-Así son los sueños a veces, parecen tan reales, al tal punto de que cuando uno despierta, nos hacen cuestionar la realidad. Anda, vamos por un café -. Valery asintió con la cabeza, pero por dentro ella estaba confundida. No sabía si era por la abstinencia a las pastillas que tomaba por sus crisis de pánico o si simplemente su mente le hizo una mala jugada.
-¿Estás bien, fea? Te veo más pálida de lo normal -. -Ams, ¿tienes un cigarro que me convides? Necesito tranquilizarme -. -Sí, toma uno y espérame aquí afuera mientras voy por unos panes para el camino y unas bebidas. Pensaba darte café, pero ya estás suficientemente tensa para eso, ja, ja -.
Valery lo miró y le hizo una mueca burlona. A pesar de todo, Héctor siempre le subía el ánimo con su forma infantil de ser con ella. Mientras Valery se fumaba su cigarrillo, notó a la distancia que se le acercaba un joven alto y calvo con cara de drogadicto. Valery miraba su reloj y miraba hacia el local, en el cual estaba Héctor comprando, pero aún faltaban cinco personas para que lo atendieran a él. Valery se estaba poniendo nerviosa por aquel tipo que se acercaba más y más. El tipo miraba para ambos lados. Valery tomó su celular para hacer como que estaba en una llamada.
Finalmente, el tipo llegó donde Valery. -¡Hey! ¿Estás sola? ¿Quieres que te lleve a dar una vuelta? -. Valery lo ignoró e hacía como que hablaba por celular. -¡Hey! Te estoy hablando - le decía el tipo con voz con tono de enojo y nerviosismo. Valery lo miró y dijo suavemente: -No, gracias, y déjeme tranquila, por favor, que estoy en una llamada importante -. El tipo con cara de arrogante le decía: -Ay, vamos, la pasarás súper. Podríamos pasar a mi auto y podríamos conocernos mejor -.
-Amigo, en serio, no, gracias, y pido, por favor, que me dejes en paz. No me hagas gritar por ayuda - dijo Valery en tono de nerviosismo. El tipo dio una pequeña zancada y la tomó del brazo. -¡Hey, linda! ¿Por qué te haces la difícil? Solo quiero hablar contigo -. Valery dio un fuerte grito: -¡SUÉLTAME! -.
En ese momento, Héctor notó por la ventana que un tipo la tenía agarrada del brazo a Valery. En ese instante, dejó caer las cosas que tenía en la mano y abrió fuertemente la puerta, la cual sonó tan fuerte que llamó la atención del hombre calvo. -¡Hey! Métete en tus asuntos. Yo acá estoy con la dama, a punto de irnos -. Héctor, con los ojos llenos de rabia, le dijo: -Suéltala ahora mismo o no respondo -.
-¿Ah, sí? ¿Y qué más vas a hacer, eh? -. En ese momento, el hombre saca una navaja del bolsillo y con una sonrisa que irradiaba confianza, se acercaba lentamente a Héctor. -Adelante, ¿no que te creías el héroe? Dime qué harás, ¿eh? -. «Esto» le dijo Héctor con una mueca en la cara, se abre la chaqueta y le muestra una nueve milímetros que tenía en un bolsillo interior de la chaqueta. El hombre, al ver que Héctor iba en serio, dejó lentamente la cuchilla en el suelo. -Perdón, no sabía que ella estaba contigo. Me disculpo con la dama -. Valery, llena de rabia, sacó el bate que Héctor siempre tenía en el auto y le pegó en la cabeza, y le grita: -¡ASQUEROSO! ¡AGRADECE QUE NO TE MATO AQUÍ MISMO! -. El tipo se largó a correr hasta perderse de vista en la oscuridad de la gasolinera.
Héctor miró a Valery, la cual estaba envuelta en lágrimas y tiritando. -¡Hey, hey, Valery! ¿Estás bien? - preguntó Héctor abrazándola. -Ya pasó, estás a salvo, ya se largó. Lo siento por no haber llegado antes, lo siento -. -Ya vámonos, por favor, quiero irme de aquí - dijo Valery con tono quebradizo, a lo cual Héctor asintió con la cabeza.
Héctor, al subirse al auto, notó que Valery tiritaba y tambaleaba. -¡Hey, fea, abre la guantera! -. Valery notó que había un paquete de clonazepam. -¿Y esto? - dijo Valery.
-Mira, fea, sé muy bien por lo que estás pasando en este momento y sé que dejaste tu medicamento. Por eso dejé guardado un paquete en el auto, en caso de que te diera una crisis o algo. La verdad, no pensé que pasaría algo como lo que ocurrió allá atrás, pero sé que eso te afectó mucho. Quiero que sepas que siempre estaré para ti, eres mi loca hermanita -. Se lo dijo desordenándole el pelo. A veces Valery se sorprendía de cómo Héctor decía las cosas, normalmente es un payaso y una bestia.
Valery se tomó una pastilla y se sintió mucho mejor. Notó que su mano ya no estaba temblando y su cuerpo dejó de estar tan tenso y sin esa sensación de desplomarse. -Gracias, Héctor, de verdad, por estar para mí. Y lo otro, ¿de dónde sacaste esa, ya sabes, esa arma? -. -¿Cuál, esta? ¡Ja, ja! Es una a balines, que compré en una tienda de juguetes. No pensé que funcionaría o que aquel tipo se la creyera, ¡ja, ja! -. Valery le da un golpe en el hombro y se larga a reír.