Hace un largo tiempo, lejos de la realidad y en un lugar que nunca existió, se encontraba el reino Dumont, donde gobernaba el rey Chevelier Dumont. Un hombre esbelto, de tez tan blanca como las nubes en un día caluroso, cabello oscuro cual carbón con los rulos más perfectos de la humanidad, y sus ojos, eran como el agua cristalina de una laguna. Su esposa Jolie, la mujer más hermosa en el reino entero. Su cabello caoba caía en hondas por su espalda, sus adorables pecas resaltaban sus mejillas rosadas; sus enormes ojos únicos e incomparables eran un par de esferas ámbar que brillaban como el sol. La pequeña princesa de dos años, Noir, era la combinación perfecta de sus padres, era mucho más blanca que ambos, tenía el cabello ondulado con pequeños bucles en las puntas, pequeñas pecas sobre su nariz y los ojos verdosos con algunas marchitas amarillas y avellana. Sin duda, una familia hermosa que ahora se encontraba a la espera de su segundo hijo.