría cuando colisionaran las dos culturas tan diferentes, tan distantes entre sí, pero en definitiva, tan humanos unos como otros. La convivencia debería ser el mejor camino para vivir en una cierta paz. Deberían aprender sobre la marcha la forma de comportarse unos con otros. Mientras tanto, Charlie seguía en esa celda diminuta esperando el veredicto del jefe de la tribu y Francisca extrañándolo no bien la noche se apoderó de ese paraje solitario en el medio de la nada.