Habitantes de las sombras

Capitulo 11: Una mirada hacia el pasado.

Tenia mucha sed, tanta que su garganta no podía emitir sonido alguno. Esta vez su madre no había puesto agua en su mesa de noche, así que entre bostezos se levantó y caminó hasta salir de su habitación. El pasillo era alumbrado por la luz de la luna que entraba por las grandes ventanas, sin embargo un halo de luz amarilla se escurría en la oscuridad haciendo ver que sus padres seguían despiertos. No le tomó importancia pues ya estaba acostumbrado a que sus padres trabajarán hasta muy tarde.

— ¿Qué haremos con Atlas?— la voz de su madre se escuchó preocupada.

Se detuvo unos segundos a escuchar la conversación curioso. Su padre con un suspiro de cansancio en el medio de sus palabras respondió:

— Hay que llevarlo lejos, no podemos dejar que lo lastimen.

Cuando quiso dar un paso hacia atrás la madera bajo sus pies emitió un chirrido que alertó a sus padres.

— ¿¡Qué escuchaste!?— gritó su madre tomándolo por los hombros y zarandeandolo— ¡No puedes decirle esto a nadie, ¿entiendes?

 

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Un leve empujón en su hombro lo trajo del mundo de los sueños. Deimos lo miraba impaciente, como si desde hace tiempo estuviera esperando.

 

— ¿Qué sucede?— preguntó Athan estirándose cual gato

En su mente aún podía sentir vividamente el sueño que tuvo, sin embargo no podía saber si era un recuerdo o un invento de su cerebro por el trauma.

— Lenox está esperando en la sala— dijo señalando la puerta — hay que apurarnos si queremos que todo esté listo para mañana.

Athan asintió. Cuando salió del hospital, después de recibir un gran regaño de parte de Leo había caído en un sueño profundo apenas tocó su cama, casi estaba por pensar que podía necesitar de vitaminas. Caminó con Deimos hasta la planta baja en donde Max y Lenox los esperaban.

— Bien, comencemos — dijo Lenox levantándose del mueble.

Lenox se acercó a grandes pasos a Athan, quién aún un poco somnoliento se puso en alerta por la repentina cercanía. Deimos también se tensó cuando Lenox se paró a escasos centímetros del pelirrojo, ya sabía de qué iba el ritual pero al parecer no le gustaba la idea de que alguien que no fuera él se acercara tanto a Athan.

— Solo cierra los ojos, inhala y exhala por la boca— le susurró Lenox al pelirrojo

Athan hizo lo que le dijeron, y aunque su piel hormigueaban por los nervios trato de calmarse tanto como fuera posible, no solo sentía la mirada de Max que provenía del mueble, también la de Deimos que parecía traspasar su alma como cuchillas afiladas. Cuando Athan soltó el aire por la boca sintió como este era absorbido por Lenox y a su vez algo más de su pecho se le era transferido al moreno. Su pecho comenzó a quemar, la sensación de ser drenado no era como la que sentía al alimentar a Deimos o a Liri.

— Listo.

Las palabras de Lenox le hicieron abrir los ojos, pero la imagen que tenía enfrente casi lo hace caer de espaldas si no fuera por Deimos que lo detuvo, estaba viendo su cuerpo en Lenox literalmente. Su cabello, ojos y hasta expresiones faciales se le hacían aterradoramente conocidas.

— Ya estoy listo para sustituirte.

Athan no fue capaz de pronunciar palabra, estaba impresionado y a la vez con un sentimiento extraño recorriendo su cuerpo.

— Genial, ya Deimos nos dijo lo que necesitamos saber sobre ti, así que no hay problema en que se vayan ahora mismo.

La voz de Max se oyó fuera de este plano, como si sus orejas estuvieran tapadas.

Atlas...

Un leve susurro llegó a sus oídos, aquel nombre pronunciado cerca de su nuca hizo que todos los vellos de su cuerpo se erizarán y que un sentimiento amargo se posará en la boca de su estómago. ¿De dónde había escuchado ese nombre?, por más que trataba de hacer uso de su memoria sus sentidos se encontraban difusos como si no estuviera en este planeta.

— ¿Te encuentras bien?

Fue la voz profunda y calmada de Deimos lo que lo trajo de vuelta a la realidad, tuvo que sujetarse del peliblanco para no caer de rodillas al suelo. Su cuerpo temblaba fuertemente y sudor frío escurría por todo su cuerpo. Era como si una amenaza hubiera puesto en alerta todo su cuerpo.

Deimos no dijo más palabras y lo cargó an dirección a la salida.

— Nos iremos ya, no causen problemas.— advirtió Deimos a los otros dos con un claro tinte de amenaza en su voz.

Una vez afuera Deimos lo sentó en la entrada mientras revisaba su cabeza.

— Estoy bien— dijo Athan apartando suavemente la mano del peliblanco — solo creo que fue por el ritual.

Deimos llevó las comisuras de sus labios hacia abajo en una mueca.

— El ritual no tiene estos efectos secundarios— su rostro se acercó al de Athan y en un leve susurro continuó — dime qué tienes, quiero ayudarte a que te sientas bien, así que porfavor dime.

Sus ojos se abrieron por la sorpresa, nunca esperó oír esas palabras de parte de Deimos, y lo que más le sorprendía eran las lágrimas que se estaban acumulando en sus ojos por ellas. No sabía porqué quería llorar, pero sentia que era un lugar seguro para hacerlo. Sin embargo, guardó sus lágrimas y aclaró su garganta, porque lo que más odiaba en el mundo era que las personas vieran su lado vulnerable.

— No tengo nada— dijo levantándose y caminando hasta la calle

Pero antes de seguir caminando se dió cuenta de que no tenía ningún plan de cómo comenzar a investigar, las series de detectives que había visto eran muy pocas o más bien nulas para poder sacar referencias de ahí.

— Si tú dices que estás bien entonces te creeré, pero solo te advertire algo pequeño asesino — su voz se tiñó oscura y con una clara amenaza — tú me perteneces, así que si en algún momento te sientes mal o te haces un mínimo rasguño te traeré de vuelta ya sea a rastras.




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