1. Cambios

Los nervios comenzaban a doler. 

Diana frotaba sus manos casi con desesperación, se sentía miserable. Era su primer día de clases y no podía dejar de imaginarse a ella misma huyendo. Su voz interna y sus instintos le gritaban "corre en dirección contraria de lo que te asusta" sin embargo, ese tipo de vida le estaba cansando. Pequeños pasos hacían grandes cambios, se repetía. 

Lamentaba haberse cortado hasta los hombros el cabello, jugar con el en sus momentos de nerviosismo siempre le había dado algo de tranquilidad, si lo hacía teniendo el cabello así pensarían que tenía piojos. Su mente comenzó a reproducir todo tipo de escenarios horribles en los que era víctima de burlas y de la exclusión social. Intentó suprimir los pensamientos negativos enfocándose en lo que en la realidad quería y necesitaba que era superar sus propios muros. 

Miró hacia atrás, su hermano ya se había ido."Es todo" pensó "no hay escapatoria". Respiró hondo, exhaló mirando hacia el frente y caminando hacia su lugar de estudio. 

Trató de dirigir sus pensamientos a otro lugar, miró  alrededor. La estructura del colegio le parecía extraña, y no era el edificio en sí, sino que el colegio estaba ligado a un instituto de educación superior, se podía ver a lo lejos estudiantes mucho mayores que ella dirigiéndose a sus aulas. Un par de arboles y unos bancos separaban las dos instituciones. 

Sin notarlo, ya estaba frente a su salón, dudó al entrar, ¿y si ese no era el lugar? ¿y si se equivocó? miró la señalética en la que decía su año. Frunció el ceño ante su propia falta de seguridad. 

- Este es el correcto, entra, nadie te va a comer - Diana giró sorprendida. Si los abrazos no fueran tan incómodos para ella, se hubiera lanzado hacia él, Samuel estaba ahí. 

Samuel era su mejor amigo, por no decir su único amigo ahí, era la única razón por la que estaba un poco menos tensa al entrar a un nuevo colegio. Conocía a alguien, no estaba sola. Samuel, fue su compañero en su anterior escuela, en ese tiempo no eran tan amigos, pero durante las vacaciones cuando los dos se enteraron que iban a ir al mismo colegio, se acercaron más. 

Diana sonrió aliviada y siguió su camino sintiéndose un poco más segura al tener a su amigo detrás de ella. Eligió los últimos asientos, donde por suerte tendría menos atención de los profesores, Samuel se sentó justo al frente de ella. 

Las poscicones le beneficiaban, él era bastante alto, Diana podría escabullirse detrás  y pasar desapercibida.  Claro que ese tipo de detalles, no se los contaba nunca a Samuel, no quería que pensara que era débil, bueno, en realidad lo era, pero no tenia porqué saberlo. 

- Quien lo iba a decir... Samuelito Cardona por fin en su último año, admito que pensé que pasaría un año más antes que este momento llegara - Samuel sonrió, lo cierto era que él no era un ejemplo de buen estudiante, y eso por no decir que era pésimo, Diana sabía que era muy inteligente, lo que le hacia la mala jugada era su hiperactividad, siempre tenía la mente en las nubes y no se esforzaba lo suficiente. Lo mejor se le daba a Samuel era su guitarra, su música lo distraía y la verdad es que era muy bueno. 

- Y yo admito que pensé, sería mas de un año. - Manuel hizo un falso puchero.  

Antes que pudiera responder la entrada de la maestra llamó atención de los dos. Su amigo volvió a su lugar de inmediato. 

Su maestra, que se presentó como Martha, comenzó a dar la planificación del año lectivo. Intentó centrarse y prestar atención a todo lo que ella decía. Ella parecía ese tipo de personas tan segura, que hablaba sin dudar, expresaba lo que quería. Su mente comenzó a hacer comparaciones. Deseaba tanto ser como ella. 

- Vamos a conocernos. Quiero que cada uno se presente y me cuente cual es su aspiración para sus años futuros, y piénsenlo muy bien ya que todo este año nos enfocaremos en esto, como profesora de Psicología,  quiero ayudarlos a encontrar su camino. Sé que algunos de ustedes no tienen definido su carrera aún pero sólo quiero saber, cómo se ven en un par de años, qué tipo de persona quieren ser. 

Diana sintió un calor que recorría desde la parte baja de su espalda hasta su cuello, nuevamente su estomago comenzó a arder (este factor le había provocado gastritis nerviosa) y su corazón latía frenéticamente. 

¿Que si quien quería ser? lo tenía muy claro, quería ser cualquier persona menos lo que era actualmente, odiaba el cuerpo en el que habitaba. Diana sentía que dentro de ella estaba escondida una persona extrovertida, sin miedos y segura de sí misma, pero el monstruo de su timidez, de su inseguridad y se su introversión la tenían encerrada, sentía que su cuerpo estaba en contra de ella, porque  cuando ella estaba a punto de expresarse, de derrumbar sus muros, y sentía el calor confortable de confianza, sus mejillas comenzaban a enrojecer y su voz se quebraba. 

Sus compañeros comenzaron a levantarse y hablar tranquilamente, sin apenas imaginar el infierno interno que vivia, la ansiedad de la anticipación ante un evento de estrés era la peor pesadilla que podía sentir. "Esto no es un avance, me estoy hundiendo" pensó. 

- Siga usted, señorita. 

"Este es el momento, puedes dejar que te gane, o puedes acabar con esto ahora" esa voz provenía de su yo interior, la que estaba encerrada, pero aún se podía hacer oír. Se levantó. 

"Todos me miran" 

"¿Qué es lo peor que puede pasar?" 

"¿Sentirán lástima hacia mi? "

- Soy Diana y... - su voz se quebró, sintió sus mejillas calentándose, miró a su alrededor con terror, ella era el centro de atención en ese momento, "HUYE" gritó su monstruo, - No me siento bien - se excusó mientras hacia lo posible para que su caminata no se hiciera una carrera hacia lo más lejos de ese lugar. 

Se sentía encerrada a pesar de encontrarse en el patio, sentía con los edificios se movían, todo se dirigía hacia ella, la sensación provocó que el aire dejara de fluir por sus pulmones de forma correcta. ¿Moriría así? ¿Qué pasaría con su familia? De todas las formas en las que había imaginado su muerte, esta no era una de ellas.